Mientras Junts ha decidido romper con Sánchez, el PNV se mantiene a la espera. La decisión de los de Puigdemont deja a Sánchez aproximadamente como estaba: sin mayoría parlamentaria que le permita gobernar, así que se mantendrá como hasta ahora, haciendo como que gobierna y, mientras tanto, ocupando la Moncloa, que es lo único que le interesa. Pero al menos los de Junts han roto formalmente.

En cualquier país democrático, carecer de mayoría parlamentaria o no aprobar unos presupuestos generales, supondría la dimisión inmediata del Gobierno y la correspondiente convocatoria de elecciones. No debería ser un drama. Pero en España se piensa que dimitir es un nombre ruso, una variante circunstancial de Dimitri.

En el Parlamento vasco, al menos mientras yo estuve, era inimaginable que, llegado el plazo legal establecido, el Gobierno vasco se negara a presentar su proyecto de presupuestos, y me consta que el respeto a la ley, al menos por esa parte, se mantiene; es lo mínimo que se puede exigir en una democracia, pero en la España de Sánchez las cosas son distintas y casi siempre son peores, como cuando se acepta esta anormalidad democrática como si tal cosa, en lugar de exigir que se cumpla la ley, como hacemos el resto de los mortales.

Ni de denunciar la perversión democrática que supone mantenerse en Moncloa sin mayoría parlamentaria y sin presupuestos ha sido capaz

Al PNV, tan serio y riguroso para sus cosas, estos hechos le parecen minucias y, en lugar de ejercer la oposición como corresponde, se hace el despistado. El Gobierno de España se niega a presentar ante el Congreso de los Diputados el proyecto de presupuestos y el PNV mira para otro lado y disimula.

Su presidente, Aitor Esteban, dice que hay partido y que, de momento, queda a la espera, como los pacientes en Osakidetza: sine die. Y que, a pesar de todo, seguirá buscando acuerdos que beneficien a Euskadi. Pero ¿no sabe el PNV que sin proyecto de presupuestos no hay enmiendas que presentar ni negociación posible que realizar? Y menos ahora, cuando sus votos son irrelevantes. Lo sabe, pero guarda silencio. Ni de denunciar la perversión democrática que supone mantenerse en Moncloa sin mayoría parlamentaria y sin presupuestos ha sido capaz. Y de la corrupción que acorrala a Sánchez, ídem: silencio cómplice y dejación de funciones. No sé si habrá partido pero lo que queda claro es que el PNV no suda la camiseta. En la Comisión de Investigación del Senado ni tomó la palabra para interpelar a Sánchez. Debe de ser que los diputados jeltzales van a Madrid sólo a divertirse.  

Y es que al PNV no le interesa que se le relacione ni con el PP ni con Vox; con Vox, en ningún caso, y con el PP, sólo de momento, porque las cosas podrían cambiar en función de cómo evolucione el escenario político y cómo quede el reparto de escaños tras unas hipotéticas elecciones generales.

La cuestión es si piensas ejercer tu labor de oposición o prefieres seguir guardando silencio, lo cual te convierte en cómplice de las fechorías de Sánchez

Sin embargo, una cosa no debería implicar la otra, y el PNV podría ser contundente en relación a los incumplimientos de la ley del Gobierno de Sánchez y a los casos de corrupción que lo acorralan, y, a la vez, no proponer o no sumarse a una moción de censura. Pero a lo más que llega es a ejercer de comentarista político como cuando afirma que "es difícil sostener" la legislatura sin presupuestos o que Sánchez convocará elecciones "cuando a Sánchez le convenga". Gracias por la información pero ya lo sabíamos. La cuestión es si piensas ejercer tu labor de oposición o prefieres seguir guardando silencio, lo cual te convierte en cómplice de las fechorías de Sánchez. "Vamos a ver qué sucede", nos dice, confirmando nuestras sospechas.

Sánchez, por todo ello, vive relajado, todo lo relajado que suele vivir cualquiera de su catadura; o al menos no tan nervioso como debería teniendo en cuenta las circunstancias en las que se encuentra. Es lo que tiene tener una oposición unas veces tan torpe y otras veces tan benevolente, bien sea por incapacidad o por conveniencia.

Por un lado, a los nacionalistas e independentistas que quieren romper España o vivir a su costa, les interesa que Sánchez se perpetúe, dado que con nadie podrían verse tan beneficiados. Sólo Junts ha decidido romper ahora, constatadas las mentiras de Sánchez y que los ultras de Aliança Catalana les pisan los talones, ruptura que a Sánchez le preocupa entre poco y nada: ahora ni siquiera tendrá que negociar y a continuación incumplir lo acordado.

Si las cosas no cambian, Feijóo hasta podría perder un liderazgo que a duras penas mantiene

El PNV, ya lo hemos dicho, está apagado o fuera de cobertura, a la espera de acontecimientos que lo saquen de su letargo. Por su parte, el PP es un quiero y no puedo eterno, sin margen de maniobra y sin pegada política. Si las cosas no cambian, Feijóo hasta podría perder un liderazgo que a duras penas mantiene. Y, por lo demás, está Vox, la última esperanza de Sánchez para permanecer en la Moncloa. Esta es la oposición a la que le resulta tan difícil poner en aprietos a Sánchez.

Sin embargo, ¡hay esperanza! Vean el interrogatorio al que la senadora de UPN, María Caballero, sometió a Sánchez en la comisión de investigación del Senado: contundente, precisa e incisiva, y sin permitirle a Sánchez que se fuera por las ramas o vendiera su mercancía averiada. Y sin palabras gruesas que pudieran debilitar su argumentario. Pero es que María es hija de Tomás Caballero, quien fuera asesinado por ETA en 1998 tras una ejemplar trayectoria política y de servicio público. De casta le viene al galgo su valentía.