El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi EFE
Hace unos días EH Bildu se manifestó en Bilbao "contra el fascismo". La manifestación, que finalizó con la intervención de su líder desde hace décadas, Arnaldo Otegi, condenado en su momento por actividades terroristas y que durante años justificó los crímenes cometidos por la banda terrorista ETA, congregó, según leo, a alrededor de treinta mil personas.
El número de los que participaron no me extraña, dado que eso que viene a llamarse "izquierda abertzale" y que yo he solido llamar "mafia", ha mostrado siempre una gran capacidad de movilización callejera, incluso en sus peores momentos, o sea, cuando la banda terrorista asesinaba y ellos, en lugar de quedarse en casa o en silencio para disimular su complicidad con el crimen, salían a las calles a recordarnos quién era quién y dónde se ubicaba cada cual en la lucha de la sociedad vasca por zafarse de los asesinos y alcanzar la democracia y la libertad plena: ellos, con los victimarios, como colaboradores necesarios y representantes políticos, para que no hubiera ninguna duda.
Es cierto que, tras las sucesivas ilegalizaciones de Herri Batasuna y sucesores que seguían siendo ilegalizados por insistir en su connivencia teórica y práctica con el terrorismo, la mal llamada "izquierda abertzale" que yo sigo llamando "mafia", con el objetivo de volver a ser legal y tener representación política, se reorganizó y refundó con la colaboración de partidos menores que condenaban el terrorismo la coalición permanente de nombre EH Bildu, sin embargo puede decirse que son básicamente los mismos que nos amargaron la vida a los demócratas vascos durante una larga época; o los mismos o sus descendentes directos, lo que viene a ser lo mismo.
Lo digo para recordar quién fue quién en cada lugar y de dónde viene cada uno, por mucho que ahora haya quienes, a pesar del pasado cruento reflejado en su currículum, osan darnos lecciones al resto, no sólo a quienes simplemente no ejercieron o apoyaron la violencia como cualquier persona decente, sino a quienes la padecieron directamente en sus carnes, muchas veces por enfrentarse a ella. Ahora que el blanqueo de EH Bildu se afianza y muchos jóvenes vascos, víctimas del sistema educativo y del silencio institucional recalan en sus filas o participan en sus eventos, conviene recordarlo.
En la marcha, EH Bildu reivindicó "la identidad nacional y la soberanía del pueblo vasco", cosa que no es sólo estéticamente muy rancia en el mundo globalizado en el que nos movemos sino que fue por aquello por lo que otros tomaron las armas.
Cuando esta gente habla de autoritarismo o de fascismo no habla de sí misma sino de, mucho me temo, todo aquel que se atreva a llevarles la contraria y, en concreto, a los que defendemos algo tan básico como el cumplimiento estricto de la legalidad vigente, la igualdad de los ciudadanos y la unidad de España frente a quienes quieren romperla
Ya sé que lo condenable es sobre todo los métodos empleados para defender determinadas ideas y, en concreto, la violencia efectivamente ejercida contra nuestros conciudadanos, sólo que en el caso que nos ocupa cohabitaron ambos venenos: por un lado, muy malas ideas, y, por otro lado, peores formas para defenderlas. La violencia ya no la reivindican abiertamente, pero viven de ella y siguen sin condenarla.
Además, los que organizaron la marcha y quienes participaron en ella prometieron convertir a Euskal Herria en "foco de resistencia antifascista" en un contexto, según dijeron, en el que se extienden "el autoritarismo y el fascismo". Si atendemos a su pasado, explicado sucintamente más arriba, es poco probable que ellos puedan participar en nada semejante, y si atendemos a la movilización de la sociedad vasca contra la dictadura y el fascismo de ETA, es más que dudoso que pueda, llegado el caso, estar a la altura que se cita.
Sin embargo, cuando esta gente habla de autoritarismo o de fascismo no habla de sí misma sino de, mucho me temo, todo aquel que se atreva a llevarles la contraria y, en concreto, a los que defendemos algo tan básico como el cumplimiento estricto de la legalidad vigente, la igualdad de los ciudadanos y la unidad de España frente a quienes quieren romperla.
Otegi, entre otras cosas que no merecen ni reproducir en esta pieza que escribo, se congratuló de que "son cada vez más los sectores populares que nos dan su confianza", cosa que parece cierta, aunque no tengo claro de qué habla cuando habla de "sectores populares".
Sea como fuera, esta es la desgracia, no tanto que el PNV vea amenazado su hegemonía en Euskadi, sino que sea precisamente EH Bildu quien la amenace. A mí me gustaría que fueran las víctimas y sus representantes políticos quienes ganaran las próximas elecciones a través de un probable digno y decente, pero es probable que sean los victimarios quienes se conviertan en primera fuerza.
Lo verdaderamente cínico es que quien ha sido cómplice de la violencia pretenda convertirse en muro contra el supuesto fascismo que nos amenaza. Si realmente hubiera un fascismo que nos amenazara, como ocurrió en el pasado bastante reciente que muchos seguimos recordando, no sería precisamente Otegi quien lo hiciera frente.
Esta es precisamente otra de las desgracias que padecemos, lo cual debería tratarse de evitar con inteligencia política, cosa de la que no parece haber demasiado. Si encima recordamos el papel que está jugando el PSOE de Sánchez, no podemos ser precisamente optimistas.
En todo caso, lo verdaderamente cínico es que quien ha sido cómplice de la violencia pretenda convertirse en muro contra el supuesto fascismo que nos amenaza. Si realmente hubiera un fascismo que nos amenazara, como ocurrió en el pasado bastante reciente que muchos seguimos recordando, no sería precisamente Otegi quien lo hiciera frente.
Como decía antes, el caso es que no hablan de fascismo sino de algunos de quienes piensan distinto, y, en concreto, de la posibilidad de que, en el futuro, el PP alcance la Moncloa. Pero es lo que tiene la democracia, que pueden gobernar unos u otros siempre que tengan los votos necesarios para ello.
Si, por el contrario, hablamos de lo que históricamente ha sido o lo que entendemos habitualmente por fascismo, sólo queda preguntarse: pero ¿cómo van a salvarnos del fascismo quienes mejor lo representan?