Estoy convencido de que una buena parte de los lectores han destrozado más de una pista de baile con esta mítica canción de Ricky Martin que conquistó las listas mundiales de éxitos hace unos años. Ahora, bien podría convertirse en la banda sonora de una nueva rectificación europea en su agenda de transición verde que deja en evidencia, una vez más, la falta de una estrategia firme y consensuada en un aspecto tan importante como este.
Una vez más, las presiones de algunos estados y de los lobbyes han dado sus frutos y han logrado atrasar la retirada definitiva del mercado del vehículo de combustión. 2035 ya no será el año en el que se dejarán de fabricar este tipo de automóviles porque se ha rebajado el objetivo de reducción de emisiones de CO2 en coches del 100% al 90%.
Hay quien presenta esta medida como un respiro para los fabricantes de vehículos europeos, que no están precisamente en su mejor momento. A mí, en cambio, me parece un error de bulto que da señales confusas al mercado y a los propios consumidores, que ya no saben por qué modelo decantarse ante los continuos bandazos de Europa, a la vez que su principal competidora, China, lleva varios años enfocada en producir vehículos eléctricos cada vez más competitivos, que están copando el mercado. Mientras, aquí, seguimos insistiendo en un coche de combustión que todos sabemos que tiene sus horas contadas.
Sinceramente, creo que esta decisión de la Comisión Europea va a ayudar poco o nada a la industria europea del automóvil. Si todos somos conscientes de que la movilidad del futuro debe ser cero emisiones y si todos somos también conscientes de la casi nula capacidad de nuestro continente para producir combustibles fósiles, creo que la solución está clara y meridiana y, por lo tanto, deberíamos dedicar todos nuestros esfuerzos a producir vehículos eléctricos más competitivos y a desarrollar infraestructuras potentes que permitan un desarrollo mayor. No puede ser que países como España promocionen su compra y sigan teniendo una exigua red de electrolineras muy por debajo de la media de los países más avanzados.
"No puede ser que países como España promocionen su compra y sigan teniendo una exigua red de electrolineras muy por debajo de la media de los países más avanzados"
Es evidente que la industria mundial del automóvil está en crisis, una crisis que se acentúa mucho más en Europa por su tradicional dependencia del motor de combustión. Sin embargo, esta crisis va mucho más allá del cambio de modelo, tiene que ver también con una transformación en los hábitos de movilidad y con una falta de liderazgo a la hora de adelantarse a las necesidades de un mercado que cada vez es más cambiante.
Muchas de las principales marcas de automóviles han visto caer drásticamente sus beneficios, cuando no han sido directamente pérdidas. No creo que una supuesta moratoria del motor de combustión vaya a dar un vuelco por sí sola a esta situación. El sector europeo del automóvil necesita una reflexión y una transformación profunda y, sobre todo, un objetivo y un horizonte claros. Todo lo contrario a lo que está pasando ahora con este nuevo anuncio de la Comisión Europea.
En Euskadi, al igual que en otros muchos territorios europeos, el sector del automóvil genera miles de empleos, no sólo directos sino también indirectos, y cualquier cambio genera a su vez muchas incertidumbres y tensiones. Tenemos la gran suerte de que la principal factoría de la región, la fábrica alavesa de Mercedes Benz, está a punto de culminar una transformación espectacular con una inversión multimillonaria para comenzar a producir un modelo de van eléctrica que está llamado a convertirse en uno de los vehículos líderes de su segmento y que puede garantizar trabajo durante muchos años. Un proyecto en el que la innovación tiene un papel fundamental y que fracciona trabajo y empleo en muchas pymes vascas.
Creo que llegados a este punto nos ayudarían mucho dos frases que dijo Einstein y que son perfectamente aplicables a la situación actual: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes” y “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación abarca el mundo”.
No demos más pasos atrás, por favor, definamos bien y de manera consensuada una hoja de ruta clara para la descarbonización de nuestra economía y hagamos de este reto una oportunidad y nuestra principal ventaja competitiva. Demos mensajes claros al mercado y enfoquémonos en políticas de futuro, no en parches que miran al pasado.
