La soledad y el aislamiento social, la sobreinformación sobre aspectos negativos, la incertidumbre, los problemas económicos, están en la base de la aparición de los trastornos, la desmotivación, el cansancio que siente gran parte de la población ante una pandemia tan prolongada. Se suman las situaciones de pérdida de seres queridos que se han dado en circunstancias muy difíciles, las secuelas físicas y mentales de muchos pacientes y la presión a la que muchos grupos de trabajadores han estado sometidos.
"Se tiende a homogeneizar ciertos trastornos, dificultades psicológicas y más allá de la repercusión por la pandemia se dan diversos problemas casuísticos que afectan a nivel emocional", afirma Pablo Gómez de Maintenant, miembro de la junta directiva del Colegio Oficial de Psicología en Bizkaia, entre ellos, el dolor y el estrés por el cual muchas personas han desarrollado cansancio, hartazgo de manera general. Tras la vuelta comedida a las calles el pasado verano, una segunda, tercera y cuarta ola han tenido un impacto incluso mayor. Ante esto, varios expertos coinciden en ciertas pautas o consejos que ayudan a rebajar el nivel de estrés y desasosiego.
Desindividualizar el problema
"Ha sido un año de cansancio, preocupación, miedo al contagio, nervios, desesperanza con respecto al futuro, el primer paso es aceptar esas emociones porque estar psicológicamente agotado es normal", explica Lorena Hernández de la clínica Norgara. Las personas que sufren este cansancio acumulativo, y lo que ello conlleva, explica, no lo sufren solas, no se reduce a un problema individual y "no somos un bicho raro por tener esas sensaciones", explica, "están dentro un marco social y debemos valorarlas como cualquier otra porque no tenemos un control absoluto sobre ello, pero si se reconocen podemos aprender a gestionarlas".
Recuperar 'viejos' hábitos
Con más de 30 años de experiencia como Psicólogo en salud sental, el especialista en psicoterapia Miguel Ángel Ruiz, afirma que los pasos son "relativamente sencillos, no hay que buscarle tres pies al gato". En este sentido, el retomar una rutina y los hábitos que han quedado atrás, acompañados de ejercicio, distracciones "desde la consciencia", el recuperar el contacto social, se torna fundamental para evitar que los niveles de patología psicológica vayan en aumento. Como respuesta lógica, Ruiz sitúa el incremento de problemas psicológicos en un cambio radical en la forma de vida habitual, para contrarrestarlos, "deben recuperarse las costumbres cuya pérdida está ligada a los trastornos de ansiedad, trastornos obsesivos y sociales que se han acusado durante la pandemia".
Juan Carlos Alonso, psicólogo reconocido en el mundo educativo, apunta a las vacaciones como una oportunidad para marcar distancia. "La mayor parte del tiempo lo hemos pasado en el mismo escenario, tomar distancia física y también psicológica ayuda a restablecer cierta normalidad". El estrés es ambiental, señala, se vincula con el entorno y "un cambio de escenario, sin necesidad de coger un avión es, definitivamente, beneficioso".
Saber decir que no
Hay hábitos diarios, explica Lorena Hernández, "que nos ayudan a mantener una estructura y romper con la incertidumbre que durante la pandemia hemos vivido muy potentemente". No suena extraño hablar de un incremento de la actividad, un mayor contacto social, moverse en otros ámbitos, si bien son cambios que igualmente "pueden generar estrés". "Siempre podemos decir que no, saber que tenemos ese derecho si no nos sentimos cómodos y saberlo ayuda a reducir esa presión, saber que podemos ir dando esos pasos en momentos y espacios en los que cada uno se sienta seguro".
Desfocalizar la atención
No atender constantemente esos estímulos de estrés, desfocalizar la atención de los que nos preocupa y crear espacios de vacío, silencio, meditación o distracción, es la recomendación de Maintenant desde el Colegio de Bizkaia. "El ver las noticias, los datos epidemiológicos continuamente acelera el estrés", explica. Poner límite a la información que recibimos a través de los medios, redes sociales, incluso conversaciones recurrentes en torno a la pandemia "limita también la sensación de fatiga", coinciden varios expertos.
"Hay un fenómeno de sobrecarga informativa, durante la pandemia hemos estados sobreinformados, saturados con información sin filtro", añade, por su parte, Juan Carlos Alonso. "En las consultas vemos gente que no se ha liberado, que trabajan en ello poco a poco pero afloran y se acentúan todo tipo de trastornos, el miedo es preventivo pero dentro de su racionalidad".
En este sentido, "no es bueno explotar todo ese 'tiempo perdido', querer hacerlo todo y aprovechar las vacaciones para ello. Debemos ser conscientes y estar preparados, entender que no es el fin de la pandemia, pero a nivel psicológico es importante la desconexión cognitiva o mental", afirma Gómez.
El acompañamiento
Los efectos de la pandemia no son algo homogéneo, el sufrimiento, la forma en que sale a la luz "depende de la estructura psicológica de cada uno". Un punto importante es canalizar en algo, o alguien las emociones, inquietudes, preocupaciones, el comunicar un malestar. "Dar la sensación de entender a otra persona, que estás para lo que necesite, el dejar comunicarse a personas que no lo están llevando bien supone una diferencia", explica Hernández.
Frases como "no es para tanto" o "no llores", "invalida lo que está sintiendo". Según explica, el saber cómo ayudar es una inquietud recurrente en sus consultas, porque "se crean una expectativas muy altas de cómo ayudar y el tener un vinculo emocional, escuchar y no judgar, ponerse a diposición de esa persona y sus necesidades es lo máximo que puedes hacer".
Acudir a un profesional
Guiar a una persona para recuperar su normalidad, dar pautas temporales y espaciales, herramientas, pistas tras haber analizado una situación personal es algo que corresponde a una persona cualificada. "Todo lo que se vive ahora no tiene porque proceder diracta y exclusivamente de pandemia, muchas son situaciones psicológicas anteriores, que llevamos en la pandemia y la pandemia ha desatado y afloran en situaciones determinadas", afirma Juan Carlos Alonso.
Su consulta, como muchas otras se llena, de hecho, a un ritmo vertiginoso. Episodios de ansiedad, depresión y problemas obsesivos compulsivos "son realidades que vemos diariamente en las consultas". En este sentido, Lorena Hernández recuerda que es una decisión personal, y "hay personas que logran encontrarse mejor sin recurrir a una consula" si bien es beneficioso acudir "antes de desbordarse, lo que complica la intervención".