El aumento de los contagios por coronavirus está colapsando nuevamente a la atención primaria. "Soy diabético y antes tenía cuatro consultas presenciales al año y ahora dos telefónicas de cinco minutos". "He acudido al ambulatorio para intentar coger cita con mi médica porque telefónicamente es imposible". "Llevo año y medio para que me pongan en rehabilitación". "Cogí la covid y llamé al centro de salud porque el teléfono de Osakidetza está totalmente colapsado". Éstos son algunos de los testimonios recogidos por Crónica Vasca´ de pacientes que están viendo mermada su atención médica a causa de la pandemia. El bloqueo de la atención primaria en Osakidetza es evidente ante el golpeo que está ocasionando la nueva ola del coronavirus en los ambulatorios vascos. Tardanza en las citas presenciales e incluso en las telefónicas que en Vitoria se van hasta los 7 días de espera cuando, hasta hace nada, podías hablar con tú médico de cabecera en 24 horas, ajustes de los periodos vacacionales de los profesionales de la sanidad y suspensión de las consultas y operaciones no urgentes son sólo algunas de las consecuencias que conlleva el aumento de los casos por coronavirus y está afectando a la atención sanitaria de la población.
Los sindicatos médico y de enfermería de Euskadi denuncian que es consecuencia de no haber corregido los problemas estructurales que ya padecía la sanidad antes de la pandemia y que, tras ella, han quedado todavía más evidenciados, dejando a la atención primaria "en sus últimas horas" al no abordarse la falta de personal o las altas cargas de trabajo, entre otras cuestiones. Los ambulatorios vascos "están saturados". A las altas cargas de trabajo que padece el personal médico y enfermero se suma la falta de personal y la explosión de la nueva ola de coronavirus en Euskadi que continúa imparable al contabilizar ya 9.720 nuevos contagios a lo largo de esta última semana, lo que ha elevado la incidencia acumulada a los 791 casos por 100 000 habitantes. Una situación de alta demanda que acarrea consigo un déficit de atención a los pacientes vascos quienes se ven con dificultades para conseguir una cita con su médico, ya sea de forma presencial e incluso telefónica. Unas consultas que todavía van a sufrir más rémoras, ya que Osakidetza aplazará las consultas de atención primaria "que no revistan especial urgencia", lo que incluirá las citas de seguimiento de pacientes con enfermedades crónicas, como insuficiencias cardíacas o bronquitis crónicas, ante el alza de la presión asistencial causada por la covid.
Un colapso ocasionado por la gestión realizada en Osakidetza, ya que no parece ser un problema económico o de falta de dinero. Más bien al contrario, ya que Euskadi llegó al mes de septiembre pasado con un superávit de más de 200 millones de euros, según los datos del Ministerio de Hacienda sobre el déficit de las comunidades autónomas. El Gobierno vasco había gastado hasta ese mismo mes el 15% de los 140 millones del fondo covid para imprevistos, así que dinero queda ahí también y de cara a los presupuestos de 2022 Salud mantiene la partida de 182 millones para hacer frente a la covid dentro de un presupuesto que asciende hasta los 4.352 millones de euros en total, de los cuales 3.601 millones serán para Osakidetza, para como expresó la consejera Gotzone Sagardui, "seguir haciendo frente a la pandemia, recuperar el normal funcionamiento del sistema sanitario, modernizar las infraestructuras, apostar por la investigación y lograr una salud sin desigualdades, más cercana y al servicio de las personas”.
La secretaria general del Sindicato Médico de Euskadi (SME), Mabel Arciniega, ha señalado a Crónica Vasca´ que actualmente la atención primaria tiene un retraso de "entre 7 a 10 días" respecto a las consultas médicas y que los rastreadores también "llevan mucho retraso en su trabajo". Arciniega explica que los médicos de familia dividen su agenda al 50% para las consultas presenciales y las telefónicas que son, "curiosamente", las que mayor retraso llevan al gestionarse por internet, mientras que la presenciales se piden directamente en el ambulatorio. El SME expone que los médicos "estan saturados y pasados de rosca" ante la brutal carga de trabajo que llevan en su día a día. "El sistema funciona gracias al esfuerzo de los profesionales, pero la situación es insostenible", lamenta. Además, Arciniega es consciente de que "no hay médicos" para contratar. "La lista de sustituciones está agotada" y la situación se agrava por las jubilaciones que dejan cupos descubiertos. "Plantillas con cupos de 9 personas los hacen 5 y que no les pase nada o se ponga enfermo uno de ellos", indica. A esto se une que "no hay médicos de familia que quieran trabajar en la atención primaria y los que hay están tan saturados que prefieren ir a la hospitalaria".
Para la portavoz del Sindicato de Enfermería de Euskadi (SATSE), Pilar Mendia, el bloqueo actual en la sanidad vasca viene derivado de un déficit estructural anterior que la pandemia ha terminado por "reventar" y ha lamentado que estemos a "años luz" de los países desarrollados. A su juicio, los equipos de rastreo "no han funcionado como debieran" debido a que las actuales restricciones son distintas y hacen más difícil legar a contactar con todos los contactos de un positivo, además de la merma que se ha producido en la plantilla. Mendia explica que "es más sencillo llamar al centro de salud que al teléfono de Osakidetza" en caso de contacto, ya que las líneas "están saturadas". Las enfermeras asumen una enorme carga de trabajo y "es imposible llegar a todo". "A sus tareas se suma la nueva ola con los casos positivos, la vacunación de la covid, la vacunación de la campaña de la gripe y ahora la de los niños". "La atención primaria ya no puede más. Hay enfermeras que entran en depresión, estrés y ansiedad porque no pueden hacer bien su trabajo". El Sindicato de Enfermería razona que hay cuestiones médicas que se dejan de lado al priorizar el coronavirus como, por ejemplo, el cribado de cáncer de mama que "lleva un año de retraso por falta de diagnósticos al igual que cualquier otro tipo de enfermedad crónica".
Unos efectos en la atención que padecen los pacientes vascos y que `Crónica Vasca" ha recogido en los siguientes testimonios:
Asier Morato es un joven de 28 años que padece diabetes de tipo 1 desde los 14 años y ha visto como, a consecuencia de la pandemia, ha pasado de tener "4 citas presenciales en 2019 a 1 telefónica en 2020 y otras 2 también por teléfono en este 2021". Asier tiene claro que la culpa no la tienen los médicos, ya que "hacen lo que pueden", pero es consciente que "en cinco minutos por teléfono" no pueden analizar su glucosa de seis meses. "Antes ibas a consulta y pasaba dos horas en la unidad. Me hacían análisis de sangre, hablábamos de mis hábitos alimentarios, tenía una atención personalizada con la enfermera y me miraban el fondo del ojo y el pie que son cuestiones que se deterioran por la diabetes. He pasado de una revisión súper completa a cinco minutos por teléfono", lamenta. Asier expone que, por una parte, Osakidetza "se gasta un dineral en implantar el sistema de parches que miden la glucosa de los diabéticos", pero, por otra, pierde "cuestiones más humanas en lo que tiene que ver con una atención correcta" a un enfermo de diabetes. Los enfermos crónicos necesitan de medicamentos en su día a día y Asier tuvo que recurrir a conocidos suyos en la medicina para poder contar con recetas durante este verano. "Me iba de vacaciones y se me acabaron las recetas de insulina. Llame al endocrino y no me daba cita en mucho tiempo, lo mismo que mi médico y todo el mundo no posee el dinero que cuesta la insulina sin receta médica, hay una diferencia de 4 a 80 euros", explica.
A las puertas de un centro de salud de Vitoria se encontraba Aurora López de Munain de 72 años quien ha acudido al centro médico en persona para intentar coger un cita presencial con su médica ante la imposibilidad de lograrla telefónicamente. "El teléfono no para de comunicar y cuando te cogen sale una maniquita a la que no entiendo y me pide que meta unos números en función de lo que quiero. Yo ya no estoy para esas cosas. Llevaba desde primera hora de la mañana llamando y al final me he venido para ver si logro que me vea mi médica. Creo que sólo es un catarro porque con estos fríos que tenemos es normal cogerse algo, pero como tengo un poco de fiebre y mucho moco prefiero que me vean no sea que tenga el coronavirus ese".
A Igor Peralta de 39 años, le operaron de la rodilla el pasado año. Le quitaron el menisco interno de la rodilla izquierda y no le pusieron rehabilitación, ya que, según le dijeron, es una persona joven y como estaba la pandemia daban prioridad a personas más mayores con operaciones de prótesis de rodilla. Hizo la rehabilitación en su casa con los ejercicios que su traumatóloga le mandó, pero la rodilla no le acaba de funcionar como antes, Le gusta la montaña y ve que no puede practicar senderismo, ya que en las bajadas le duele mucho la rodilla. Tras más de un año desde de su operación, logró una consulta presencial antes del verano, y los médicos le pusieron, ahora sí, rehabilitación, al ver que su rodilla no mejoraba. Desde junio lleva esperando a que le llamen por teléfono para iniciarla.
June tiene 7 años y estuvo enferma. Como nos explica su madre Tania, "tuvo 37,5 de fiebre y una tos muy fea" que le vino en fin de semana. "Espere el fin de semana a ver cómo evolucionaba y al no mejorar, el lunes llamé al ambulatorio para pedir cita con la pediatra, pero me dijo que era imposible, que está a tope y no tiene citas hasta finales de la próxima semana, y ¿qué hago?, le pregunto, porque la niña está enferma ahora, no la próxima semana. La chica que me atendió por teléfono me dijo que iría a urgencias, que allí ya saben de la saturación que hay en los ambulatorios con la pediatría y que me atenderían, pero a mi no me parece bien ir a saturar urgencias por un catarro o una gripe que pueda tener mi hija. Entiendo que en el hospital se atienden casos más urgentes.. Al final me llamó la pediatra telefónicamente y fuimos a un ambulatorio a que le hicieran la PCR. Dio negativo y estuvo la semana en casa descansando y con apiretal hasta que se recuperó".
Naiara Gómez tuvo vómitos y diarrea. Tampoco consiguió cita presencial, ya que su médico tenía ya dos semanas cubiertas de pacientes sin ningún hueco libre, así que acudió al Punto de Atención Continuada (PAC) para que la atendieran. "No quería ir a urgencias porque viendo cómo está la situación me daba miedo contagiarme de covid, pero necesitaba la baja así que por la tarde fui al PAC,que hay menos gente y me atendieron en un par de horas. Con mi médico era imposible que me viera", señala.
Miguel Sánchez de 30 años sale hoy a la calle por primera vez tras haber estado dos semanas confinado por coronavirus en casa. El recurrió a su ambulatorio porque "que te atiendan en el teléfono de Osakidetza para el coronavirus es imposible. Llamé durante toda una mañana y está totalmente colapsado. Sólo conseguí escuchar música clásica y a una máquina que me pedía meter números en función de lo que necesitaba para decirme siempre finalmente que todos los agentes están ocupados y que llame más tarde. No me encontraba bien y ya estaba harto de estar al teléfono. Al final llamé a mi ambulatorio y la enfermera me llamó por la tarde. El centro de salud es mucho más rápido que el teléfono del covid, cuando para algo está ¿no?", se pregunta.