El ertzaina Jon Ruiz Sagarna sobrevivió a un infierno de fuego en Rentería en 1995. Un grupo de encapuchados de la kale borroka atentó contra el furgón policial en el que viajaba junto a otros cuatro agentes en la localidad guipuzcoana. Rompieron a pedradas una de las ventanillas de la furgoneta y lanzaron por ahí un cóctel molotov. El artefacto acabó convirtiendo el interior del vehículo en una caldera. Sagarna estuvo a punto de morir abrasado.
Sobrevivió gracias a uno de sus compañeros, que logró sacarle muy grave de la furgoneta. Llegó al Hospital de Cruces (Barakaldo) con el casco antidisturbios prácticamente fundido en su cabeza y permaneció más de medio año en la unidad de grandes quemados, donde fue sometido a casi una decena de operaciones. En la Ertzaintza todos conocen el caso de Sagarna. Todos los agentes le tienen un gran aprecio. Y el sábado, 25 años después de aquel salvaje episodio, Sagarna salió del anonimato para recibir el homenaje de sus compañeros de la Brigada Móvil en la base de Iurreta (Bizkaia).
"Una sorpresa"
El Gobierno vasco no tuvo conocimiento del homenaje del sábado. Y no parece haber sentado bien en el Departamento de Seguridad, según reconocen en la propia Ertzaintza. Los agentes convocaron a Sagarna "de motu propio". Lo hicieron "en su día libre" para rendirle un homenaje, según fuentes próximas a la convocatoria de este acto. Y aunque el homenaje no fue comunicado como tal al Gobierno vasco, sí lo fue la visita de Jon Ruiz Sagarna. "La Jefatura Central de Apoyo Táctico (JCAT) que lidera Josu Markaida ya sabía que iba a venir Jon porque la visita sí fue notificada previamente", aseguran estas mismas fuentes a Crónica Vasca. "Parece ser que no le ha sentado bien al Gobierno, pero no hubo mala intención de los agentes, solo se quería rendir un homenaje por sorpresa a un compañero muy querido", aclaran.