El PNV se reivindica como socio preferente de Pedro Sánchez y quiere recolocarse en el panorama político español. El creciente protagonismo de Cataluña y de los partidos catalanes han restado en cierto modo notoriedad y capacidad de influencia a los nacionalistas, que en las últimas semanas del mes de julio han puesto de manifiesto por boca de diferentes portavoces su "hartazgo" ante un Ejecutivo que no les tiene en cuenta como debiera, dada la precariedad de apoyo con la que cuenta. "Actúa como si tuviera mayoría absoluta", le han recriminado desde el propio presidente Andoni Ortuzar al portavoz en el Congreso Aitor Esteban, o la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa.
Las últimas "abstenciones críticas" en importantes votaciones en el Congreso de los Diputados, como la que se refería al levantamiento de la obligatoriedad del uso de la mascarilla o el decreto sobre los interinos, han supuesto todo un 'aviso de navegantes' para el Ejecutivo de Sánchez, que no puede perder ni un voto en estos momentos.
El hecho de que el lehendakari Iñigo Urkullu haya acudido finalmente a la Conferencia de Presidentes después de conseguir un acuerdo plenamente satisfactorio de la Comisión Mixta del Concierto, ha vuelto a revivar la capacidad de influencia del nacionalismo vasco, que tiene tradicionalmente buena mano para dar una de cal y otra de arena cuando a relaciones con el Gobierno de España se refiere.
Aunque la asistencia de Urkullu tiene que ver con el ámbito institucional, que no de partido, y de hecho el lehendakari representa a un gobierno de coalición, lo cierto es que, como ocurrió en la Conferencia del pasado año, o en las votaciones de cada Presupuestos Generales del Estado, el PNV, que este sábado cumple 126 años- ha vuelto a aparecer como una formación con capacidad para arañar en el último momento del Gobierno central acuerdos o concesiones que se les niegan a otras comunidades, colocando al partido de Ortuzar en el lugar donde quiere estar: donde tenga capacidad de influencia.
Si las quejas de los nacionalistas se han dirigido hacia recuperar peso e influencia sobre todo ante del conflicto catalán que centraliza ahora todo el foco -a excepción de la pandemia claro-, y que dota de un especial protagonismo a partidos como Ezkerra Republicana, el movimiento del PNV tiene también una lectura en clave interna, de fronteras del País Vasco hacia adentro.
En la pugna que el PNV y EH Bildu mantienen en Euskadi por hacerse con los votos nacionalistas, especialmente de los más jóvenes, tiene mucho que ver la nueva estrategia de la coalición abertzale en el Congreso de los Diputados, no sólo participando activamente de los debates, sino convertido en socio necesario del Gobierno del PSOE-Unidas Podemos, sacando adelante sus propuestas en el Congreso.Esta estrategia obliga al PNV a pisar el acelerador en su carrera para ser el 'que consiga más para Euskadi' en Madrid y rentabilice mejor sus escaños en el Congreso.
Precisamente esta pugna que mantiene la formacion de Andoni Ortuzar con la coalición de que dirige Arnaldo Otegi, tendrá mucho que ver en cómo se desarrolle la reapertura de la ponencia de autogobierno y el debate sobre el nuevo estatus, que todo parece indicar que se retomará a la vuelta del verano. Se han mostrado partidarios de ello tanto Andoni Ortuzar como Iñigo Urkullu, que tienen la presión constante de EH Bildu para que se aborde de nuevo. Dependerá eso sí, de la evolución de la pandemia y de la crisis económica, que han acaparado prácticamente todo el debate parlamentario en durante este primer año de la legislatura vasca.
Si se reabre el debate sobre el nuevo estatus, se enrarecerá sin duda el clima político vasco, dificultando todavía más la unidad frente a la crisis.
Idoia Mendia, secretaria general del PSE-EE y vicelehendakari del Gobierno ya se ha mostrado abiertamente en contra de retomar los debates identarios en este momento, consciente de que supondrá roces con sus socio de Gobierno en un momento que todavía puede ser muy delicado para abordar la recuperación.
Pero 2023 será ya un año electoral y el nuevo curso parlamentario de otoño será ya el pistoletazo de salida para que los partidos empiecen a tomar posiciones.