El 20 de octubre de 2011 la banda terrorista ETA anunciaba el fin de su lucha armada. El 20 de octubre de 2011, Patxi López era el lehendakari, estaba al frente del Gobierno vasco que luchó durante años para que ese momento llegara. Cuando llegó, López aprendió que se podía llorar y reir a la vez. En abril de 2009, la banda terrorista le declaró "objetivo prioritario" a él y a todo su gobierno, tildándolo de "caudillo". Poco después, se convertía en el sucesor de Ibarretxe, y acabar con el terrorismo de ETA pasa a ser una de las grandes prioridades de su mandato, con una campaña de tolerancia cero, acompañado de un impulso a la deslegitimación social, política y cultural del terrorismo, con medidas como la retirada de carteles y símbolos de apoyo o amparo a la violencia.

Impulsó el reconocimiento y apoyo a las víctimas del terrorismo a las que fueron invitadas, por primera vez, a la toma de posesión del lehendakari en Gernika y contó con ellas para la elaboración del plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación del Terrorismo. Después de 40 años de violencia y más de 850 muertos, aquel 20 de octubre de 2011 ETA anuncia el “cese definitivo” de su “acción armada”. Desde aquel momento, el ahora ya exlehendakari y actual diputado socialista y secretario de Memoria Democrática y Laicidad ha insistido siempre en el que la paz se consiguió gracias a la "resistencia de miles de ciudadanos vascos que se negaron a renunciar a su libertad" y gracias a la "firmeza del Estado de Derecho, a la acción judicial y policial, y a la tolerancia cero frente a las posiciones totalitarias justificadoras de la violencia".

Hoy, 20 de octubre de 2021, se cumplen 10 años de aquel día que la sociedad vasca y, de especial manera, Patxi Lopez, guardan en su memoria.

¿Cómo está Euskadi diez años después del final de ETA? 

Muy tranquila, muy estable y respirando libertad. Acabar con ETA supuso recuperar una libertad que se nos había negado durante los 40 años de la dictadura y los 40 años siguientes por la dictadura que nos quiso imponer ETA. Recuperar la libertad no es solo una gran palabra. La libertad son grandes cosas, como poder decir lo que uno piensa, como no tener miedo y no tener que mirar debajo del coche por ser concejal de tu pueblo y no compartir los postulados de una banda terrorista. Pero también cosas muy pequeñas como poder montar en un autobús público. 

Toda esa gente que había estado escoltada porque estaba amenazada empezó a poder disfrutar de la normalidad y Jesús Eguiguren decía que la libertad era esto. Coger un autobús, poder ir con tus amigos otra vez a tomar los potes a los mismos bares de siempre, entrar en el Casco Viejo de San Sebastián. Esas cosas las recuperamos hace 10 años. 

¿Vive la sociedad vasca una especie de 'shock postraumático'?

La sociedad vasca ha tenido seguramente tres momentos en relación al terrorismo. Una que miró para otro lado cuando se asesinaba a policías, guardias civiles... y la mayoría de la ciudadanía pensó que eso no iba con ella. Yo he ido a funerales de policías y guardias civiles en la plaza San José de Bilbao y estábamos cuatro, incluso cuando enterrábamos a uno de nuestros compañeros, como en el funeral de Enrique Casas, la gente cerraba puertas y ventanas para no vernos en la manifestación.

Luego es verdad que reaccionó y su reacción nos ayudó a acabar con el terrorismo. Y ahora posiblemente se quiere pasar página muy rápido, y no podemos pasar página sin leerla. La memoria y el relato son muy importantes porque tienen que levantarse como un muro que impida que en este país volvamos atrás. Que en este país haya un chaval que coge una pistola, mata al que piensa diferente y que haya gente que le quiera convertir en un héroe salva patrias... Esto nos está pasando.

 

Cuando enterrábamos a un compañero, como en el funeral de Enrique Casas, la gente cerraba puertas y ventanas para no vernos en la manifestación

 

Tú cuando haces el relato veraz de las cosas que pasaron, cuando cuentas una cosa, lo cuentas con una serie de consideraciones éticas y morales, y esos valores éticos y morales tienen que formar parte de los cimientos con los que construye la sociedad.  Eso será una sociedad decente, porque si no lo haces, si lo olvidas y el asesino deja de ser asesino y la víctima deja de ser víctima, construiremos una sociedad amoral. 

Y en ese camino para construir y mantener la memoria, ¿la educación tiene que jugar un papel?

La educación tiene que formar un papel para todos. No solo tiene que transmitir conocimientos, también tiene que ser capaz de formar ciudadanos y ciudadanas que tengan espíritu crítico, conciencia ética, valores...  Eso se hace en la familia, también se hace en la calle, por supuesto, pero la educación también debe servir para esto. 

Diez años después, ¿queda algún resquicio de aquel terrorismo en la sociedad?

Seguramente quede todavía algún reducto de rechazo, de odios en zonas muy concretas que vivieron los hecho con mucha atención. Pero en general no lo creo. A mí me da pena cuando la derecha todas las semanas en el Congreso utiliza el terrorismo y a ETA como si siguiera existiendo, en lugar de reconocer que hace diez años la democracia ganó al terrorismo. Que el terrorismo de ETA no consiguió absolutamente nada de lo que quería. Nada, lo que pasa es que hay quien piensa en esos bancos de la derecha que la democracia es una especie de ciudad amurallada que no puede entrar nadie. Y no, es al revés. La democracia siempre tiene las puertas y las ventanas abiertas para que entre todo aquel que asuma los valores, los principios, las herramientas de la democracia.

 

 Me da pena cuando la derecha todas las semanas en el Congreso utiliza el terrorismo y a ETA como si siguiera existiendo

 

Ahora bien, es verdad que ese mundo de la izquierda abertzale todavía le falta mucho recorrido por hacer. Tiene que asumir que si ETA existió durante 50 años fue porque tenía a alguien que le daba respaldo social. Ninguna banda terrorista dura tanto si no tiene apoyo social, y quién le daba el apoyo social eran ellos, la izquierda abertzale. Seguramente es muy duro eso de hacerse una enmienda a la totalidad a toda tu existencia. Pero tienen que hacerlo, y tienen que ir dando pasos para hacer eso, para reconocer su papel y para reconocer que la violencia en este país nunca tuvo ninguna justificación, nunca. 

Patxi López en un momento de la entrevista. / Txema Gutierrez

El paso que ha dado Otegi de reconocer ahora que el dolor causado por ETA "nunca debió producirse", ¿es suficiente?

La izquierda abertzale ha dado un paso que le habíamos reclamado siempre desde la democracia que venció al terrorismo que es reconocer el daño causado a las víctimas de ETA. Hace tres años hacía distinción entre las víctimas "colaterales" y ahora por primera vez no lo hace. Por primera vez reconoce que la violencia fue un error y que nunca debió haberse producido y prolongado. Valoro que reconozca ese sufrimiento por tantos años de terrorismo, valoro que se comprometan a mitigarlo en la medida de lo posible y hay cosas que pueden evitar hacer para ahorrar ese daño

En los últimos meses se han vivido episodios de agresiones a jóvenes del Partido Popular, pintadas, insultos e incluso amenazas al grito de 'gora ETA', ¿le preocupa el trasfondo que pueda haber detrás de estos hechos?

Todo eso tiene que desaparecer y cada uno tendremos seguramente nuestro papel, la educación es uno. No puede ser que el asesino deje de ser asesino y que siga habiendo jóvenes que vean que aquello estuvo bien. Hay que perseguir todas estas cosas y tienen que desaparecer.

También los 'ongi etorris'. No puede ser que la izquierda abertzale quiera aparecer en la calle como si fueran los campeones del antifascismo. No, ETA fue una banda terrorista pero también fue una banda fascista porque intentaba eliminar a todo aquel que no pensaba como ellos y fue una banda totalitaria porque quería imponer mediante la violencia sus postulados. ¿Qué hay que homenajear en un asesino fascista? ¿Qué ejemplo se traslada ensalzando al fascismo? Es también humillar a las víctimas y eso no lo podemos consentir. Todo eso tiene que desaparecer y la izquierda abertzale tiene un papel fundamental.

 

La democracia siempre tiene las puertas y las ventanas abiertas para que entre todo aquel que asuma sus valores y principios

 

¿Cómo recuerda aquel 20 de octubre de 2011?

Yo ese fue el día en que aprendí que se puede llorar y reír a la vez. Me abrace con Begoña, riendo porque ya estaba, nunca más. Y luego empezamos a llorar por todo lo que habíamos pasado y por todos los que habíamos dejado en el camino y que no lo iban a poder ver. La emoción es inmensa, y tanta la alegría y la melancolía.

¿En qué momento se empieza a gestionar el final de ETA? ¿Era una noticia que esperaban?

Sí, se llevaban muchos años trabajando en ellos. Los encuentros del Palacio de Aiete y todo esto fue la pista de aterrizaje para que eso se pudiera a dar. Y cuando llegó no tuvimos dudas de que fuera el final definitivo.  

Hasta ese momento estaban frustradas todas las esperanzas de la sociedad para disfrutar de la libertad. La última fue con el proceso de paz que dinamitaron con una bomba en la T4 que mató a dos personas. Esa frustración para la sociedad vasca fue tremenda porque creíamos de verdad que esa podría ser la definitiva, pero a partir de ahí las cosas se fueron haciendo y cerrando de tal manera que ETA llegó a la conclusión de que nunca iba a conseguir absolutamente nada con la violencia y que tenía el rechazo de la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Y el mundo de la izquierda abertzale también llegó a entender que si querían existir tenían que abandonar el apoyo a la violencia y tenían que asumir las herramientas de la política y dejar de ser la tapadera de una banda terrorista. 

Todo eso, sumado al rechazo de la sociedad, la eficacia de la policía que detuvo a muchas cúpulas de ETA en pocos meses, la actuación de la Justicia contundentemente...Todo eso llevó al final del terrorismo.  

Momento de la entrevista a Patxi López. / Txema Gutierrez.

A titulo personal, ¿qué fue lo más duro de aquellos años?

Lo más duro fue que me robó compañeros y amigos. He llevado muchos cadáveres en los hombros, muchas capillas ardientes de gente que tenía que estar hoy aquí. Eso es sin duda lo más duro. Además, he vivido más de 20 años escoltado y eso te roba la libertad. No puedes hacer cosas que te gustaría hacer, no tienes rutinas, no puedes ir con los amigos a tomar potes o irte el fin de semana. Tienes que cambiar tu vida, pero el fondo fue voluntario. 

Mucho más me duele cuando veía a chavales jóvenes a los que les preguntaba si querían ir en las listas del Partido Socialista para ser concejal de su pueblo, y, acto seguido a esto, les tenía que decir que si me decían que sí les iba a joder la vida. En el momento en el que entraban en las listas, pasaban a estar en la diana y, en el mejor de los casos, les íbamos a tener que poner escolta.  

Y lo mejor de todo es que ninguno me dijo que no, dieron un paso al frente y pelearon para conseguir lo que conseguimos. El haber acabado con ETA yo lo achaco a esos resistentes que se quedaron en Euskadi dado la cara. A esos concejales de los pueblos, a los empresarios, a los jueces, a los periodistas, a los profesores... que aguantaron aquí y se plantaron frente al terror.  

Cuando todo esto termina, ¿hay que aprender a vivir de nuevo, se quedan ciertas alertas?

Sí, pero pasan enseguida porque es maravilloso acostumbrarte a la normalidad y tienes tantas ganas que lo haces rápido. Al principio sales de casa y siempre miras para atrás para ver si tienes a tus escoltas o ese mecanismo de no salir sin antes llamarlos. Quieres acostumbrarte a eso cuanto antes, lo que no quiere decir que se te olvide. 

 

 Hay que desterrar todavía esos focos de odio que pueden quedar y esparcir la tolerancia y el respecto

 

Mirando hacia el futuro, ¿qué pasos quedan aún por dar o qué falta aún por hacer?

Pues hay que desterrar todavía esos focos de odio que pueden quedar y esparcir la tolerancia y el respecto. Pero aún hay cuestiones muy preocupantes. Yo he visto a gente bastante hipócrita que sube a la tribuna para lamentar y condenar unos discursos de odio pero no otros. No se puede condenar solo los que hace la extrema derecha, por ejemplo, en relación a los menas y no para los que gritan y pegan a un concejal del PP.  

Todo eso nos queda todavía, por eso tiene que ver mucho que ver con la educación, con la pedagogía con la transmisión de valores y ahí nos tenemos que implicar absolutamente todos. 

Han salido nuevos datos, todavía por confirmar, de la implicación de Corcuera en el envío de cartas a miembros de Herri Batasuna, también hay crímenes sin aclarar ni juzgar en la denominada guerra sucia contra ETA, ¿todo esto no frena también el avance democrático que toda sociedad necesita?

Pues que se aclare y que se juzgue todo, aunque buena parte ya se aclaró y se juzgó. Si sobre eso actúa la Justicia con determinación, se sentencia las penas que se tengan que sentenciar, ¿en qué perjudica el avance?  

El Partido Socialista desde el primer momento aquí en Euskadi condenamos los GAL, la triple A cualquier tipo de terrorismo que efectivamente en su momento, si podía frenar el acabar con ETA. Pero ahora lo que tiene que actuar es la Justicia y la policía, lo mismo que tiene que actuar para esclarecer los cientos de crímenes de ETA que están sin aclarar.