El pasito adelante, pasito atrás parece que se ha vuelto la tónica general de la izquierda abertzale en los últimos meses. Y especialmente en Sortu en escasos pocas semanas. Mientras EH Bildu llega a un acuerdo histórico en el Parlamento vasco para aprobar los Presupuestos y darse así un barniz institucional, su frente más duro a las órdenes de Arkaitz Rodríguez reciben entre aplausos al ex jefe de ETA, Mikel Albisu, a su llegada a los juzgados de Donostia para declarar por su presunta implicación en el asesinato de Gregorio Ordóñez.
Esto, menos de un después de que los presos de ETA enviaran un comunicado desvinculándose y rechazando cualquier acto que pudiera herir a las víctimas. Unos actos que se han vuelto a producir. Y es que a pesar del manifiesto y la petición de los presos de ETA englobados en el colectivo EPPK de rechazar los 'ongi etorri' y pedir que no se celebren, el pasado jueves en Pamplona decenas de personas recibieron entre aplausos y bengalas al etarra Iñaki Etxeberria, alias 'Mortadelo'.
Y sin olvidar la declaración de Aiete con motivo del décimo aniversario del fin de la banda terrorista donde reconocían ahora que el dolor causado por ETA "nunca debió producirse",señalando que sentían "enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo". Fue Sortu además quien precisamente se comprometió a hacer "todo lo que está en su mano" para que no hubiera más recibimientos a presos.
Y no solo eso. El pasado fin de semana, ante el fallecimiento de otro histórico miembro de ETA, Antton Troitiño, el líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez junto con Arnaldo Otegi, visitaron el tanatorio y señalaron que había que llorar "a una víctima del conflicto". Troitiño fue condenado por 22 asesinatos. Otro mensaje contradictorio lanzado dentro de ese 'tira y afloja' para no romper con las bases más radicales, que chocan con los últimos mensajes lanzados desde EH Bildu y encajan con un movimiento, como el de la inclusión de David Pla, ex jefe de ETA, en la dirección de Sortu, que buscaría mantener la cohesión interna.
Porque finalmente Pla, otro ex jefe de ETA, ha sido propuesto por el Consejo Nacional de Sortu para ser responsable del Marco de Orientación Estratégica (vicesecretaria tercera), dentro de un equipo formado por cinco mujeres y cinco hombres para dirigir el partido de la izquierda abertzale, que forma parte de EH Bildu. El congreso de Sortu se celebrará en enero y de ahí saldrá una nueva dirección en la que Arkaitz Rodríguez seguirá como secretario general. Sin duda, ell gran golpe de efecto es la entrada de Pla. El último jefe de ETA que fue uno de los encapuchados que leyó el comunicado decisivo hace diez años.
Una cohesión que el lider de EH Bildi, Arnaldo Otegi ha evidenciado que no existe y que vuelven a sacar a la luz las diferencias que mantiene con Sortu. El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha asegurado este viernes que EH Bildu "está en la declaración de Aiete", en la que mostró su pesar por el "sufrimiento" causado a las víctimas de ETA y afirmó que nunca debió ocurrir, y en contra de que se realicen 'ongi etorris' públicos a los presos de ETA cuando sean excarcelados. Es el modo en el que se ha querido desmarcar de las últimas valoraciones de Sortu y del 'ongi etorri' de Pamplona.
Además, se ha desvinculado de los decisiones y actos de Sortu, al asegurar que él no es "el portavoz de la izquierda abertzale". "Por tanto, las cosas que afecten a Sortu, las tiene que contestar Sortu".La evasiva del dirigente de la izquierda abertzale evidencia las tensiones internas que vive esta corriente política entre quienes defienden la apuesta más institucional como los apoyos a los Presupuestos del presidente Sánchez, del País Vasco o de Navarra, así como avanzar en el desmarque de ETA, y los que aglutinan un núcleo más duro como el dirigente de Sortu, Arkaitz Rodríguez que consideró a Troitiño, condenado por 22 asesinatos, "una víctima del conflicto a la que llorar".
La izquierda abertzale afronta una etapa decisiva en el largo viaje en el que está embarcada para cambiar la percepción que muchos agentes sociales, económicos y políticos tienen de la rama política de la izquierda abertzale. El pasado heredado de la antigua Batasuna, esa falta de condena, cuando no la connivencia con ETA, y la ausencia hoy de una condena inequívoca del terrorismo siguen pesando como una losa en la mochila política. Un hecho que, junto a guiños 'antisistema' de su discurso, hace que una buena parte del electorado vasco sienta cierta desconfianza que frena el 'sorpaso' al PNV y la posibilidad de materializar la alternancia al partido que ha sido hegemónico hasta ahora en el nacionalismo.
Los esfuerzos de la coalición de izquierdas por desmontar esa imagen se engranan en una estrategia que viene desarrollándose en los últimos años y a la que contribuye la aparición de nuevas figuras y portavoces, alejados de la política en los años del terrorismo, junto a otros que llegan a la coalición de la mano de EA o Alternatiba.