Con la resaca de la votación de infarto por la que pasó el Gobierno central el pasado jueves para sacar adelante la reforma laboral, todavía resuena en la opinión pública esa expresión tan usada en los últimos días: 'geometría variable'. Un término que trataba de explica que Sánchez podía llegar a otras mayorías fuera del bloque de la investidura y que se ha demostrado muy díficil de hacer realidad para la coalición de gobierno en Madrid.
En Euskadi, el Gobierno vasco ha arrancado a EH Bildu una abstención en los presupuestos autonómicos, pero la legislatura, hasta ahora, ha estado marcada por la holgada mayoría con la que PNV y PSE han conseguido ir desarrollando su acuerdo de gobierno en este tercer mandato de Urkullu. A nivel foral y municipal la fórmula de gobierno ha sido exactamente la misma: jeltzales y socialistas gobiernan juntos las tres diputaciones y los Ayuntamiento de Bilbao, Vitoria y San Sebastián. Esa misma aritmética ha sido la mayoritaria en todos los municipios vascos de entidad excepto en uno: Irun.
Allí el socialista José Antonio Santano gobierna con Podemos. La alternativa surgió a raíz de la tensa relación que mantienen allí con los jeltzales, personificada en Xabier Iridoy, portavoz del PNV en esta localidad. No fue posible alcanzar un acuerdo y Santano comenzó la legislatura gobernando en minoría como la lista más votada hasta que en noviembre de 2020 apostó por sumar a su equipo de gobierno a los morados, dejando así a catorce concejales del lado del gobierno irundarra frente a los once de la oposición. El movimiento fue apoyado por las centrales de los partidos, aunque estas mismas afirmaron que no tenía extrapolación al resto de Euskadi.
En ese segundo año, el equipo de gobierno, pese a tener la mayoría, consiguió sumar a Bildu para las cuentas del Ayuntamiento. Esta semana, en cambio, el equipo de Santano y David Nuño —el líder de Podemos en Irun— sacaron adelante los presupuestos municipales únicamente con sus votos a favor, pero con la abstención del concejal del Partido Popular, Iñigo Manrique y de los siete concejales del PNV, dejando solamente a EH Bildu en el 'no' a las cuentas.
Es cierto que los discursos desde la oposición, especialmente el de Xabier Iridoy, fue duro, pero no es menos cierto que el presupuesto aprobado incluyó enmiendas de todos los grupos políticos de la localidad. El gobierno de Santano ha aceptado propuestas desde la oposición y la oposición también retiró enmiendas. En cualquier caso, los presupuestos de 2022 han servido para dejar a Irun como la localidad en la que todos los grupos políticos han acordado entre ellos: desde pactos de gobierno hasta apoyos presupuestarios en apenas año y medio, con 'geometrías' de lo más variadas en una legislatura que arrancó con una minoría gubernamental y que encara su final con unas cuentas en las que apenas tres escaños manifestaron su negativa a apoyar en un pleno de 25 concejales.