Voces jóvenes para contar historias que no son tan viejas. Las historias del dolor causado por ETA. El nuevo documental de Iñaki Arteta, titulado 'Sin libertad, 20 años después' y que se estrenará la semana que viene en la Seminci de Valladolid, vuelve a provocar una honda incomodidad al espectador, porque lo sitúa frente al espejo de la desmemoria social sobre el terrorismo. Una desmemoria que deja atrás a muchas víctimas, olvidadas por los vecinos y por las instituciones.
Los testimonios de las víctimas vertebran una vez más la obra de Arteta. Pero en este caso el director vasco incluye una importante novedad formal frente a otras películas suyas como 'El infierno vasco' o 'Trece entre mil': cinco jóvenes estudiantes de Periodismo son los encargados de entrevistar a cinco víctimas que protagonizaron, ahora hace 20 años, el mediometraje 'Sin libertad' con el que Arteta empezó su camino en este campo de la memoria.
Vuelven las víctimas, veinte años después. Su dolor, que por cierto sigue tan presente como entonces, cobra aún más fuerza cuando se intercalan las imágenes de ahora y de aquel documental primigenio. Sobre todo por la incredulidad de los entrevistadores, que ni siquiera podían sospechar que historias así habitaban en las calles de tantos pueblos españoles.
De hecho, esa ignorancia ciclópea de los jóvenes, que al final demuestran que aprendieron sobremanera con esta experiencia, es uno de los datos más reveladores de este documental. Dos de los jóvenes, Jagoba y Jon, son vascos y los otros tres, María, Pablo y Andrea, provienen del resto de España, pero, sean de donde sean, presentan el mismo desconocimiento sobre un fenómeno tan reciente. Nadie les ha explicado esto. Una de ellas dice en el documental que quizás debiera existir "alguna asignatura" sobre el particular.
Las víctimas que cuentan su experiencia son, por este orden, Inmaculada Iruretagoyena, hermana de José Ignacio Iruretagoyena, concejal del PP asesinado en Zarautz en 1998; Mari Mar Negro, hija de Alberto Negro, que en 1978 trabajaba en la central nuclear de Lemóniz cuando fue asesinado por la banda; Eva Pato, la viuda del policía nacional José Santos, que se quitó la vida en 1994 porque padecía el conocido 'síndrome del norte'; Begoña Elorza y José Antonio Díez, padres del ertzaina Jorge Díez Elorza, asesinado en 2000 cuando escoltaba a Fernando Buesa; y Santiago Abascal, presidente de Vox que padeció, junto a su padre, de igual nombre, numerosos ataques y amenazas por parte de ETA y su entorno.
El final en conversación
Sus frases, sus recuerdos y sus sensaciones de injusticia, que les siguen aguijoneando pese al paso del tiempo, recorren los 110 minutos de la película. Y dejan un poso que se nota, sobre todo, en los 15 minutos finales, cuando los cinco jóvenes entrevistadores se reúnen y comparten opiniones sobre lo que han vivido. Con tanta información nueva, ya no son los mismos.
"Por mucho que haya acabado el terrorismo, hay que seguir hablando de ello, es nuestra responsabilidad", afirma uno de ellos. "En las escuelas nadie nos habla de todo esto", dice otra. "No son sólo los jóvenes los que no saben, porque hay muchos adultos que lo han vivido, aunque sea de forma indirecta, pero no se han preocupado por indagar". "No se habla y no sabemos, pero cuando se lo cuentas a amigos, todos quieren saber más, así que hay esperanza", concluye otra de las entrevistadoras.