Lo que hace tres años parecía imposible es hoy una realidad: Bildu es socio habitual, casi preferente, del Gobierno de Pedro Sánchez. Poco importa que el presidente del Ejecutivo dijera lo contrario, porque sus contradicciones forman parte de su ADN político. Al menos dos conclusiones pueden sacarse del importante pacto suscrito esta semana. Una es que la coalición soberanista se ha impuesto al PNV en su particular batalla por ver quién logra más cesiones en el Congreso. Y otra es si todos estos movimientos conducen o no a que Bildu también sea socio del PSE en Euskadi. Ahora parece imposible, pero en política...