Ha sido un gran ejemplo para millones de personas en la lucha contra la depresión y también lo fue en las canchas de baloncesto defendiendo los colores de tres de los equipos más grandes que hay hoy en día en el panorama europeo. La vida de Santi Abad ha dado un giro de 180 grados desde su retirada en 2002 con la camiseta del Cáceres.
Después de debutar con tan solo 15 años con el RCD Espanyol, Abad fue quemando etapas hasta llegar a Vitoria, donde jugó durante cinco años en el Baskonia en tres periodos diferentes. Una vez cumplidos los 32, el catalán, afincado en Vitoria-Gasteiz, decidió cambiar su rutina y meterse de lleno en el mundo de la política con el PSE-EE. De hecho, hace un año estuvo en las listas socialistas de Legutio, deseando desarrollar proyectos deportivos y culturales en la provincia de Álava.
"Lo hago para echar una mano", comentó Abad el pasado año preguntado por su cambio de vida. Lo cierto es que la rutina del catalán quedó marcada cuando, con sólo 15 años, el RCD Espanyol de baloncesto le hizo debutar como baloncestista profesional. Abad era una de las grandes promesas del baloncesto español, un ala-pívot de mucho talento que consiguió llegar a lo más alto a nivel nacional después de proclamarse campeón de la ACB con el Barcelona y de la Copa del Rey con el Baskonia, club al que llegó en 1991 y al que volvió en dos ocasiones más, siendo su última etapa en 1997.
Con el TAU Cerámica, como se le denominada en aquellos años, además de ser campeón de Copa, llegó a ser también subcampeón de dicho torneo y finalista de la ACB. Un palmarés que le valió para, además de ser internacional con España en hasta 16 ocasiones, ser recordado con cariño por los aficionados del Baskonia. La conexión entre jugador y afición fue tan especial que decidió mudarse definitivamente a Vitoria-Gasteiz.
"El baloncesto me arruinó la vida, no tenía ganar de vivir"
El de Barcelona disputó más de 350 encuentros, y a lo largo de su carrera, se le ha visto involucrado en diversos enfrentamientos con técnicos o compañeros de equipo. Su carácter influyó notablemente a lo largo de su carrera. El hecho de debutar tan joven y cambiar de vida de un día a otro, le llevó a una gran depresión. "El baloncesto me arruinó la vida, no tenía ganar de vivir", dijo en una entrevista. Mirando su currículum, uno diría que la de Abad fue una carrera envidiable. Jugador de Obradovic, de Scariolo, de Aíto García, de Manel Comas, de Lolo Sainz... Más de 7 puntos por partido, 3,5 rebotes y mejor sexto hombre de la Liga.
Pero lo cierto es que desde bien joven, la presión y la fama le jugó una mala pasada a Abad: "En los 80 yo era el jugador con más posibilidades técnicas y físicas del baloncesto español. No pasé ni por categorías inferiores. En tres años ya era profesional. Todo fue muy rápido. El nivel de exigencia era brutal, yo era un tío con carácter y me quebraron. Hoy se llamaría bullying. Yo me sentí maltratado en el deporte profesional".
Presidente del Araberri en Leb Oro
Una vez que dejó de lado el baloncesto como jugador, decidió llenar ese vacío que, en parte, le aportó este deporte. Tras retirarse decidió afincarse en la capital alavesa por motivos personales y tuvo la oportunidad de ser presidente del club de baloncesto Araberri, que llegó a militar en la Leb-Oro. También trabajó en la gestión de instalaciones municipales e incluso trabajó para Lacturale. Todo ello, antes de que le llegara la oportunidad de presentarse de forma simbólica en las listas del PSE-EE al Ayuntamiento de Legutio, a escasos kilómetros de Vitoria-Gasteiz.
Después de su retirada, Abad trabajó en la gestión de instalaciones municipales e incluso trabajó para Lacturale
Aunque él reconoce que este paso lo hizo "para echar una mano" al tener amistad con "gente que forma parte dentro del partido", le intrigaba la opción de poder crear proyectos "deportivos y culturales" en Álava. A día de hoy, no descarta volver a retomar esta idea, aunque los resultados en Legutio no fueron como quizá preveían, y es que el PSE-EE, que aumentó el número de votos, tan solo pudo sumar un concejal más y sumar un total de dos.