Lo que comenzó como un desconocido tipo de neumonía, más de un año después ya cuenta en España con más de 100 millones de casos y se ha cobrado más de dos millones de vidas. De estos contagiados por la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2, la mayoría han experimentado síntomas leves y sin ser hospitalizados, sin embargo, algunos pacientes sufren complicaciones tras superar el coronavirus.

Para evitar llegar a esta situación, la evidencia científica acumulada demuestra que es muy recomendable tanto a los pacientes asintomáticos como a los que han sufrido cuadros más graves realizar un chequeo pos-COVID.  Se trata de una serie de pruebas a través de las cuales se evalúan e identifican las posibles secuelas y qué áreas de tu salud se han visto afectadas por la infección. De esta manera conseguirás tratar, interrumpir o frenar su evolución, así como evitar posibles complicaciones derivadas de las mismas.

¿En qué consiste?

Un análisis de sangre y de orina completos, un electrocardiograma, una resonancia y una espirometria son las pruebas completas que incluye el chequeo que realiza Policlínica Gipuzkoa, con  resultados en menos de 24 horas. Los especialistas del centro recomiendan  que el chequeo pos-COVID-19 se realice cuando el paciente lleve un mes sin notar mejora, además de un empeoramiento de la calidad de vida.

“Hay muchas personas que pasan el coronavirus sin enterarse y hay a quien le deja secuelas que le incapacitan para afrontar las tareas que antes formaban parte de su rutina diaria. El paciente no llega a su calidad de vida habitual y además tiene sensación de ahogo, de que le cuesta respirar”, explica la médico internista de Policlínica Gipuzkoa, Yanire Casanova.

Fibrosis pulmonar

Tanto es así que se está considerando otorgar la incapacidad laboral permanente por secuelas de COVID-19 en los casos más extremos. De hecho, una de las secuelas más graves que puede dejar el coronavirus es la fibrosis pulmonar, una enfermedad pulmonar que provoca un endurecimiento o cicatrización progresiva del tejido pulmonar, de grave pronóstico, y cuya tasa de supervivencia a cinco años después de su detección sin tratamiento no supera el 40%, según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Cefalea

La cefalea es otra de las secuelas más comunes, pues afecta entre un 40 y 60% de las personas que se contagian de COVID-19. En algunos casos, esta cefalea puede llegar a cronificarse, lo que repercute negativamente en el desarrollo de la actividad laboral normal. La fatiga crónica es otra de las afecciones poscoronavirus más frecuentes: “El paciente que viene a la consulta pos-COVID, lo que siente es muchísimo cansancio”, afirma Casanova.

Los síntomas que acompañan a la migraña a veces son más vagos y otras veces la gente los detecta muy bien, como pueden ser cierta sensación de que la luz molesta, los ruidos molestan más de lo habitual, y a veces van acompañados de náuseas, pudiendo llegar a náuseas y vómitos. “Cuando los episodios de dolor de cabeza se acompañan de cinco de estos síntomas, o más de cinco, ya podemos estar hablando de que esa persona puede tener migraña”,  afirma Ane Mínguez-Olaondo, neuróloga de la Unidad de Neurociencias Clínicas de Policlínica Gipuzkoa.

¿Cómo solicitar el chequeo?

Por ello es tan importante un diagnóstico precoz y la realización de pruebas como el chequeo poscoronavirus. Para acceder a este servicio, los pacientes que lo soliciten llamando a Policlínica Gipuzkoa, reciben una llamada del internista donde se les pregunta cuándo ha sido la PCR positiva, qué síntomas han tenido durante la enfermedad, si han sido leves, moderados o graves, si han estado ingresados y si han tenido neumonía.

Posteriormente se les pregunta cómo están ahora, si tienen algún síntoma, si se encuentran mal y se les pregunta sobre sus antecedentes personales, para decidir qué pruebas realizar: placa de tórax, escáner, etc. “Después de esto, -continúa la especialista- los pacientes acuden a la consulta presencial con el médico internista, se les explora y posteriormente, comienza la ruta de pruebas”.

Tratamiento

Una vez se tengan todos los resultados en el centro, se realiza un tratamiento personalizado, en función de las necesidades de cada paciente. Los profesionales aconsejan realizar ejercicio moderado y, si procede, realizar rehabilitación respiratoria.

Según Casanova, el tiempo medio para recuperarse depende de varios factores: “Los antecedentes personales, porque no es lo mismo una persona que tiene hipertensión, obesidad o problemas de corazón, o una persona joven a otra que no lo es, una persona que ha tenido síntomas leves que otra que ha pasado una neumonía potente… La gente joven se recupera por lo general entre dos y tres semanas, la gente mayor o que ha pasado una clínica severa necesita de dos a tres meses en adelante”.