La brecha entre las fecundidad deseada y la lograda entre las mujeres españolas es de las más altas de Europa. En contraposición con este deseo de tener hijos, España registra una de las tasas de fecundidad más bajas del mundo (1,3 de hijos por mujer) y la edad media de las mujeres en el nacimiento del primer hijo se encuentra entre las más altas a nivel internacional (30,9 años).
Ésta es una de las conclusiones del estudio del Observatorio Social de la Fundación la Caixa “¿Por qué las mujeres no tienen todos los hijos que dicen querer tener?”, realizado por la profesora e investigadora en la School of Public and International Affairs de la Universidad de Princeton, de Alícia Adserà, y de Mariona Lozano, del Centro de Estudios Demográficos.
Factores
En esta línea, alrededor del 35 % de las mujeres que han superado la edad reproductiva óptima querría haber tenido más descendencia y aproximadamente el 19% de más de 45 años no tiene hijos. Este último porcentaje está por encima de la media europea y solo por debajo de países como Italia, Reino Unido y Países Bajos, que se acercan más al 20 %.
Las dificultades para alcanzar la estabilidad en distintas esferas de la vida como marcharse del domicilio de los padres, encontrar un empleo digno y formar una pareja estable, son algunos de los factores que explican esta brecha entre fecundidad deseada y lograda.
Condiciones económicas
Las condiciones económicas destacan especialmente cuando se pregunta a las mujeres cuál es la principal razón por la que no han cumplido sus planes de fecundidad. Por lo que la demora a la hora de formar una familia refleja el aumento de la precariedad que están sufriendo las generaciones más jóvenes.
Lograr la independencia económica, requisito previo en la mayoría de los casos para formar una pareja estable y para tener hijos, es un primer escollo con el que se encuentran las parejas jóvenes, teniendo en cuenta que el paro juvenil y el porcentaje de trabajo temporal en España están entre los más altos de Europa.
Inestabilidad laboral
Esta inestabilidad no solo afecta a los adultos que poseen una menor formación, sino también a aquellos con estudios universitarios, que tardan en encontrar un trabajo que esté a la altura de sus aspiraciones.
El informe también estaca que la baja fecundidad tiene importantes implicaciones políticas, entre las que destaca el impacto negativo en la sostenibilidad del estado del bienestar.
Políticas de apoyo a la natalidad
A las parejas les resulta difícil lograr que todo esté encaminado antes de tener descendencia. No obstante, las políticas con las que se ha intentado aumentar la fecundidad a través de transferencias de efectivo a corto plazo no han tenido éxito y solo han afectado de forma temporal al momento en que se han producido los nacimientos.
Los cambios en la conciliación entre vida laboral y familiar, la dedicación demás tiempo por parte de los hombres a tareas domésticas para reducir la 'segunda jornada laboral' que les espera a muchas mujeres al llegar a casa tras el trabajo, y las mejoras en el mercado laboral podrían ser los ingredientes básicos para favorecer la fecundidad.