La salud visual es de vital importancia, todavía más cuando se aborda en una época tan delicada como la infancia, cuando los más pequeños están en fase de desarrollo. Una visión correcta es fundamental para la formación educativa de los niños y muchos problemas oculares que se padecen en edad adulta se producen al no haber sido detectados entonces, cuando aún se pueden tomar medidas correctoras.
Además, los expertos alertan de que los problemas visuales en los niños pueden derivar en fracaso escolar. Los padres y los profesores tienen un papel fundamental en la prevención y detección precoz de cualquier anomalía en los más vulnerables, también en lo que se refiere al cuidado de los ojos.
La primera visita
De ahí la importancia de que los padres concierten una visita con el oftalmólogo en una necesaria labor de prevención. Los expertos consideran conveniente que pese a que no haya síntomas la primera revisión ocular tenga lugar lo antes posible.
“Todos los niños y niñas deberían acudir a una consulta oftalmológica a partir de los tres años de edad”, aconseja la oftalmóloga pediátrica de Policlínica Gipuzkoa, Lourdes Ruiz, quien matiza que la primera visita no debe postergarse demasiado “siempre y cuando sus padres o el entorno cercano no vean antes algún signo que llame la atención”.
Las primeras señales de alarma
Las primeras señales que avisan de que hay que estar alerta son un reflejo blanco en la pupila o en el ojo, fruncir el ceño de forma exagerada, visión borrosa, cefaleas frecuentes, irritación de ojos, enrojecimiento ocular, parpadeo constante, tendencia a bizquear o guiñar un ojo cuando miren al sol son algunas evidencias de que algo no funciona adecuadamente.
La especialista señala que la primera visita oftalmológica “sirve para valorar la visión que tiene, siempre adecuando los estudios a la edad del niño o niña”. En esta revisión inicial se evalúa la visión de colores, la visión tridimensional y “también podemos valorar si existe un estrabismo o una catarata, y estudiar el fondo de ojo”. Las patologías más frecuentes suelen ser la necesidad de gafas, el estrabismo o conjuntivitis alérgica.
El peligro de las pantallas
La doctora pone el énfasis en limitar el uso de las pantallas. Desde su opinión profesional, un niño menor de dos años no debería usarlas y, a partir de entonces, hacerlo siempre con un tiempo limitado y adecuado a su edad.
La oftalmóloga pediátrica de Policlínica Gipuzkoa advierte de que en el caso de miopía, hipermetropía o astigmatismo no hay que precipitarse a la hora de valorar la posibilidad de corregir estas afecciones en el quirófano. Lourdes Ruiz considera que, aunque “cada paciente tiene una evolución particular”, esta posibilidad no debe plantearse hasta los 21 o 22 años. “Ningún paciente puede operarse antes de esa edad, siempre confirmando que existe una estabilidad de la refracción”, recalca
Las lentillas, ¿sí o no?
La especialista desvela que muchos padres le preguntan en la consulta si el niño puede usar lentes de contacto. La respuesta la tiene muy clara la doctora de Policlínica Gipuzkoa: “Su uso debe tener una responsabilidad máxima en el paciente, en este caso el niño, y en el entorno familiar como son los padres, porque las infecciones que éstas pueden provocar son catastróficas. A partir de cierta edad, siempre que el niño sea responsable, puede utilizarlas sin sobrepasar las horas indicadas para cada uso”, concluye.