El trastorno del sueño es una patología que impide disfrutar del descanso necesario y que tiene importantes repercusiones en la vida diaria, como agotamiento físico, somnolencia durante el día, bajo rendimiento laboral, entre otras alteraciones. No tiene un origen definido y, en algunas ocasiones, es la consecuencia del efecto producido por otras enfermedades.
La mayoría de las personas ocasionalmente experimentan problemas para dormir debido al estrés, horarios frenéticos y otras influencias externas. Cuando estos problemas empiezan a suceder con regularidad e interfieren en la normalidad de la vida diaria, pueden indicar un trastorno del sueño.
Afecta a todas las edades
Estos trastornos, que acostumbran a ser más habituales en la madurez, están experimentando un cambio de tendencia y ya afecta a personas en edades más tempranas.
“Antiguamente, las patologías del sueño eran más típicas en adultos, sobre todo en ancianos pero en los últimos años sí que se ve a jóvenes adolescentes e incluso niños que padecen patologías del sueño”, admite la doctora Ana Arena, Jefa del Servicio de la Unidad del Sueño de Policlínica Gipuzkoa.
Síntomas y recomendaciones
Los ronquidos, el insomnio, la apnea del sueño (pausas respiratorias al dormir) y el síndrome de piernas inquietas (impulso irrefrenable de mover las piernas producido por una sensación desagradable) o la narcolepsia (ataques de sueño incontrolables y frecuentes durante el día), terrores nocturnos, pesadillas y sonambulismo son los trastornos del sueño con mayor prevalencia.
La neurofisióloga de Policlínica Gipuzkoa propone una serie de normas o consejos que ayuden a descansar bien, como mantener horarios regulares de sueño, evitar la cafeína o nicotina durante la tarde, evitar los ordenadores en las horas previas a acostarnos, evitar la luz intensa por la noche, no realizar ejercicio físico a última hora y, sobre todo, no utilizar dispositivos digitales antes de irse a dormir.
La doctora Arena desaconseja “el uso de dispositivos digitales o de pantallas en las tres o cuatro horas previas al sueño. Eso incluye teléfonos, ordenadores o tablets o cualquier otro aparato que emita una luz intensa porque retrasa la liberación de melatonina y provoca un retraso en la fase de sueño”.
Evitar distracciones
Hay trastornos del sueño que no son inducidos por una enfermedad, sino por la falta de horas de descanso. Los adolescentes son propensos a una mala higiene del sueño, puesto que en muchos casos se quedan mucho rato despiertos en la cama. No dedicar las horas de sueño necesarias les provoca un déficit de sueño que, además, de no permitirles descansar lo suficiente, provoca trastornos en el aprendizaje, en la conducta y hormonales.
“Estar en una red social o con un dispositivo digital va a dificultar poder dormir y eso provoca que estés haciendo cosas y que no tengas sueño. Estás entretenido con eso y te vas a la cama más tarde. No es solo el retraso de la fase de sueño sino que además es un mal hábito para una buena calidad de sueño”, alerta la doctora Arena.