Con la primavera a la vuelta de la esquina, es el momento ideal para planear una escapada a alguno de los rincones más encantadores de nuestra geografía. Los días se alargan, el clima comienza a suavizarse y es el instante perfecto para descubrir un destino lleno de historia, cultura y, por supuesto, una exquisita gastronomía. Euskadi es tierra de contrastes y belleza, y sus pueblos medievales ofrecen una atmósfera única para desconectar de la rutina y sumergirse en siglos de legado histórico.
En el País Vasco hay numerosos pueblos que bien merecen una visita. La cercanía entre ellos y las excelentes conexiones permiten hacer escapadas de un día sin complicaciones. Ya sea para pasear entre sus calles empedradas, descubrir rincones llenos de historia o simplemente cambiar de aires, un viaje a uno de estos destinos es la mejor forma de salir de la monotonía.
Entre estos lugares, hay uno que este mes de marzo destaca como una parada obligatoria: Hondarribia, un auténtico tesoro medieval de Gipuzkoa.
Un paseo por la historia de Hondarribia
Ubicada en la desembocadura del río Bidasoa, Hondarribia es la única ciudad de Gipuzkoa que conserva sus murallas renacentistas. Sus orígenes se remontan al Paleolítico, y su privilegiada situación estratégica la convirtió en un enclave de gran relevancia a lo largo de los siglos. Durante la época romana, sus aguas servían para exportar minerales extraídos de las cercanas minas, pero fue en la Alta Edad Media cuando comenzó a ser fortificada, primero por los reyes de Navarra y luego por los de Castilla.
En el Renacimiento, el recinto amurallado adquirió su estructura actual con imponentes murallas, baluartes, puentes levadizos y fosos, convirtiéndolo en un bastión defensivo fundamental. A lo largo de su historia, Hondarribia sufrió más de nueve asedios, pero el más feroz tuvo lugar en 1638. La ciudad resistió heroicamente el asedio durante meses y, tras su victoria, comenzó a conmemorarse cada 8 de septiembre el famoso Alarde de Hondarribia, una celebración en honor a la Virgen de Guadalupe, patrona de la localidad.
El pueblo pesquero de Hondarribia.
El casco antiguo, ubicado en lo alto de una colina y rodeado por las murallas, es una auténtica joya arquitectónica. Sus calles empedradas, dispuestas en cuadrícula, están flanqueadas por edificios históricos con balcones de hierro forjado y aleros tallados con gran esmero. Según recoge Hondarribia Turismo, la ciudad, que durante siglos fue conocida como Fuenterrabía, recuperó su nombre original: Hondarribia, que significa "vado de arena" en euskera. A lo largo de los siglos, la villa ha recibido numerosos títulos honoríficos en reconocimiento a su resistencia y valentía, y en 1963 su casco histórico fue declarado Conjunto Monumental.
Qué ver y hacer en Hondarribia
Un paseo por el casco antiguo es imprescindible para descubrir la esencia medieval de Hondarribia. Entre sus calles empedradas se encuentran lugares emblemáticos como la Plaza de Armas, donde se alza el imponente Castillo de Carlos V, hoy convertido en un Parador Nacional. También merece la pena visitar la Iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, una construcción gótica con detalles renacentistas que domina la ciudad desde las alturas.
Pero si hay algo que llama la atención de los visitantes, son sus coloridas casas de estilo vasco con balcones de madera decorados con flores. El barrio de la Marina, antiguamente habitado por pescadores, es uno de los rincones más pintorescos de la ciudad. Sus fachadas de vivos colores, sus estrechas callejuelas y la vida que se respira en sus terrazas hacen de este lugar un sitio perfecto para pasear y disfrutar del ambiente local.
Dónde comer en Hondarribia
La gastronomía es otro de los grandes atractivos de Hondarribia. La ciudad cuenta con una gran oferta de restaurantes y bares de pintxos donde degustar lo mejor de la cocina vasca. En el barrio de la Marina, locales como Gran Sol o Sebastián ofrecen una exquisita variedad de pintxos que han sido reconocidos en múltiples ocasiones. Para una experiencia más completa, restaurantes como Alameda, con una estrella Michelin, o Abarka, especializado en pescados y mariscos frescos, son opciones ideales para disfrutar de una comida inolvidable.