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Desde los viñedos y pueblos históricos y medievales alaveses hasta los amplios prados de Bizkaia y Gipuzkoa. En Euskadi existe una belleza natural única en cada rincón, incluso en la costa, donde el territorio vasco guarda una esencia única y donde las playas, los pueblos pesqueros y los acantilados son capaces de ofrecer las mejores vistas. 

Euskadi es un territorio lleno de contrastes en el que cada uno de sus 252 pueblos tiene una identidad propia. Su belleza deriva de una fusión de historia, maravillosa arquitectura, cultura, gastronomía y los paisajes naturales que los rodean. Un lugar en el que, sin duda, se realizan las mejores rutas de senderismo. 

Camino Ignaciano, un imprescindible

Existe una ruta muy famosa con más de 500 años de historia y que todavía atrae a los más curiosos. Este es el Camino Ignaciano que, con sus 700 kilómetros y de longitud y su paso por 92 pueblos vascos y distintas comunidades autónomas sigue llamando la atención de los deportistas. 

Tal y como apunta la web del Camino Ignaciano, este es el Camino Real que el soldado y sacerdote fundador de los 'Jesuitas' Ignacio de Loyola siguió después de su conversión espiritual y tras pasar por el pueblo de Navarrete en 1522 desde Loyola hasta la ciudad de Manresa. Este coincide con el conocido Camino de Santiago que pasa por Cataluña, Aragón, Navarra y La Rioja.

"No sabemos cuántos peregrinos hacia Santiago se cruzaron con Ignacio, pero tuvo que sentirse más de una vez 'a contracorriente', al marchar en sentido inverso al de los que peregrinaban a Compostela. Un rasgo muy propio de Ignacio fue respetar la conciencia y el camino de cada uno, pero, si él tenía que ir 'a la contra', no lo dudaba, lo hacía a mayor gloria de Dios, lo mismo que todo cuanto emprendía", añade la web.

La experiencia de Ignacio fue a contramarcha y quien realice hoy este camino se podrá cruzar con otros peregrinos, pero "en el sentido contrario a las flechas amarillas" que van para Santiago y que uno se topará en su trayecto. Según la web de Euskadi Turismo en el folleto El Camino Ignaciano, el sacerdote tuvo como primera decisión la de ir a Jerusalén como peregrino, deseo que le llevó a Montserrat y Manresa. En Cataluña residió un año y desde ahí continuó hasta Roma y Jerusalén.