Ainhoa no es un nombre cualquiera. En euskera, significa “la que cuida” o “la que protege”, pero también da nombre a uno de los pueblos más pintorescos del País Vasco francés. Situado a apenas unos kilómetros de la frontera con España, este rincón del departamento de Pirineos Atlánticos parece sacado de una postal tradicional vasca. Fachadas blancas con entramados de madera roja, calle empedrada y frontón, cómo no.
Sin embargo, y pese a su proximidad con Euskadi, Ainhoa sigue siendo un gran desconocido para muchos vascos. Incrustado en la región de Nueva Aquitania, Ainhoa forma parte de la provincia histórica de Lapurdi, uno de los tres territorios que conforman el País Vasco del norte. Allí, la cultura vasca se respira en cada esquina: en el idioma, en la gastronomía, en la arquitectura y, por supuesto, en las fiestas populares. El pueblo está reconocido como uno de los “Plus Beaux Villages de France” (los pueblos más bellos de Francia), una distinción que pone en valor su autenticidad y su conservación patrimonial.
Este es el pueblo con nombre de mujer a pocos kilómetros de Euskadi
No es Guipúzcoa y tampoco Navarra, aunque lo parezca. El euskera se escucha con frecuencia, y los habitantes alternan con naturalidad entre el francés y el idioma propio de Euskadi. Muchos de los apellidos que se leen en los buzones podrían encontrarse también en Tolosa o Elizondo, por poner algunos ejemplos. La conexión con el sur es tan fuerte que incluso el turismo que recibe Ainhoa procede en buena parte de Euskadi, especialmente en verano.
La calle principal del pueblo, que conecta la iglesia con el antiguo convento, está flanqueada por caseríos de estilo tradicional vasco, con sus colores característicos y balcones de madera llenos de flores. En el centro, un frontón recuerda la pasión por la pelota vasca, y en los alrededores se celebran ferias y romerías que podrían confundirse con las de cualquier pueblo de Bizkaia.
La cercanía con España también ha marcado su historia. Durante siglos, Ainhoa fue un punto clave en las rutas de peregrinación a Santiago de Compostela. Su ubicación en el Camino de Santiago del Norte lo convirtió en lugar de paso para caminantes que, desde San Juan de Luz o Bayona, cruzaban hacia Navarra.
Esto es todo lo que debes saber sobre Ainhoa
Cada año, el pueblo celebra fiestas que mezclan elementos religiosos y profanos, con bailes vascos, misa mayor, desfile de pastores y comidas populares. Las festividades de agosto, en honor a la Asunción, son las más importantes y atraen a todo tipo de público.
Uno de los edificios más representativos es la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XIII y remodelada en el XVII. Su campanario de estilo vasco y su interior de galerías de madera recuerdan otras iglesias del País Vasco. A pocos pasos, el antiguo convento de los agustinos ofrece un vistazo a la importancia religiosa del pueblo en siglos pasados.
Las casitas de colores son una de las singularidades de Ainhoa
Ainhoa está rodeada por las suaves montañas del macizo de los Pirineos Atlánticos. Desde el pueblo se pueden realizar rutas de senderismo hacia el monte Atsulai o el col de Lizuniaga, dos enclaves con vistas panorámicas sobre el valle de Xareta, compartido con otras localidades como Urdazubi o Sara.
En Ainhoa, con tintes claramente de origen vasco, se pueden degustar platos como el axoa (guiso de ternera con pimientos y especias), el pastel relleno de crema o cerezas y productos locales como el queso Ossau-Iraty, con denominación de origen protegida.