Cada año miles de personas intentan llegar a lo que consideran la tierra prometida. Se lanzan al mar en débiles pateras que en muchas ocasiones acaban hundidas en las aguas. Pero antes, la mayoría de estas personas han cruzado un desierto del que no todos salen. Familias enteras a las que se les termina la gasolina y quedan momificadas mientras esperan a que alguien les ayude. El Aita Mari es un barco capitaneado por el presidente de Salvamento Marítimo Humanitario, Iñigo Mijangos. Nos hemos dado una vuelta con él para descubrir las terribles historias que esconde ese mar que fue de acogida pero ya no lo es, el Mediterráneo.
Hace varios días, el Aita Mari zarpó de nuevo hacia el Mediterráneo Central para unirse a otras organizaciones de salvamento humanitario e intentar rescatar a personas que huyen de sus países de origen en pequeños botes. Ni la pandemia ni las condiciones meteorológicas son frenos para quienes abandonan sus hogares y creen que al llegar a Europa sus problemas habrán terminado. Nada más lejos de la realidad. Comienza entonces otro calvario en forma de devoluciones en caliente a sus países de origen o permanencia en centros de detención que puede prolongarse años.
Prepárate para saber cómo se sienten quienes llegan a nuestras costas.