Sara Buesa ha advertido este domingo de que "la auténtica tolerancia no es permitir todo tipo de comportamientos" y que el respeto a la diversidad y la igualdad de derechos de todos los ciudadanos requiere de "compromisos éticos y no meramente estéticos". Por ese motivo, en el 21º aniversario del asesinato de su padre, el dirigente socialista Fernando Buesa, a manos de ETA, ha exigido un rechazo "claro" de los actos de homenaje a quienes hayan cometido crímenes y ha criticado toda jutificación de la violencia.
La vicepresidenta de la Fundación Fernando Buesa Blanco ha planteado esta reflexión en el acto anual en memoria de su padre y de su escolta, Jorge Díaz Elorza, asesinados en Vitoria en un atentado con coche bomba perpetrado por ETA el 21 de febrero de 2000. El acto ha contado con la presencia de la consejera de Trabajo y Empleo Idoia Mendia, la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, y el diputado de Álava, Ramiro González, entre otros.
El discurso de Sara Buesa ha girado en torno a los conceptos de 'comunidad' y de 'tribu'. La vicepresidenta de la Fundación Fernando Buesa Blanco ha explicado que "cuando una comunidad, en vez de basarse en ese componente afectivo que surge de manera natural en la vida, se construye sobre una identidad o una cultura determinadas, entonces deja de ser comunidad y pasa a ser tribu". Buesa ha subrayado que los grandes retos de la sociedad "no pueden resolverse de ninguna manera con mentalidad de tribu, pensando en términos de 'los míos' y 'los otros'", dado que este comportamiento crea "comunidades estancas y excluyentes".
De esa forma, ha manifestado que aunque "el reconocimiento de la cultura y la idiosincrasia propias de un territorio es importante", lo es "aún más" el hecho de "garantizar que todas las personas que habitan" en ese territorio "tienen las mismas oportunidades para vivir su vida con dignidad y conforme a sus valores". "El problema no está en distinguir una identidad, sino en hacer de ella algo absoluto y construir un modelo social y político en torno a ella", ha afirmado, tras lo que ha avisado que es entonces es "cuando se cae en el integrismo, en la uniformidad que oprime y excluye".
"El proyecto político que ETA trató de imponer mediante la violencia terrorista era un proyecto sectario, basado en una visión idílica de una sociedad vasca homogénea", ha denunciado. "Una comunidad 'pura', en la que las diferencias de identidad eran muros defensivos que excluían lo que no formaba parte de ella". La hija de Buesa ha recordado a las personas que fueron "expulsadas de la comunidad vasca" y que "optaron por marcharse de su tierra porque no se veían reconocidas en esa identidad selectiva", así como a aquellas que sufrieron un "exilio interior", al permanecer en Euskadi, pero "sufriendo la exclusión y la ignorancia".
Todas ellas, según ha afirmado, eran personas que tenían "lazos afectivos y vínculos" con Euskadi, "que amaban su tierra", pero que "no pudieron desarrollar de forma plena su proyecto de vida" en Euskadi. Sara Buesa ha explicado que el grado de "exclusión y división" en el País Vasco fue tal que "corrompió incluso el espacio de las relaciones naturales de familia, amistad y vecindad". A su juicio, tras décadas de terrorismo y una vez que ETA se ha disuelto, es necesario "repensar la comunidad vasca que queremos construir". "Arrastramos un trauma colectivo y un daño muy profundo en nuestro tejido social; el proceso de construcción de nuestra comunidad requiere reparar ese daño y desterrar los vestigios de un comportamiento de tribu que continúan condicionando nuestra convivencia", ha manifestado.
Sara Buesa considera que es posible "reconocer la identidad y la cultura vascas" y "al mismo tiempo preservar los derechos humanos y de ciudadanía", algo para lo que se requiere de "proyectos políticos incluyentes, que respeten la diversidad de nuestra sociedad". "El verdadero diálogo entre diferentes se da cuando hay un intercambio de saberes, visiones y valores entre todos los vecinos, y cuando todos ellos se tienen en cuenta en la construcción de un modelo de sociedad", ha precisado. Además, ha indicado que "escuchando y teniendo presentes todas las miradas, podremos abrir posibilidades integradoras y construir una comunidad inclusiva, en la que todas las personas puedan desarrollar una vida buena y participar por igual de un bienestar y un respaldo comunitario". No obstante, ha advertido de que "respetar la diversidad y defender la dignidad y la igualdad de derechos de toda la ciudadanía, exige adoptar compromisos éticos y no meramente estéticos".
"Reconectar lazos"
Como ejemplo de esos necesarios compromisos, ha subrayado los siguientes: "posicionarse claramente contra todas las vulneraciones de derechos y las desigualdades que se producen; rechazar que se homenajee o ensalce a personas que han cometido crímenes; y hacer frente a los discursos que justifican el uso de la violencia".
"Necesitamos confrontar con estas realidades que continuamos viviendo hoy en día en Euskadi y decir claramente a 'esto no'", ha afirmado Sara Buesa, que ha subrayado que "la auténtica tolerancia no es permitir todo tipo de comportamientos". En su opinión, solo de esta forma será posible "reconectar los lazos que se han roto y crear una red comunitaria en la que todas las personas nos sintamos parte y protegidas".
Al margen de sus reflexiones en torno a la necesidad de reconstruir la convivencia tras el terrorismo de ETA, Buesa ha planteado algunas consideraciones sobre el concepto de comunidad en el actual contexto de pandemia de covid-19. En este sentido, ha afirmado que "el individualismo, los vínculos frágiles y fugaces, la despersonalización, ajena a las desigualdades y a los problemas sociales, destruyen la comunidad".
La pandemia, según ha dicho, es "un buen ejemplo de ello", dado que no será posible hacer frente a la crisis sanitaria "si no se piensa con visión global y tomamos conciencia de que es un problema común y de que sólo unidos vamos a poder salir de ella". "La situación de emergencia sanitaria nos ha hecho tomar conciencia de la importancia central de cuidarnos en comunidad; nos hemos sentido conectadas dentro de nuestra común humanidad", ha afirmado.
"Víctimas y no héroes"
En el acto también ha intervenido el filosofo Daniel Innerarity, quien se ha mostrado partidario de "sustituir las memorias históricas de las naciones por un tipo de memoria que tratan de divisar la historia desde el punto de vista de las víctimas".
El filosofo ha explicado que la historiografía "ha sido durante mucho tiempo una relación de hazañas protagonizadas por generales, hombres victoriosos y conquistadores". No obstante, ha afirmado que se está produciendo "un poderoso cambio de mirada", en el que el foco se sitúa en lo que les ocurrió "a quienes más padecieron, a los vencidos, a las mujeres, a la gente corriente". "¿Como vivieron aquello? ¿No es más real cómo lo vivieron aquellos que cómo lo vivieron los grandes generales?", se ha preguntado.
Innerarity cree que la principal fuerza transformadora de la memoria consiste en "reemplazar la narrativa de las gestas por la narrativa de los sujetos pacientes". En este sentido, considera que "debería evitarse la retórica que acompaña algunas veces al discurso de las víctimas, y que parece desconocer que son precisamente eso: víctimas, y no héroes".
El filósofo ha dicho que ambas son "dos realidades completamente distintas", y ha manifestado que "si una sociedad se cuenta su pasado desde la perspectiva de quienes han padecido, tiene más posibilidades de construir su futuro inclusivamente, de manera que convierta en su principal objetivo evitar el padecimiento y cuidar la vida común vulnerable".