Hace menos de dos meses que terminó el terrible año marcado por la llegada de la pandemia de la covid-19. Un año, 2020, que se ha despedido dejando en Euskadi un total de 129.140 personas en la cola de Lanbide, 15.000 más que en 2019, tal y como revelan los datos del Servicio Público de Empleo. Aún así, este golpe podría haber sido mucho más duro si no llega a ser por el muro de contención de los ERTE, que al cierre de año contabilizaban a 41.073 personas en estos expedientes.
Estos datos demuestran que la situación del mercado laboral no es en absoluto la idílica o deseada. Los jóvenes cada vez alargan más su periodo de formación por la falta de oportunidades y el sector más adulto se siente desamparado cuando, después de un largo historial laboral, de pronto se encuentra sin empleo y con numerosos gastos a los que hacer frente. Según los últimos datos de Lanbide, a fecha de enero de 2021, el paro registrado en mayores de 45 años asciende a 64.690 personas. Casi la mitad del total. Y la situación sigue siendo peor para las trabajadoras porque más de la mitad, 55,5% son mujeres. Dentro de esta misma franja de edad, a día de hoy hay 1.431 trabajadores en ERTE.
Protagonistas del desempleo estructural
El director del gabinete técnico de Lanbide, Javier Ramos, considera que la situación laboral "ha empeorado para todos" pero que este no es un colectivo cuya situación haya cambiado siginificativamente respecto al año anterior. "A pesar de la pandemia, la realidad sigue siendo la misma. Estas personas mayores de 45 años ya eran los protagonistas del desempleo estructural o de larga duración. Es el colectivo cuantitativamente más importante y el que más dificil lo tiene para volver a encontrar trabajo", explica.
La dificultad para volver a la actividad se debe principalmente a unas cuestiones en las que Javier Ramos y Jon Bernat Zubiri, profesor de la facultad de Relaciones Laborales de la UPV/EHU coinciden: estos trabajadores son más caros, menos flexibles, menos moldeables y sin preparación para las nuevas tecnologías. "Están vinculados a convenios más viejos y de mayor protección. Ahora ha ocurrido mucho con la Industria, han despedido o prejubilado a muchos hombres y saben que ya no les van a volver a contratar", apunta Zubiri.
Este profesor considera que hay buenas noticias porque el impacto sobre el empleo ha sido mucho menor del esperado: "El PIB ha caido en Euskadi un 11% y, sin embargo, la ocupación solo ha descendido un 1,3%. Esto ha sido en parte gracias a medidas gubernamentales como los ERTE; en parte al carácter exógeno de la crisis, provocada por la pandemia, y también por la sensación de reversibilidad a una cierta normalidad más temprano o más tarde". Los sectores que han salido peor parados de esta crisis han sido la hostelería, la cultura y el ocio, sectores que, tal y como explica Jon Bernat Zubiri, están compuesto por trabajadores mucho más jóvenes.
Sin orientación ni asesoría
La situación de este colectivo se ha convertido en un problema social porque se encuentran "desamparados" ante la falta de oportunidades y con la incertidumbre de no saber cómo llegar a la jubilación. Esto puede llegar a generarles estados de depresión, como detalla Zubiri. "Con la edad van surgiendo problemas de salud, y el riesgo de pobreza también se incrementa. Las personas que con más de 45 años pierden su empleo, sienten que se les hunde la vida porque siempre han tenido trabajo, desde jóvenes, ¿y ahora qué?", señala el profesor.
A su vez, considera que el servicio vasco de empleo es "muy malo" porque "no se hace una buena labor de orientación ni asesoría a los desempleados". Bernat explica como esto les repercute directamente porque están tan perdidos que necesitan que alguien les ayude. "Tienen que evaluar sus competencias, hacer un buen currículum y buscar empresas en las que puedan encajar. Ver qué les puede faltar y tratar de aprenderlo. Tratar de ser proactivos, llamar, enviar currículums, no esperar a que les llamen", opina.
Por su parte, el director del gabinete técnico de Lanbide, Javier Ramos, cree que ese "punch" y capacidad de aprender y formarse que tienen los jóvenes, es algo que a estas personas les cuesta más. "A medida que pasan los años, estas capacidades se debilitan y hay ocasiones en las que las puertas se les cierran simplemente por el estereotipo de que por ser más mayores no van a ser capaces de adaptarse", dice Ramos. Aún así, él considera que la relación de los jóvenes con las nuevas tecnologías es un punto en contra de este colectivo más senior en una era tan digitalizada.
"La digitalización juega en contra de las personas"
Joselu tiene 51 años y acaba de quedarse sin trabajo por primera vez en su vida después de más de 25 años trabajando en la empresa en la que entró al terminar la carrera. La decisión de la factoría vino motivada por temas económicos y organizativos y porque "no necesitaban a gente tan cualificada" Joselu es ingeniero técnico industrial y ahora ha tenido que escribir su primer currículum. Aunque aún no ha podido vivir mucho la experiencia de estar en paro, su idea a priori es montar una pequeña empresa con otro socio y ver si arranca para al menos "poder tener un sueldo".
Él cree que su problema ha sido no recliclarse y asegura que ahora se pondrá manos a la obra con ello: "Al estar tanto tiempo en este puesto pues no tengo idiomas, ni controlo otros programas y siento que estoy un poco empezando de cero. Piden otras cosas que a mi ya se me han escapado". Aquí es donde entran en juego las generaciones más jóvenes y que más controlan esa digitalización que Joselu piensa "juega en contra de las personas" porque pasan a ser prescindibles, como ha ocurrido en su empresa. Además, el ve como es cada vez más habitual que contraten a gente más joven para puestos que no requieren experiencia.
"He quitado hasta mi foto y la edad del currículum"
Esto de reciclarse es algo por lo que también ha pasado Maria Jesús. Ella tiene 56 años y lleva desde el 2019 si un empleo estable. Ese año tuvo que hacer frente a una enfermedad que le hizo estar de baja durante más de un año. Desde su vuelta al mercado laboral, solo ha tenido un contrato de tres meses. Hace más de 17 años que llegó a Euskadi desde Madrid, ciudad en la que se dedicaba a la confección, una profesión que ella considera "cada vez se está perdiendo más porque mucho viene de fuera y ya no hay las grandes fábricas que había antes". Aquí encontró trabajo en el sector del metal, donde estuvo más de 10 años. "Me quedé sin trabajo, muy perdida y fui dando tumbos", dice.
Con 17 años empezó a trabajar, el primer contrato se lo tuvo que firmar su padre, y "por suerte" ha estado muy pocos periodos sin trabajar. Hasta ahora. "He estado toda la vida trabajando y al quedarme en el paro opté por reinventarme y apuntarme a cursos para ampliar mi abanico, aunque tampoco me ha servido de mucho", cuenta Maria Jesús que asegura ha llegado a quitar su foto y su edad del currículum para que se fijen únicamente "en lo que importa", la experiencia. "Es muy frustrante, y más después de haber pasado una enfermedad. Ves como tus capacidades se van limitando y el mercado laboral te las limita más, y eso frustra, mucho".
"Impotencia, rabia y desalentación"
Cristina tiene 49 años, es auxiliar administrativa y se quedó en paro escasos meses antes de la llegada del coronavirus, a finales de 2019. Con la llegada de la pandemia y el confinamiento, confiesa que no había sido realmente consciente de la situación, hasta ahora que se ha dado cuenta de la realidad. "De no haber tenido demasiados pensamientos negativos ahora me genera mucha ansiedad, y las noticias que nos dan nos alertan de la crisis que viene y sientes verdadero miedo", dice. Ella ha tenido la suerte de estar casi siempre empleada y ha estado en casi todos los sectores menos la hostelería.
Durante estos meses no ha parado de buscar trabajo por internet y ve ofertas pero para las que piden mucha experiencia. "Cuando ya vas teniendo más años es agotador y desalentador. Te etiquetan como que ya eres muy mayor para algunas cosas y da mucha impotencia y rabia", apunta. Aún así, ella mantiene la esperanza, trata de ser positiva y está segura de que tarde o temprano encontrará trabajo gracias al "boca a boca" y todo esto empezará a remontar.