Los hermanos Miguel Ángel y Julio Martínez-González, médicos epidemiólogo experto en salud pública e internista respectivamente, han estado en primera línea frente a la covid19. Después de analizar la gestión que se ha hecho de la pandemia en España publican “La sanidad en llamas”, una crónica de lo vivido desde el desconcierto, la incredulidad y la impotencia. Aseguran que el mayor riesgo al que nos enfrentamos es el ocio nocturno, que el número de fallecidos por covid 19 en España asciende a 125.000 personas y que no será hasta la primavera del 2022 cuando veamos el final de una pandemia que aún nos traerá nuevas mutaciones.

Hablamos con el prestigioso Catedrático Miguel Ángel Martínez-González. Pónganse la mascarilla.

¿Cómo ha sentado en el Ministerio de Sanidad “La sanidad en llamas”? No sale precisamente muy bien parada la gestión que se ha hecho de la pandemia.

No hemos hecho un juicio de valor sino que presentamos la realidad, que ha sido muy dura. Los sanitarios han tenido que arriesgar sus vidas, han tenido que ponerse en una situaciones en las que se han sentido bastante abandonados en cuanto a su protección y creemos que se merecen este homenaje. También todas las familias de las víctimas que, por cierto y según el Instituto Metric de la Universidad de Washington, directamente atribuibles a la covid19 han fallecido en España 125.000 personas. Todas estas personas se merecen que se diga la verdad con el máximo respecto. Hay que tener más capacidad de autocrítica.

Esa cifra de 125.000 fallecidos no se corresponde con las cifras que dan los organismos oficiales de España que hablan de 80.000.

Existe esa diferencia porque al principio de la primera ola no se hacían suficientes test y había fallecidos con todo el cortejo sintomático propio de la enfermedad pero a los que no se le había hecho la prueba. También porque hay como una cierta incongruencia en las propias fuentes oficiales o sea que ha habido contradicción entre el Instituto Nacional de Estadística y lo que decía el gobierno, entre lo que decía el Instituto de salud Carlos III y lo que decían el gobierno y las comunidades autónomas, incluso entre las propias funerarias y el Registro Civil. El Instituto Matrix de la Universidad de Washington es muy serio y tiene en cuenta un montón de parámetros y estima la mortalidad real y no la oficial. Aquí ha sido clamoroso que nadie haya pedido perdón por este baile de cifras. Ningún epidemiólogo compraría el argumento de que en 24 horas han fallecido tantas personas a las que no se ha hecho prueba. Por eso hay que pedir perdón.

 

La vacuna no es eficaz al 100% así que hay que seguir manteniendo las medidas de prevención mientras haya personas sin vacunar

 

Viajes de estudio, Mallorca, Salou… No se podía preveer lo que iba a ocurrir cuando empezó a transmitirse el virus pero algo hemos aprendido y sabíamos que esas celebraciones ahora podían tener este resultado.

Esto es solo la punta del iceberg. El ocio nocturno es peligrosísimo. Una discoteca o una fiesta nocturna tiene todos los ingredientes para que se de una amplificación de la transmisión del virus. Se está bailando y se requiere más volumen de respiración con lo que se lanzan más gotas y aerosoles al aire, la música está alta y hay que hablar fuerte con lo que también se emiten más gotas al hablar a gritos, hay mucha proximidad, es un sitio concurrido y cerrado y se consume alcohol con lo que las personas se desinhiben y se adoptan comportamientos con lo que el virus se transmite fácil. La gente joven tiene esa sensación de que son inmunes, que no les va a pasar nada y se convierten así en vectores de transmisión de un virus mortal para la gente más mayor. La parte positiva es que ha empezado en la primera parte del verano y pueden tomarse medidas sobre aquellas personas que han autorizado esos viajes y han organizado fiestas sin control y también es positivo que nos de un toque de atención sobre que esto aún no ha terminado. Que nos hayan dicho que podemos ir sin mascarilla no puede hacernos pensar que se ha acabado.

Ha sorprendido la actitud de la ciudadanía quien a pesar de poder circular al aire libre sin mascarilla ha decidido casi mayoritariamente seguir utilizándola.

Siempre se priorizan los aspectos políticos sobre los de salud pública y esto desacredita a quienes tienen que presentarse ante el público. Aquí los políticos han perdido autoridad y la gente oye lo que dicen pero decide hacer lo que cree más conveniente. No tienen credibilidad. Fíjese que en Nueva Zelanda, una de las primeras medidas que adoptaron al inicio de la pandemia fue reducir el sueldo de los políticos en un 20% para dedicar ese dinero a la pandemia. Medidas como esa acercan a la ciudadanía a la clase política y da autoridad. En España hay un divorcio entre quien da las recomendaciones de salud y lo que el ciudadano de a pie entiende. Esta falta de autoridad moral hace que no se pueda hacer una educación sanitaria efectiva.

¿Ha habido demasiados lobbys de presión que han condicionado las decisiones políticas?

Todo debía haberse basado en comités de expertos externos e independientes. Aquí se habló de un comité de expertos para la desescalada y luego se vio que no existía porque no había expertos externos al gobierno. Afortunadamente tenemos muchos científicos y estudiosos en España a quienes no se ha convocado en ningún momento, y que fueron los que pidieron en la revista Lancet una auditoria sobre cómo se ha gestionado la pandemia. Y estas personas son de distinto signo político, eh? También es muy curioso y es único en la historia que todos los Colegios Profesionales relacionados con la Sanidad y la salud pública se hayan querellado contra el gobierno porque no se les ha protegido según la ley de prevención de riesgos laborales. Dejar a los trabajadores sin EPI, sin mascarillas y decirles incluso que no se la pusieran en el ascensor ni en las consultas para no generar alarma es ponerles en riesgo mortal. Esto ha sido una barbaridad. Tener que buscar las mascarillas en China y no fabricarlas en España es terrible.

Así que los sanitarios han sido héroes y también víctimas.

Se les aplaudido a las ocho de la tarde pero no se les han dado las herramientas para protegerse. Los aplausos no iban acompañados de hechos. Hacerles test y PCR con regularidad era fundamental y sin embargo se les hacían a los políticos y a los futbolistas y no a los sanitarios. Eso es clamoroso y todos lo hemos visto. Tenemos unos profesionales sanitarios altísimamente cualificados a los que no se ha protegido. En otros países se ha echado mano incluso de los estudiantes de los últimos cursos de medicina para hacer de rastreadores mientras que en España, en el año en el que más personal de medicina y enfermería se necesita, se retrasa la incorporación al sistema de salud de quienes han terminado el MIR. Todo esto hace que estemos en un lugar bochornoso en cuanto a la gestión de la pandemia. Y no solo por el número de fallecidos sino también por el alto número de sanitarios que se han contagiado del virus, el porcentaje de ancianos que han fallecido en residencias, la caída de la economía… todo eso hace que estemos en un panorama negro.

 

Hay que pedírselo a la población, aguantad hasta al menos la primavera de 2022 porque no hemos terminado

 

No supimos interpretar las señales que nos llegaban de otros países en los primeros momentos de la pandemia. No dimos importancia a que un equipo de fútbol de Wuhan entrase en España sin ni siquiera hacerles una prueba. ¿Podría repetirse ese no ver los indicios?

El equipo de fútbol de Wuhan llegó a Málaga en plena pandemia en China y no se les hizo ninguna prueba ni control. Teníamos esa prepotencia de pensar que nuestro sistema de salud era el mejor del mundo y nada podía pasarnos. Somos muy buenos, por ejemplo, en la atención a agudos pero se ha desmantelado la atención primaria y las tareas de prevención. La pregunta no es si va a venir otro bicho si no cuándo, porque es seguro que va a venir. Tendremos que ver cómo nos va a pillar de prevenidos. Estamos cansados, con fatiga pandémica, pero hay que aguantar un poco más con medidas estrictas de prevención durante todo el otoño y el invierno. Quizá en verano de 2022 estemos en disposición de relajarnos. Hay que pedírselo a la población, aguantad hasta al menos la primavera de 2022 porque no hemos terminado.

¿Ha sido prematuro que nos dejen quitarnos la mascarilla en espacios abiertos?

No es tan prematuro. Si se dice bien, si se dice que en espacios cerrados hay que ponérsela estrictamente y que en espacios abiertos hay que ponérsela si no se guarda una distancia de al menos dos metros con otras personas, puede aliviar. Eso hay que decirlo más claramente y al mismo tiempo que se eliminaba la multa por no llevar mascarilla había que haber hecho una intensa campaña de publicidad. Estamos al 40% de vacunación cuando se suponía que íbamos a estar al 70. Nos queda mucho para llegar a la inmunidad de grupo y cuando lleguemos tampoco va a haber desaparecido el virus. Los contagios irán decayendo pero poco a poco. Eso si todo va bien porque si no hacemos las cosas bien habrá nuevas variantes y mutaciones y todo el esfuerzo será baldío.

Conseguir una vacuna en tan corto espacio de tiempo ha sido muy importante pero sin embargo no lo esto todo.

No lo es todo porque el logro científico sin precedentes ha sido desarrollar la vacuna pero en salud púbica distinguimos entre efectividad y eficacia. ¿Va a ir la gente a vacunarse o se van a ir de vacaciones? ¿Va a haber suficiente personal sanitario para vacunar a todo el mundo? La vacuna no es eficaz al 100% así que hay que seguir manteniendo las medidas de prevención. En medicina a eso le llamamos “compensación de riesgos”. Cuando la gente ve que se acaba un riesgo toma otro nuevo, así que es fundamental la prevención.

¿Es la variante Delta el principal enemigo al que nos enfrentamos?

Esa variante es un riesgo tremendo pero el mayor enemigo que tenemos delante es el ocio nocturno. Hay que distinguirlo de la hostelería porque no son lo mismo. Yo asumo que en un mes la variante delta va a ser la predominante. No se están haciendo los estudios de genotipado suficientes. Pero vamos, que por lo que he dicho antes, el ocio nocturno es lo que más nos preocupa.

 

Una discoteca o una fiesta nocturna tiene todos los ingredientes para que se de una amplificación de la transmisión del virus

 

Las personas más mayores, ya vacunadas, sienten que los riesgos son menores. Cuando también los jóvenes estén vacunados, todos nos vamos a sentir inmunes.

No se es realmente inmune hasta que no se tiene la pauta completa de vacunación. Pero incluso con las dos dosis no se está totalmente inmunizado. Cuanto más se tarde en completar el proceso más fácil es que lleguen nuevas variantes. Nadie puede asegurarnos que no va a llegar otra variante frente a la que no estemos inmunizados. No hay otra que vacunar, vacunar y vacunar y mantener las medidas de protección.

Si todos los países del mundo no vacunan a su población no podremos pararlo porque el virus se mueve.

Es lo que ha pasado con la variante delta en la India. El virus se está continuamente moviendo y mutando; cambia genéticamente y cuantas más mutaciones haya más difícil será frenarlo. Pueden aparecer variantes más contagiosas, más peligrosas y más resistentes.

Usted es un experto en alimentación y ha liderado el grupo Predimed, el mayor ensayo realizado sobre los efectos de la dieta mediterránea. Considera muy importante la alimentación a la hora de contagiarse o no de la covid 19.

La ciudadanía debe saber que un patrón dietético de alta calidad reduce el riesgo de infectarse y de tener infecciones graves. Hemos hecho un estudio con más de 9.000 pacientes que concluye que la dieta mediterránea ayuda a prevenir. Se habló de la vitamina D pero no es suficiente para modular la inmunidad. Es la fruta, la verdura, los frutos secos, etc lo que nos protege. A la vez, la obesidad, la hipertensión o la diabetes son factores de riesgo a la hora de contraer la enfermedad.

¿Qué pasa con la covid persistente?

Es bastante preocupante porque ya se está hablando de cardiopatías, de desgaste a nivel cerebral etc. Después de todo lo que se ve en los hospitales hago un llamamiento a toda la ciudadanía y sobre todo a los negacionistas para que atiendan a los científicos y a todo lo que mi hermano y yo contamos en La sanidad en llamas.