Rodrigo tenía 14 años cuando se quitó la vida hace cinco meses. Era inteligente, sarcástico, guapo y bondadoso. Sufría depresión severa diagnosticada desde hacía poco tiempo. Desde entonces, acudía a psicoterapia y llevaba a cabo un tratamiento farmacológico. Sin embargo, no fueron suficientes para mitigar el dolor que sentía. Su historia está dando la vuelta al mundo, pero, desgraciadamente, no es un caso aislado. Según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), 3.671 personas se quitaron la vida en el 2019, de los cuales alrededor de 300 eran menores de edad. Un estudio reciente, señala que esta tendencia ha ido en aumento y los casos se han elevado un 27% en el primer trimestre del año.
Tras publicarse estos resultados, las redes no han parado de llenarse de mensajes para viralizar la situación y concienciar a la población de que debe de hablarse de ello. Andoni Anseán, Presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio reconoce esta postura. “Hay que hablar del suicidio como de otros problemas sociales, de una forma natural. Es importante ofrecer recursos de ayuda y testimonios de superación para hacer frente a la situación”. Además, afirma que “Hay muchos casos de testimonios de personas que han pasado por un intento de suicidio que pueden ayudar al resto. Son capaces de transmitir energía vital y trasladar el error que era suicidarse”.
Este fenómeno social y sanitario histórico no lo produce un factor concreto, pero en ocasiones se atribuye a trastornos depresivos, alteraciones de ánimo bastante potentes, conductas adictivas o soledad. La pandemia ha agudizado este tipo de trastornos y los servicios sanitarios de urgencias están detectando más casos en la población más joven. El perfil está cambiando. “Las personas tienen un cansancio emocional y existencial. Esta realidad está generando un entorno poco favorable para la salud mental de la población”, manifiesta Anseán.
Los profesionales hacen un llamamiento para poner el foco de atención en aquellos que han manifestado comportamientos poco comunes. Un 70% ya lo había expuesto previamente de alguna manera o lo había comentado con terceras personas. “Es importantísima la escucha, permitir que se expresen y hablen de ello para proporcionar alternativas. Tendemos a minimizarlo o a negarlo. Pero la realidad es que cuando alguien te dice que se quiere suicidar es porque está sufriendo muchísimo. Por eso, es importante reconocer ese dolor y evitar clichés comunes”, señala German Molinero, terapeuta en Jokabide Psicólogos de Bilbao.
Para el círculo cercano de la persona fallecida la pérdida es devastadora. La mayoría sienten culpabilidad. “Es una de las señas de identidad del duelo por suicidio. Probablemente el mayor reto que tengamos los profesionales sanitarios sea trabajar la culpa. Quieras o no siempre se preguntan ¿qué hice?, ¿qué dije?,¿ y si...?. El problema es que es bastante complicado a nivel clínico porque lo suelen tener muy arraigado” asegura el Presidente de la Asociación. Asimismo, para algunas familias puede que el estigma social les lleve incluso a mentir y no contar la causa real de la muerte.
Planes de prevención
Cada día hay una media de 10 suicidios en el país. Uno cada dos horas y media. No obstante, el Gobierno Central no cuenta con ningún plan de prevención contra esta causa de muerte que se sitúa como la primera entre los jóvenes en España. Euskadi, por su parte, sí tiene una estrategia de prevención de sucidio. “El País Vasco tiene una estrategia muy bien construida. La Fundación Española para la Prevención Suicida hizo las labores de secretaría técnica y sabemos que es muy potente y muy sólida. Además, estoy absolutamente convencido de que todas las instituciones de la comunidad autónoma vasca están comprometidas con la causa. Osakidetza, también está perfectamente preparada para hacer frente a este problema”, manifiesta Anseán.
Las familias como la de Rodrigo quieren hacerse eco y piden mayor compromiso con la causa. “Hemos sido víctimas de la desinformación, la estigmación y la infravaloración de la salud mental”, narraba su madre en una carta que ha hecho pública. Como ella, muchos se han unido pidiendo más personal sanitario especializado en la salud mental y más viralización por parte de las sociedad. Sin embargo, este es sólo el primer paso de los muchos que quedan por dar.