A lo largo de la historia de la tierra han sucedido numerosos cambios climáticos. Sin embargo, en la actualidad se está produciendo de forma antrópica, por la influencia del ser humano. Prueba de ello son las inundaciones en Alemania, Bélgica, Londres y Costa Rica o el monzón de la India. En Euskadi, como en el resto del planeta, existen riesgos producidos por los impactos del aumento de temperatura y sus consecuencias. Los principales son; las sequías, olas de calor y las inundaciones tanto fluviales como las provocadas por la subida del nivel del mar.
En la comunidad autónoma vasca los ríos y el mar cantábrico son las principales amenazas. “Para un lugar de destino como el nuestro, perder toda la parte costera supone un gran riesgo económico”, expresa el geólogo Imanol López Díaz. Asimismo, el aumento de las temperaturas provocaría que las zonas verdes se convirtieran en áridas y desapareciesen los campos de cultivo. “Estas dificultades serían muy difíciles de sobrellevar”, añade López.
El cambio climático ha venido para quedarse y las estrategias de mitigación y adaptación que se adopten marcarán las consecuencias en nuestro territorio. Así lo señala Jon Apodaka, Técnico en Riesgos Naturales y Medio Ambiente. Por ello, advierte que limitar el aumento de la temperatura global es el principal compromiso internacional y para ello es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la eficiencia energética y realizar la transición energética de cara a lograr en un futuro próximo que las energías renovables sean la principal fuente de energía.
Según los expertos en el sector, en el País Vasco, algunas áreas funcionales se están adaptando mejor que otras. “Poco a poco se van realizando estudios de adaptación y mitigación de forma regional y local, ya que es necesario actuar en consecuencia y realizar una planificación de ejecución ante estos riesgos”, manifiesta Apodaka. Las administraciones vascas, por su parte, han establecido una hoja de ruta con el objetivo de llegar a la una neutralidad climática para el año 2050. “Si no llegamos hasta ese punto, todo el camino que hayamos hecho habrá sido importante”, declara Aitor Zuluaga, miembro del Colegio de Geólogos.
Cada individuo, de forma particular, también debe comprometerse con la causa; disminuir la movilidad en coches particulares y tratar de usar más los medios de transporte colectivos, utilizar menos residuos, hacer un consumo más responsable del agua, etc. “Vivimos en un mundo que es global, pero las medidas que tomemos cada uno de forma local hacen mucho más de lo que pensamos. Hay que tratar de ser conscientes de ello”, señala López.
Un estudio prospectivo que realizó el Gobierno Vasco en el año 2018 recogía que el 98% de la población vasca reconocía el cambio climático. Sin embargo, existe una brecha grande del negacionismo pasivo. “No lo rechazan, pero cuando tienen intereses particulares no se alinean con el cambio climático, sino que anteponen sus conveniencias personales”, denuncia Zuluaga. Por eso, los profesionales llaman a una profunda reflexión para poder mitigar los efectos en la medida de lo posible y prevenir antes de que sea demasiado tarde. En el caso en el que los estos riesgos fueran aumentando una posible consecuencia sería la migración por parte de la población vasca hacia el norte del continente Europeo.
Antecedentes
Euskadi ya cuenta con antecedentes. En las últimas décadas diferentes inundaciones como las de los años 1977,1978,1980,1983 y 1988 se cobraron numerosas víctimas mortales. Las más destacadas fueron las del año 83, donde fallecieron 35 personas y 5 desaparecieron, además de los daños que generaron. En el 2003 una ola de calor azotó a toda Europa.
Las muertes y pérdidas económicas que ocasionaron algunos de estos sucesos dejaron una huella tan profunda que la Administración no ha parado desde entonces de realizar estudios, sustituir puentes y defender el dominio público hidráulico. Aun así, la presión urbanística, las edificaciones o infraestructuras vulnerables y expuestas han aumentado en muchos entornos. Las cartografías de riesgos y peligrosidad se han convertido en una herramienta de planificación esencial, pero al igual que se ha realizado con las inundaciones, es necesario cartografiar y reglamentar.
Educación ambiental
Agenda 21, un programa educativo que nació desde el Gobierno Vasco hace más de 20 años, trabaja con diferentes acciones para concienciar sobre la sostenibilidad y la calidad del entorno natural. El proyecto basa sus objetivos en la participación de la comunidad para colaborar con el desarrollo sostenible del municipio y tiene como finalidad desarrollar conocimientos, capacidades, actitudes, motivación y compromisos para tomar parte en la resolución de los problemas ambientales.
Desde las aulas también se vuelcan con el proyecto. Es el caso del colegio Calasancio - Escolapios Bilbao que lleva participando desde hace 15 años. Roberto Fernández es profesor de primaria y coordinador del proyecto Agenda 21 en el centro . Lleva dentro de él desde que comenzó y ha visto la evolución desde sus inicios. “Al principio cuando empiezas quieres situarte, aprender un poco de eso y saber lo que es la agenda 21, por lo que no se trabaja el programa demasiado en el centro. Ahora, después de 15 años echas la vista atrás y es muy gratificante ver cómo hemos ido creciendo y lo conscientes que pueden llegar a ser los niños de la importancia que tiene la colaboración”, confiesa emocionado.
Además al final de cada año hacen un balance. “Para mí es el mejor momento del proyecto”, señala el coordinador. “Hay un encuentro de jóvenes donde se preparan propuestas de mejoras para las instituciones respecto al tema que se ha trabajado. Los alumnos se sienten verdaderos protagonistas”, añade. Pero lo que realmente aplaude es el avance que ha percibido y la mejora de los malos hábitos. “Una vida un poco más sostenible para todas las personas es lo que pretendemos”, destaca.