Este verano el turismo está dando síntomas de recuperación en Euskadi. De momento, las cifras en julio han alumbrado una mejora sobre el año pasado, aunque sin recuperar los niveles previos a la pandemia, salvo en el turismo rural, donde sí se han mejorado las cifras de 2019. Para los turistas urbanos, una opción al alza para conocer las ciudades es la de los 'free torus'. Personas que por un pago acordado o según la voluntad hacen de 'cicerones' de su ciudad. La forma de contactar: a través de aplicaciones móviles. El caso es que la demanda de los guías oficiales sigue cayendo, mientras se consolida esta alernativa como la más demandada entre los turistas. Un modelo cada vez más presente en las capitales de la comunidad autónoma vasca afianzándose como primera opción para descubrir los encantos del territorio.
Bien sea por precios más económicos, bien por la disponibilidad o por las facilidades que se dan para acordar, ruta, hora y duración a través de diferentes aplicaciones desde el móvil, su crecimiento evidencia en este sector un debate que ya ha llegado a otros de la mano de la economía colaborativa, el uso de de internet y la mayor capacidad de algunos para adaptarse a las nuevas realidades del mercado.
Esta realidad genera una controversia entre los guías oficiales que achacan a esta modalidad, que parece que ha venido para quedarse, como una competencia completamente desleal. “Cuando ofreces al cliente que pague la voluntad por el servicio prestado estás desvirtuando la profesión. Es una cuestión de reconocimiento, de que es un trabajo que ha de recibir su justa compensación económica como cualquier otra actividad profesional. En ninguna otra actividad de servicios profesionales se plantearía la opción de dejar en manos del usuario la estimación del valor económico de esa actividad”, señala Leire Cameno, empleada de Kalearte, sociedad centrada en el desarrollo de visitas guiadas por Euskadi.
Además, desde el sector, consideran que se está generando una idea equivocada del oficio. “Mucha gente piensa que son estudiantes que se sacan unos euros mientras acaban la carrera y que lo hacen por ocio más que como oficio, por lo que finalmente están menospreciando un trabajo, una formación y unos estándares de calidad que intentamos dar los guías profesionales”, añade.
Aunque en el mundo turístico cada guía marque su precio por el que desarrolla el servicio, los precios por sesión rondan los 150 euros. Pueden ser grupos grandes de hasta 50 personas, que con la llegada de la pandemia se han visto obligados a reducirlos. Esto genera un problema añadido a los guías oficiales, que se encuentran con un turista que no está dispuesto a pagar más. “Nos vemos en la necesidad de partir los grupos en dos, por lo que se cobraría cada sesión por separado. Esto supone que a los clientes les parezca caro y no quieran contratarlo. Por lo que trabajamos más, pero cobramos menos”, declara Susana Añarbe , miembro de APIT, Asociación Profesional de Guías Turísticos de Euskadi.
Aunque la llegada de la ola de calor ha ayudado a una leve mejoría respecto al mismo mes del año pasado, el turismo extranjero es el cliente potencial de estos guías. Por eso, los factores que impiden su recuperación son múltiples. Además, la mayoría de los profesionales del sector trabajan con agencias de viajes, las cuales no terminan de remontar tampoco. “Nos gustaría abrir mercado a otro tipo de visitantes como familias o individuales, pero los free tours no nos permiten ser competitivos”, expone Cameno.
La solución para los profesionales del sector, trata en oficializar la profesión, que consideran que aún está muy poco reconocida, y educar al consumidor en la contratación de guías oficiales. Profesionalizar el sector para que pueda desarrollarse con unas condiciones laborales aceptables que garanticen una vida digna a los trabajadores. “Sólo así se desarrollarán servicios de calidad, sostenibles económicamente y ambientalmente además de respetuosos con los destinos y el estilo de vida de la ciudadanía”, manifiesta Cameno.
Según la ley de Turismo de 2016, el guía profesional de la CAV puede explicar dentro de hitos patrimoniales, dejando fuera a los no oficiales y en el caso en el que la ley lo estipule, multando para evitar el intrusismo laboral.
No todos piensan igual
Sin embargo, no todos consideran que sea un conflicto concreto hacia este gremio. “Puede existir el mismo problema que en otros servicios, como la hostelería, albañilería, etc. Veo más preocupante que no haya control de calidad ni fiscal”, manifiesta Gillen Diaz, trabajador de Basque Free Tours. Sin embargo, considera eficaz controlar, que los guías estén registrados como autónomos o que cumplan un cierto requisito para poder dar el servicio.
Este procedimiento se lleva a cabo en otro lugares como Ámsterdam, donde el ayuntamiento se junta periódicamente con las compañías de tours para regular o mejorar los posibles problemas. Así como en otras donde se controlan si son empresas, registradas, locales o si los tours tienen fundamento y calidad. En Praga, por su parte, desarrollan unas bolsas de exámenes y licencias especiales para guiar en algunos lugares como museos.