Los nuevos umbrales de calidad del aire que acaba de fijar la Organización Mundial de la Salud (OMS) suponen todo un reto para las ciudades europeas. De hecho, ninguna de las tres capitales vascas pasa ahora mismo el examen, ya que las tres tienen indicadores por encima de lo que marca el organismo de las Naciones Unidas: 10 microgramos de dióxido de nitrógeno (NO₂) por metro cúbico. Entre las tres, Bilbao es la más contaminación tiene, seguida de Donostia y Vitoria en último lugar.
Hasta el momento, la OMS consideraba que el límite de seguridad respecto a la exposición anual al dióxido de nitrógeno era 40 microgramos por metro cúbico. Casi la totalidad de las estaciones de control de la calidad del aire de las ciudades españolas más pobladas estaban de media por debajo de ese límite. Pero ahora, tras analizar la literatura científica y después de 15 años sin modificar estas directrices, la OMS ha decidía hace escasos días rebajar a una cuarta parte ese nivel de seguridad, hasta los 10 microgramos.
Entre las grandes ciudades españolas, Bilbao ocupa en quinto puesto en el ranking de peor calidad del aire con 27 microgramos. Le sigue, con bastante distancia, San Sebastían con 20 microgramos en el puesto número 21 y Vitoria a escasas posiciones, en la 28, con 19 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico. No obstante, la transición ecológica sigue estando entre las prioridades de los principales ayuntamientos vascos. Los consistorios ya miran a Europa y a sus diferentes convocatorias de fondos para llevar a cambo proyectos de movilidad sostenible, como la creación de zonas de bajas emisiones, elemento indispensable para cumplir la nueva normativa climática.
Este contaminante genera problemas en el aparato respiratorio y está muy vinculado en las ciudades a los vehículos de diésel y gasolina, por lo que el paso dado por la OMS pone en una situación todavía más complicada a los coches con motores de combustión. Al avance de los vehículos eléctricos y de la conciencia medioambiental, se le unen también los problemas de salud que generan estos motores de combustión. "Mejorar la calidad del aire puede mejorar la mitigación del cambio climático, y los esfuerzos de mitigación del cambio climático pueden, a su vez, mejorar la calidad del aire, generando beneficios de salud masivos e inmediatos", advierten desde la OMS.
El organismo de Naciones Unidas estima que alrededor de 7 millones de muertes prematuras cada año se deben a los efectos de la contaminación del aire, y más de 500 000 de esas muertes ocurren en la Región de Europa de la OMS. Una acción concertada para reducir la contaminación del aire salvaría vidas y reduciría la carga de morbilidad.