La marcha de José Ignacio Munilla de la diócesis de San Sebastián rumbo a Orihuela-Alicante era un rumor que venía circulando, al menos, desde verano. En los mentideros eclesiásticos del sureste español se especulaba ya desde julio con la llegada de Munilla al obispado alicantino. No era la primera vez que parecía que el donostiarra iba a dejar su tierra, pero esta vez parecía que iba en serio. La noticia, según el propio Munilla, le fue comunicada el 21 de noviembre, pero no fue hasta el primer fin de semana de diciembre empezó a circular la noticia por las parroquias de Gipuzkoa: habría un anuncio antes de que terminase la semana del puente... y este martes pasado se confirmó. Con su marcha, Munilla pone fin a doce años de disputas, pero abre la búsqueda de un nuevo obispo... y deja un lastre en la diócesis.

Entre la iglesia guipuzcoana hay un ambiente de crispación considerable. El legado de Setién y Uriarte fue muy distinto al que deja Munilla. Al tono nacionalista de los precedesores del donostiarra, cuyos liderazgos al frente de la diócesis fueron fuertes y personalistas, le ha sucedido un obispo que ha dividido a los curas entre partidarios y detractores, que ha puesto buena parte de su empeño al frente de la iglesia en desvincularla de cualquier tipo de defensa a lo realizado por ETA y que no ha evitado los charcos y las polémicas.

Munilla ha sido firme en la doctrina de la Iglesia católica, "pero ha puesto la doctrina por delante de las personas", explica Javier Hernáez. Este sacerdote retirado fue párroco en el barrio donostiarra de Altza y fue uno de los que alzo la voz contra el mensaje episcopal durante el mandato de Munilla. Para Hernáez "nunca tuvo que haber venido". "Lo siento mucho por la gente de la diócesis a la que va, pero me alegro mucho de que se marche", explica a Crónica Vasca.

El obispo marchante será recordado como un hombre que se metió mucho en las sábanas de los feligreses guipuzcoanos. El sexo y todo lo que hay alrededor de él ha sido uno de los principales temas sobre los que ha hablado Munilla... o, al menos, los que más repercusión pública han tenido. Desde afirmar que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" hasta concluir que las relaciones sexuales seguras "no existen porque cada año hay más de 100.000 abortos en España", Munilla no ha dejado de dar la batalla cultural en torno a la moral cristiana y su visión de la sexualidad que tienen que cumplir los fieles en el siglo XXI. "Tú no puedes decir eso frente a una familia que tiene un hijo gay", admite Hernáez. "Eso es poner la doctrina por delante de la compasión, de la ternura, del respeto; es ser un fundamentalista".

"Santa indiferencia"

Fuentes conocedoras del clero guipuzcoano reconocen que Munilla nunca se ha pronunciado en público sobre partidos políticos españoles como tal, pero sostienen que el obispo donostiarra ha mantenido encuentros con gente cercana a VOX además de haberse pronunciado a favor de políticas como las planteadas en Polonia o haber mostrado sus reticencias a una reunión del demócrata Joe Biden con el Papa Francisco. Algunos de estos postulados los ha planteado en el 'morning show' que presenta cada lunes y viernes de 8:00 a 9:00 horas en Radio María: Sexto Continente.

La noticia de su traslado no fue recibida con particular ilusión por Munilla según aseguran a esta redacción varias fuentes. Él mismo dejaba caer en su programa radiofónico que la noticia no le había entusiasmado, ya que decía recogerla con "santa indiferencia" e insinuaba que no eran esos sus planes. El obispo también admite a sus oyentes que el cambio había sido "inesperado" pero que esa "santa indiferencia" le lleva a estar siempre "con las maletas preparadas".

Al parecer Munilla tenía esperanzas de ser promovido a algún cargo eclesial con mayor relevancia que el de obispo de San Sebastián... y se ha encontrado con que su destino es una diócesis —la de Orihuela-Alicante, con la catedral en la primera localidad, una ciudad de 76.000 habitantes situada a unos 30 kilómetros de Murcia— con poca fuerza dentro de la iglesia española y eclipsada por el cercano arzobispado de Valencia que detenta el cardenal Cañizares. El cambio es sustancialmente diferente al de un Mario Iceta que dejó la diócesis de Bilbao para convertirse en arzobispo de Burgos. Tampoco parece casual la marcha a Orihuela, ya que se le podría haber mantenido cerca de su San Sebastián natal si se esperaba un mes a que Francisco Pérez cumpliese 75 años el próximo 13 de enero y dejase vacante la archidiócesis de Pamplona.

"Reconstruir la diócesis en silencio"

El calendario aprieta y en cosa de dos meses, antes del 12 de enero, el clero donostiarra tendrá que tener un nuevo mando al frente. La marcha de Munilla llega un año después de que Mario Iceta abandonase la diócesis de Bilbao. En su caso, el gernikarra fue sustituido por Joseba Segura, otro sacerdote bilbaíno, lo que invita a pensar que el sustituto en el caso guipuzcoano también sea por algún prelado de aquí, aunque es difícil intuir quién tomará las riendas de la que, sin lugar a dudas, es una de las diócesis más complicada y la más difícil de Euskadi.

Fuentes eclesiales consideran que ahora es el momento de buscar un obispo que sea capaz de reconstruir los vínculos rotos en la diócesis entre quienes han elegido doctrina y quienes han elegido calle. Para ello creen que es el momento de que el nuevo patriarca de la iglesia guipuzcoana sea una persona callada, "que reconstruya la diócesis en silencio: hablando poco y escuchando mucho, poniendo a las personas en el centro". Un prelado "que esté con quien llore" para llenar unas parroquias que cada vez están mas vacías en Gipuzkoa.