Era una de las principales peticiones de las víctimas y finalmente ha sido escuchada. A finales de mayo, el Gobierno vasco presentaba la primera propuesta de la Estrategia Vasca de Justicia Restaurativa 2022-2025, un nuevo modelo tras el traspaso de la competencia de Prisiones a Euskadi el pasado mes de octubre. Dicho borrador, se contrasta con expertos de diversa materias y también con las víctimas del terrorismo para que pudieran hacer aportaciones. El Colectivo de Víctimas del Terrorismo, COVITE, presentaba las suyas y estas han sido atendidas por el Ejecutivo en la estrategia final a la que ha tenido acceso 'Crónica Vasca': habrá una estrategia específica para los presos de ETA.
Y arrancará en septiembre. La justicia restaurativa es un proceso que permite a víctimas y victimarios participar activamente en la resolución de las consecuencias del delito, con la ayuda de un tercero independiente y cualificado. La consejera Artolazabal ha explicado que la intención del Gobierno vasco es poner en marcha programas adecuados con independencia del delito, el tipo de víctima y victimario. Tal y como ha detallado, "estos programas estarán a disposición de presos con cumplimiento de largas condenas, al margen de la condición de su delito, salvo las excepciones establecidas en la legislación vigente en relación a la violencia de género", lo que incluye también a los presos de ETA, siempre de manera voluntaria. El documento se concreta a través de tres ejes estratégicos, 18 objetivos y 82 acciones a realizar en los próximos cuatro años.
Dentro de este programa, que ya estaba previsto en los Presupuestos 2022 con una partida de 645.000 euros para este año, hay un apartado relativo al 'Diseño de programas de justicia restaurativa en supuestos de macrovictimización'. Aquí es donde entra, tal y como detalla, el "fenómeno terrorista vivio en Euskadi" y que puede requerir de "un enfoque más específico, especializado y complementario". Esto pasa por actuar a nivel de las víctimas directas, las vicarias, de los observadores u otras personas afectas, e incluso a nivel de la sociedad entera, de forma que el tipo de reparación y su receptor puede ser "diferente" en cada caso.
Cómo será el proceso hasta un posible encuentro restaurativo
El proceso de justicia restaurativa con los presos de ETA se llevará a cabo en tres niveles que actuarán como vasos comunicantes. El primero de ellos incluye a víctimas y victimario "trabajando primero por separado con objeto de propiciar, si es adecuado, un encuentro restaurativo. Otro nivel es el trabajo colectivo en grupo mediante, tal y como detalla la estrategia, círculos, conferencias o debates abiertos. Por último, el tercer nivel se enfoca a la restauración social, además de a la restauración indirecta de las demás clases de víctimas. En todo el proceso, la preparación va a ser esencial y siempre tendrá que haber un "compromiso efectivo de no reiteración de la violencia con finales políticos y en pos de la convivencia pacífica".
Dicha justicia restaurativa estará sustentada en cuatro principios: voluntariedad, seguridad, confidencialidad y participación. Siempre pondrá énfasis en las necesidades y tiempos de las víctimas, "sin obviar por ello los de los victimarios". Cuando llegue una solicitud de justicia reparadora de cualquiera de las dos partes, se procederá a considerar si el caso es adecuado para el proceso y cómo ponerse en contacto con la otra parte. Aquí tendrán un papel fundamental el rol de los facilitadores, que serán el puente entre ambas partes, siempre actuando con "conocimiento pleno, imparcialidad, disponibilidad y compromiso".
No repetir los errores de la 'Vía Nanclares'
El otro elemento clave dentro de esta nueva estrategia, y que también era una petición de las víctimas, es que cuando comiencen dichos procesos se lleven a cabo con la máxima discreción. La presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, compartía con este periódico su petición de que no se cree ningún "show" para que así no se repitan los errores cometidos con la 'Vía Nanclares' que permitió algunos encuentros entre víctimas y victimarios. Sin embargo, señalaba que casos como el de Ibon Echezarreta -uno de los asesinos de Juan Maria Jauregui, marido de Maixabel Lasa- no son en absoluto la tónica general, ya que solo "cinco o seis han mostrado de verdad su arrepentimiento".
Y pide que no vuelvan a haber "víctimas buenas y víctimas malas". "Hay que respetar la voluntad de las víctimas que, repito, en su mayoría no quieren saber nada de ellos. Por eso, no se puede volver a vender que las "buenas" son las que quieren participar, y las que no son las "malas y vengativas". Ese fue uno de los mayores errores de la 'Vía Nanclares' por los que fue un fracaso. Además de que se convirtió en un show público y mediático que estaba por todos los programas de televisión", añade la presidenta de Covite.
La nueva estrategia del Ejecutivo vasco incluye esta cuestión de cara al nuevo proceso que arranca en septiembre, haciendo referencia a la presión social o mediática que puede surgir y puede "perturbar que se puedan desarrollar los procesos restaurativos" conforme a los cuatro pilares básicos mencionados. Considera que en estos supuestos, puede existir "posicionamientos sociales o colectivos que condicionen la necesidad personal de diálogo con el delincuente o la víctima frente al miedo a la estigmatización y la condena si otras se enteran de que están dialogando".