Hace 85 años fueron evacuados desde el puerto de Santurtzi más de 20.000 niños y niñas huyendo de la guerra civil española. El levantamiento militar que provocó la guerra obligó a miles de familias a despedir a sus hijos, que en mayo de 1937 zarparon en el buque ‘Vapor Habana’ sin la certeza de que fueran a regresar.
Con motivo del aniversario, este viernes el ayuntamiento de la localidad ha celebrado el homenaje ‘Conmemoración del 85 aniversario de la evacuación de los niñas y niños vascos hacia el exilio', donde además se ha inaugurado un monumento en recuerdo a todos ellos.
En el homenaje han estado presentes una docena de aquellos niños que tuvieron que exiliarse, así como muchos de sus familiares. Entre aquellos familiares ha estado Ángel Landabaso, hijo de Libertad Álvarez y Juan Ángel Landabaso, que tuvieron que abandonar el país. Juan Ángel y Libertad tenían seis y siete años cuando fueron evacuados a la URSS, lo que no sabían es que tardarían más de 23 años en volver. “Según la propaganda franquista, los hijos de los ‘rojos’ no eran españoles”, declara Landabaso a ‘Crónica Vasca’. Landabaso nació en Moscú y llegó a Euskadi con tan solo seis meses, por lo que no tiene recuerdos de los meses que pasó en el exilio junto a sus padres, que ya tenían 29.
Olvidar para sobrevivir
Landabaso relata que sus padres no solían hablar mucho sobre su experiencia en el exilio. Según cuenta, al igual que la mayoría de la gente que fue evacuada, a sus padres les resultaba difícil hablar del tema, y solo compartían sus recuerdos cuando se encontraban en un entorno favorable en el que se sentían agusto: “El ser humano sobrevive porque olvida. Resulta muy difícil para quienes vivieron aquella situación recordar este asunto, y no comparten sus recuerdos”.
Flori Díaz y Victoria Ortega son dos de esas niñas que en mayo de 1937 también tuvieron que huir al Reino Unido y a la URSS, respectivamente. Ambas también han estado presentes en el homenaje y han compartido con los asistentes el sufrimiento que supuso para ellas separarse de sus familias.
Díaz recuerda lo sorprendida que se quedó al ver cuál sería su hogar en el Reino Unido: “Procedía de una familia obrera y me sorprendió la suerte que tuve. Donde vivía había doncellas, cocineros y hasta baño propio”. Ortega, por su parte, lamenta que la huída de la guerra civil vino seguida de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra: “Fueron años muy malos, pero nosotros no nos quejamos de haberlo pasado mal. Todo el mundo lo pasó mal y los vascos fuimos muy privilegiados por lo bien que nos trataron en el exilio”.
Ortega agradece la colocación del monumento, que ya se encuentra en el puerto pesquero de Santurtzi. Sin embargo, lamenta que el homenaje “llega tarde”, y ha aprovechado su turno de palabra en el acto para mandar su recuerdo “a los que ya no están”. Landabaso, por su parte, aunque define el homenaje como “muy emotivo”, demanda poner en valor lo que pasó en este país hace 85 años: “Desconocemos nuestra historia. A día de hoy no sabemos por qué se bombardearon ciudades, no sabemos casi nada de la guerra civil”. Landabaso aclara que no pide que haya que buscar culpables, pero considera necesario que la sociedad entienda que los conflictos no pueden resolverse así, y defiende hacer “una pedagogía social”.
Mirar hacia adelante
El hijo de Libertad y Juan Ángel reivindica poner en valor la acogida humanitaria. El de Santurtzi considera que aunque esta evacuación fue hace 85 años, hoy nos interpela. En la situación de conflicto que vive actualmente el planeta muchos tienen que buscarse una vida mejor en el exilio: “No podemos dejar de lado lo que sucede en nuestro entorno, hay miles de personas intentando ser acogidos de la misma manera que nuestros padres, y ese mensaje hay que transmitirlo”, señala.
Landabaso subraya que la historia no puede ser un retrovisor, sino una linterna para poder mirar hacia adelante: “Tengo la sensación de que desde las instituciones se hacen cosas mirando por el retrovisor. Se actúa para que quede constancia de que se ha hecho algo, pero se dan pocas lecciones de cara al futuro”. Del mismo modo, crítica que hoy en día hay mucha gente que quiere ser acogida y “no estamos haciendo lo que deberíamos”.
En referencia a los avances que se están dando en materia de memoria democrática, Landabaso agradece que se están dando pasos lentos pero muy necesarios. Pese a ello, lamenta que la velocidad es “muy lenta”: “85 años después de la mayor evacuación de niños que hemos vivido no ha habido ningún homenaje en condiciones. No se entiende”. Cabe destacar que a diferencia de los niños y niñas exiliados por la guerra civil, las víctimas mortales de la guerra y de toda la dictadura franquista si han recibido numerosos homenajes en Euskadi
Asimismo, Landabaso reivindica darle un encaje educativo a lo ocurrido. Según defiende, sería positivo desde el punto de vista pedagógico que cada año se hiciera algún acto alrededor del monumento, esto ayudaría a los más jóvenes a entender qué pasó allí: “Hay que poner en valor la memoria para poder entender qué pasó, dónde se metió la pata, qué hay que evitar, qué valores hay que preservar y cómo debemos comportarnos”.