La situación en Osakidetza es cada vez más complicada. Ya son muchos los meses que los pacientes llevan quejándose de una “mala gestión” que, bajo el punto de vista de los profesionales, va a provocar una “espantada hacia la sanidad privada”. Las aguas por las que navega el Servicio Vasco de Salud cada vez son más turbulentas y la pelota sobre quién tiene la culpa de esta situación va botando de tejado en tejado.
Hace unos días, bajo un ambiente de crispación entre los profesionales sanitarios vascos generado por la publicación de una carta en la que 36 de los 38 jefes de servicio del Hospital de Basurto denunciaban un “desmantelamiento” del área de cardiología y su traslado al Hospital de Cruces, la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, catalogaba el problema de la situación primaria como un “común denominador que están padeciendo todos los gobiernos autonómicos”. Y lo achacaba a la falta de revisión de las medidas tomadas durante los años 80 para asegurar un relevo generacional: “Se adoptaron unas medidas para limitar el acceso a las facultades de medicina y después para limitar el acceso a las especialidades. Probablemente en aquel momento -en torno a 1987- podían ser necesarias por una situación de exceso de profesionales. El problema es que la situación ha cambiado y esto no se ha revisado”.
Recordaba que el proyecto de presupuestos del Gobierno Vasco supera los 2.000 euros por persona y año en inversión sanitaria, "lo que demuestra su apuesta decidida por la salud” e insistía en que el Gobierno vasco tiene que respetar lo que la ley establece en el ámbito de la contratación.
Los sanitarios
Por su parte, los sanitarios y pacientes dibujan una situación muy diferente. Los primeros llevan ya tiempo reclamando una mejora en la gestión sanitaria. A la carta pública de los jefes de servicio de Basurto se suman otras reivindicaciones. Entre ellas, la compleja situación por la que atraviesan las Urgencias de Osakidetza. Muchos son los centros que tienen que hacer frente a un repunte importante de pacientes -de un 30% más en varios hospitales- con unas plantillas mermadas por la falta de facultativos. Un ejemplo de ello es el hospital de Usansolo en Galdakao que denunciaba la “precarización” del servicio y criticaban, hace apenas una semana, que se haya despedido a seis facultativos de urgencias -un 10% de la plantilla- pese a un aumento de la carga de trabajo del 20%.
En el centro de consultas externas Doctor Areilza, de Bilbao, la falta de facultativos afecta directamente al tiempo de espera para una consulta. “Nosotros pasábamos la orden de que había que dársela en un plazo de tres meses pero había casos en los que se daban un año después”, explica una antigua trabajadora del centro. “Como no le pusieras en la cita que necesitaba ser urgente nunca te la daban cuando había que darla. Además, la cantidad de citas que teníamos al día era inviable. De normal deberíamos tener de 15 a 20 pacientes al día pero la mayoría de días teníamos de 25 para arriba”, admite.
Otro ejemplo, el de las matronas de Cruces que hace unos meses escribían una carta dirigida a las usuarias de este servicio para pedir disculpas por la atención que las mujeres iban a recibir. “En algunos turnos van a faltar dos o tres matronas y las condiciones del resto son lamentables. Nos vemos incapacitadas para trabajar bajo los estándares de seguridad y calidad de los que presume la organización", avisaban en su momento. En Gipuzkoa, su Colegio de Médicos también denunciaba el deterioro de la sanidad tanto en los centros de salud, como en los hospitales, advirtiendo de que la falta de médicos en varios centros, el cierre de otros en verano o la derivación de pacientes de unos centros a otros, les “preocupaba enormemente”.
Los pacientes
Este enfrentamiento entre institución y profesionales lo están padeciendo mayormente los pacientes, cuyo tiempo de espera para una primera consulta en una especialidad, en algunos puntos de Euskadi, supera los seis meses. Según cifras recogidas por el Registro de la Voz del paciente, en los primeros siete meses de este año Osakidetza ya había recogido un total de 19.100 reclamaciones y 6.851 quejas por parte de los usuarios o pacientes. Unos datos que parecía, se iban a repetir de cara a los próximos meses del año, y que de ser así, superarían claramente la cantidad de reclamaciones y quejas recogidas en los cinco ejercicios anteriores.
Una de ellas, la de una usuaria de 23 años del ambulatorio de Durango que tardó en poder pedir cita con el departamento de ginecología un mes. “Telefónicamente me dijeron que la cita la tenía que coger a través de la aplicación de Osakidetza. Cuando entraba me obligaba a elegir los síntomas y en función de los síntomas que elegí me derivaron con la enfermera”, explica. Esta le llamó una semana después, “y después de hablar conmigo me dijo que me tenía que ver presencialmente la ginecóloga pero que primero tenía que pasar con la matrona”. Otra cita telefónica más, la cuál tardó cinco días en efectuarse, para que, al finalizarse, la respuesta fuera la misma: tenía que verla un ginecólogo pero era necesario un volante médico. Para obtenerlo era necesario volver a pasar por el médico. Finalmente, y después de un mes, ha podido pedir cita con este especialista para mediados de diciembre. Retrasos, dificultades y esperas que hacen que la sanidad pública vasca cada vez este “más mermada”.