La guerra de Ucrania estalló hace casi un año arrasando ciudades enteras y llevándose por delante la vida de miles de inocentes. Aunque los daños causados y las víctimas mortales siguen siendo los que más atención mediática reciben, desde hace 11 meses son muchas las personas que sufren está invasión de una forma u otra, y ese sufrimiento también ha llegado a Euskadi.

La deriva rusa ha perjudicado a los programas de acogida que traen a menores de Chernóbil a pasar las Navidades y los veranos a Euskadi. Después de varias décadas, se están realizando con ciertas diferencias destacadas. Pese a las dificultades para llevar adelante los programas, destaca que tras el estallido de la guerra cientos de familias se ofrecieron para acoger a refugiados ucranianos.

Si el covid-19 impidió que los niños ucranianos vinieran a disfrutar de las vacaciones con sus familias de acogida, la guerra ha empañado el que iba a ser un año de normalidad. Ya en verano el programa se vio afectado por la guerra, y las diferentes asociaciones que trabajan en esta labor tuvieron que traer a los jóvenes en calidad de refugiados. 

Marian Izagirre, presidenta de Txernobil Elkartea, una de las asociaciones implicadas en esta labor desde 1995, explica a 'Crónica Vasca' que estas Navidades están haciendo lo mismo que llevan realizando desde febrero, que es dar la oportunidad de venir con sus familias de acogida vascas a todos aquellos niños que quieran salir de Ucrania.

Después de dos veranos y una navidad sin poder ver a los niños como consecuencia de la pandemia, en 2021 se pudo recuperar el programa. "De la alegría del reencuentro del año pasado hemos pasado a unas Navidades donde no tenemos mucho que celebrar", lamenta Izagirre, quien explica que los niños llegan a Euskadi tras haber vivido situaciones muy duras. "Muchas veces no son capaces de exteriorizar todo lo que han vivido. Cuando preguntas algo y la respuesta es un silencio o una mirada hacia el suelo te das cuenta de que están sufriendo mucho", explica. 

En un año las familias de acogida han pasado de la "alegría del reencuentro" a la "ilusión de traerles a una zona en paz". Desde Txernobil Elkartea celebran que han podido acoger en calidad de refugiados a los niños que ya tenían vínculo con la asociación y a sus familiares, pero lamentan que en este contexto no se permite traer a más jóvenes: "En tiempos de guerra no se puede adoptar o acoger. En Ucrania la tramitación no se puede hacer porque no tienen luz y las instituciones están cerradas; por lo tanto, sólo se puede traer a aquellos que ya tienen un vínculo con una familia".

Muchos niños llevan refugiados en la CAV desde que Rusia invadió su país, y para estas Navidades, las primeras que pasan fuera de sus casas por este conflicto, los jóvenes piden "que se acabe ya la guerra" y poder volver a su país con sus seres queridos, a los que "echan mucho de menos".

 

Una sociedad solidaria

Alrededor de 2.000 ucranianos solicitantes de protección han recibido atención, asesoramiento, apoyo y ayuda a través de los centros de la Asociación Socio-Cultural y de Cooperación al Desarrollo Ucrania-Euskadi desde que comenzó la invasión de Ucrania. La asociación se muestra agradecida porque la sociedad vasca "se ha volcado con las personas ucranianas que han llegado huyendo de la guerra". Asimismo, destacan el apoyo a Ucrania, hasta donde han realizado unos 80 envíos con ayuda humanitaria de primera necesidad.

Aunque estas Navidades están siendo extrañas para las familias de acogida, a lo largo de las fiestas se han organizado diferentes eventos para que los niños puedan evadirse de los problemas que atraviesa su país. Por ejemplo, 40 niños han participado en una fiesta navideña organizada por la ONG UkraniaSOS, en colaboración con la DYA. En dicho evento, celebrado en Bilbao, Kiryl y María, dos niños ucranianos de 7 y 8 años de edad, refugiados desde abril, han asegurado que les gustan las tradiciones de las fiestas navideñas vascas y que están muy agradecidos por los juguetes recibidos.

Una de las madres de estos pequeños, Victoria Kordienko, reconoce que pasar las Navidades lejos de su familia está siendo "muy difícil", pero se muestra agradecida a la familia que les acoge y por la celebración de estas fiestas, que "ayudan mucho". Del mismo modo, señala que las comunicaciones con el padre se hacen por teléfono pero que existen dificultades porque "hay apagones de luz y no hay cobertura, pero de momento podemos hablar con él".

Kordienko lamenta que las cosas en Kiev "no están muy bien" debido a los continuos bombardeos: "A veces falta suministro durante dos días y otras veces lo hay durante una hora y luego se apaga la luz. La vida es muy difícil y además, hace mucho frío".

Otra madre de dos niños pequeños, Tetiana Menychenko, considera que "la Navidad aquí es muy bonita; estamos muy felices aunque queremos volver a casa porque allí están nuestros maridos y familiares".

Llegada a Bilbao de un autobús fletado por Chernobil Elkartea con familias ucaranianas. / EP

Una cuestión de salud

Los programas de acogida se realizan en Euskadi desde hace casi 30 años. A día de hoy cientos de familias colaboran con las diferentes asociaciones que pretenden, fundamentalmente, que los jóvenes que viven cerca del lugar donde se produjo la peor catástrofe nuclear de los últimos siglos puedan pasar unas semanas lejos de la radiación. Alejarse de la zona permite que su sistema inmunológico pueda recuperarse del debilitamiento provocado por la exposición a la radiación nuclear.

Todas las asociaciones trabajan con los mismos objetivos, y el principal es ayudar a mejorar la salud de estos jóvenes. La OMS explica en uno de sus estudios que pasar 40 días fuera de zonas con alta radiactividad alarga la vida media dos años. Esta contaminación afecta a los niños hasta el punto de que algunos vienen con tiroides o problemas de crecimiento, y tras su estancia vuelven a su país con mejor salud y fuerza.

Al problema de la radiación este año se suma el de la guerra, y es por ello por lo que desde la asociación defienden que los jóvenes están mucho mejor en sus hogares vascos en cuanto a seguridad y atención médica: "Cuando acabe la guerra va a quedar el país destrozado, y en la región donde viven no va a quedar nada".

Txernobil Elkartea acoge cada año a alrededor de 200 niños, aunque estas Navidades han traído a unos 150 menores a partir de los seis años de edad. Dada la excepcionalidad de la situación, algunos de esos niños han venido con sus hermanos y/o madres.

Una niña ucraniana de acogida en Euskadi abriendo sus regalos de Navidad.

Después de dos años de covid-19 y casi uno de guerra, ¿qué le pide Txernobil Elkartea a los Reyes Magos? Izagirre lo tiene claro: "Les pedimos paz en Ucrania. Con eso nosotros volveríamos a la rutina y normalidad, podríamos volver a hacer los programas de verano y Navidad normales, traer a más niños y que puedan salir de una Ucrania que va a quedar destrozada. Lo primero es salvaguardar sus vidas y para eso necesitan paz". Desde Txernobil Elkartea miran al futuro con la convicción de que seguirán ofreciendo todo lo que está en sus manos, que es "su casa y su cariño'': "Para ellos es muy importante; es por su salud".