Es la herramienta más utilizada por la mayoría de nuestros jóvenes. El teléfono móvil y las redes sociales a las que se pueden acceder a través de él se han convertido en instrumentos esenciales para el día a día de los menores de edad; tanto es así que, según la encuesta "Jóvenes y Humanismo Digital en Euskadi", coordinada por Braulio Gómez, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Deusto, al 85% de ellos les resultaría imposible poner su teléfono móvil en modo avión durante un periodo extendido de tiempo y el 76% cree que su vida sería peor si desapareciera Internet.
El profesor vasco de ciencias sociales e inglés, Telmo Lazkano Muga, llevaba un tiempo preocupado por esta realidad cuando decidió llevar a cabo su proyecto ‘No phone challenge’. “Es una realidad que puede observar todo el mundo. El incremento del uso del teléfono móvil y la importancia de este en nuestra sociedad y en cada uno de nosotros… Mis propios alumnos me enseñaron el registro de su uso diario con este dispositivo, en el que pasaban entre cinco y seis horas al día”, explica.
Alertado por esta realidad, tal y como afirma el profesor, “decidió tomar cartas en el asunto. Ya que, especialmente en edades tempranas, el uso de las redes sociales suponía un foco de conflicto muy común;y yo quería crear una relación sana entre mis alumnos, sus teléfonos móviles y las aplicaciones que había en ellos”. De esta manera nació ‘No phone challenge’, un breve proyecto realizado con sus alumnos de cuarto de la ESO -16 años- en marzo de 2022 que, tras su éxito, ha conseguido réplicas en todo el territorio vasco; y que ha sido premiado por el Departamento de Salud con el reconocimiento Elkar Eginez a la mejor práctica en materia de adicciones en Euskadi 2022-2024.
¿Si no pagas por el producto… Eres tú el producto?
“El proyecto contaba con tres partes y, aunque la más conocida ha sido la última, este no hubiera tenido éxito sin las dos anteriores”, matiza Lazkano. La primera parte tenía como objetivo que los alumnos construyesen un conocimiento amplio “sobre lo que son realmente las redes sociales, en qué basan su negocio, cómo consiguen mantener nuestra atención a través de la pantalla y qué consecuencias tiene eso para nosotros”. Para ello se visionó en el aula el documental ‘El dilema de las redes sociales’; tras su visionado los alumnos tuvieron que contestar diez preguntas que invitaban a la reflexión y el debate.
“¿Si no pagas el producto, te conviertes tú en él?¿Qué técnicas psicológicas utilizan las grandes aplicaciones para mantenernos durante horas delante de la pantalla? o ¿Cómo afecta esto a nuestra autoestima y salud mental?”, fueron algunas de ellas, explica Telmo Lazkano: “Al final ellos construyeron su conocimiento mediante el debate en clase”.
¿Cómo es tu relación con las redes sociales?
La segunda parte consistía en crear un punto de vista crítico sobre el conocimiento ya adquirido tras el visionado del documental y el posterior debate. Para ello, el joven profesor encargó a sus alumnos escribir una redacción en la asignatura de inglés en la que tenían que responder preguntas que invitaban a construir ese punto crítico. “¿Cómo veis vuestra relación con las redes sociales?¿Cómo la ve vuestro entorno?¿Se deberían prohibir los filtros estéticos en las redes sociales?... Preguntas que no estaban hechas para imponer un criterio, pero sí para que ellos reflexionaran sobre ello”, insiste.
Conciliación del sueño, ansiedad y pensamientos intrusivos
Después de esta segunda parte los alumnos contaban ya con un conocimiento amplio y un punto de vista crítico, por lo que se dió paso a la tercera y última parte del proyecto, “que consistía en llevar a las aulas lo que habían aprendido en la vida real”, aclara Lazakano. Así, y de manera voluntaria, 19 de los 23 alumnos que tenía en clase dejaron sus móviles apagados en dirección durante una semana. “Día y noche, y además, tenían que escribir un diario donde narraban todo lo que había sucedido a través de esa acción…Cómo se habían sentido psicológicamente, cuándo habían echado de menos el móvil, cuántas veces se llevaron la mano al bolsillo a por el móvil que no tenían, cómo lidiaron con el aburrimiento…”, añade.
Los primeros tres días, tal y como confiesa el profesor, “los menores tuvieron síntomas de un cuadro de dependencia, como puede ser comer más de lo normal, dificultades para conciliar el sueño, cierta ansiedad, pensamientos intrusivos… Al cuarto o quinto día empezaron a sentirse mucho más tranquilos, felices, discutían menos, en el aula estaban mucho más atentos. Muchos decían que se habían quitado una losa de encima, que conectaban más con las cosas y que esas cinco horas que pasaban con el móvil pasaron a invertirlas haciendo cosas más saludables como leer, pasear por el monte, pasar el día con los abuelos…”
Al finalizar la semana, cinco alumnos le trasladaron a este profesor que no querían o que les daba miedo tener el teléfono de vuelta por caer en la dinámica de antes: “Para mi sorpresa lo que yo pensaba que era una utopía sucedió en algunos alumnos, y es que a los cuatro o cinco meses de finalizar el proyecto, con este totalmente apartado de nuestras vidas, salió el tema en clase y algunos me enseñaron el tiempo de uso de sus teléfonos, el cual se había reducido a la mitad. Ellos mismos fueron los que pusieron en práctica todas estas medidas e incluso eliminaron algunas aplicaciones como Instagram o Tik Tok”.
"Una pérdida de tiempo"
Y es que, tal y como reflejaba la encuesta "Jóvenes y Humanismo Digital en Euskadi", el 54% de los jóvenes vascos cree que el tiempo pasado en los dispositivos digitales es un tiempo robado a su vida real. Porcentaje que sube hasta un 60% cuando se declara sentir cada día fatiga mental o física o ansiedad relacionada con su vida digital. “Algunos de ellos pasaban tiempo en esas aplicaciones y luego no recordaban lo que habían visto en ellas durante las dos o tres horas anteriores”, explica Lazkano.
Y confirma: “Esto no pasa por casualidad. Por un lado tenemos que ver que estas redes sociales están creadas para ser adictivas y, por otro lado, nunca le hemos dado al teléfono la importancia real que tiene. Le hemos dado estas herramientas a niños de 10-12 años y es como si le hubiésemos dado a un niño las llaves de un ferrari por una autopista”. Y esto además de tener una relación directa con los problemas de salud entre los más jóvenes -desde 2009 se han duplicado-, se ha visto reflejado en las aulas, dónde en los últimos años “han visto un cambio de comportamiento hacia aquellos no cívicos en el alumnado”.
Internet es por tanto, según este profesor, “una herramienta que necesita mucha formación, un mínimo de edad, y que los menores sean acompañados en ese proceso… Y esta falta de formación ha provocado que haya muchos adultos, y muchos jóvenes, que están desarrollando una relación poco sana con los móviles”. Por eso, “y ante la preocupación tanto de profesorado como de padres y madres, además de formación específica para el profesorado, este proyecto en concreto se ha trasladado a otros centros educativos vascos en Mendata, Deba o Tolosa, que lo están llevando a cabo este mismo trimestre". Así, este joven profesor vasco, a la espera de los resultados de estas réplicas del proyecto, desea que otros centros puedan unirse a esta inciativa -a través de su correo: mugikorrarenauzia@gmail.com- para intentar que esta tenga efecto en otros jóvenes vascos y pueda ser utilizado como herramienta para construir una relación sana entre los más pequeños y esta herramienta esencial.