Los jóvenes vascos cada día lo tienen más complicado para poder emanciparse. Es una realidad que llevan experimentando durante años, pero que se ha agudizado en los últimos tiempos debido a que el precio medio de venta de las viviendas libres recuperó los niveles de 2013, se endurecieron las condiciones de acceso a la financiación hipotecaria y los alquileres alcanzaron máximos históricos, con una media de 1.024 euros al mes.
Según el último estudio del Observatorio de Emancipación elaborado por el Consejo de la Juventud de España, en 2022 había en Euskadi menos jóvenes emancipados que en 2021, el 14,4% del total. De hecho, aunque el poder adquisitivo de la población joven vasca es superior a la media estatal -pese a que en Euskadi, según este estudio, es más habitual que en España que una persona joven realice jornadas a tiempo parcial, la mitad de las veces de manera involuntaria-, resulta para ellos claramente insuficiente poder afrontar en solitario la compra o el alquiler de una vivienda libre. Incluso con los ingresos de un hogar joven, superiores a los 30.000 euros al año, cualquiera de las dos opciones es inviable.
En el conjunto de España, y tras dos semestres de ligeras subidas en la tasa de emancipación juvenil, en el segundo semestre de 2022 el porcentaje de personas jóvenes en España que vivían fuera del hogar familiar era exactamente igual que el del primer semestre: el 15,9% de toda la población joven, cifra que no llega a la mitad de la media de la Unión Europea, que se establecía en el 31,9%.
El “gran mito” de las personas jóvenes”
Además, la edad media estimada de emancipación se establece ya en los 30,3 años. Dato que, según el informe, desmiente uno de los mitos que las personas jóvenes llevan décadas oyendo: que una mayor formación y un trabajo duro se traducirían en una mayor estabilidad económica.
Y es que, tener estudios superiores no garantiza, en ningún caso, poder emanciparse. Tan sólo el 22,9% de las personas jóvenes que habían completado enseñanzas de formación profesional de nivel superior o estudios universitarios se han podido emancipar, con datos de finales de 2022. Además, para las personas jóvenes que no continúan estudiando la tasa de emancipación es similar entre quienes tienen estudios superiores y entre quienes no los tienen.
Por otro lado, tener un trabajo, según destaca el informe, tampoco es suficiente para poder acceder a una vivienda, ya sea comprada o de alquiler. Pese a que el salario medio de una persona joven subió de media en España un 4,6%, estableciéndose en los 13.079,19 euros netos al año (o 1.089,93 euros netos al mes), el precio de las viviendas en alquiler lo hizo un 7,55%. Así, el alquiler medio de una vivienda se establecía en 912 euros.
Esta cifra supondría que, para pagar un alquiler en solitario, una persona joven trabajadora tendría que dedicar el 83,7 % de su sueldo. Eso, sumado a los 141 euros de media que cuestan de media los suministros y servicios de una vivienda (como los recibos de agua, luz, gas, etc.), supondría 1.053 euros al mes, el 96,6 % de su sueldo. Es decir, sólo le quedarían 36,93 euros para adquirir alimentos, comprar ropa y gastar en ocio, algo completamente inasumible.
Las conclusiones de este informe no son alentadores para los más jóvenes, y es que no es solo que una persona joven trabajadora no pueda, por lo general, emanciparse en solitario, sino que una de cada cinco personas de menos de 30 años con un puesto de trabajo se encuentra ya en pobreza o riesgo de exclusión social. Así, el Consejo de la Juventud marca este fenómeno, el de personas jóvenes que siguen siendo pobres aunque trabajen, como una de las prioridades de la clase política, “ya que la imposibilidad de acceder a unas condiciones que permitan poder vivir de forma digna e independiente causa no solo problemas materiales en la juventud, sino que también afecta a su salud mental”, concluye.