En los últimos meses han saltado las alarmas sobre el uso de los dispositivos móviles entre niños y adolescentes. Las nuevas generaciones de vascos han nacido y crecido rodeados de dispositivos tecnológicos. Si bien es cierto que estos ya son usados por la práctica totalidad de la población, preocupa su uso entre los más pequeños. Según los últimos datos publicados por la Universidad de Deusto, el uso del móvil es ya el primer método de diversión entre estos, llegando a acaparar en el 30% de los casos cuatro horas diarias o más de su tiempo. Porcentaje que aumenta considerablemente con los niños de 12 y 14 años que ya tienen móvil, hasta llegar al 85%.
El uso del móvil, en ocasiones sin supervisión de un adulto, y las consecuencias que puede tener en el desarrollo cognitivo de los más pequeños ha llevado a expertos, profesores y padres a tomar medidas al respecto. Ante este exponencial aumento, los padres han dado un paso al frente. Empezó en una pequeña localidad catalana, Poblenou, pero el movimiento que pretende prohibir el uso de móviles en menores de 16 años se ha extendido como la pólvora hasta llegar a Euskadi a través de diferentes grupos de Telegram.
Concretar una edad para entregar un móvil a los más pequeños de la casa no es tarea fácil, avisan los expertos como Juan Manuel Machimbarrena, profesor de la UPV de Psicología Clínica y de la Salud: “Habría que hablar de procesos no vinculados con la edad en sí, sino con la madurez que esté demostrando con la tecnología”. Si bien afirma que el descenso en la edad con la que los niños comienzan a usar un móvil es “preocupante, porque si esta va bajando llegará un punto en el que el menor no tenga capacidad de entendimiento”, también asegura que medidas drásticas como su prohibición “le quitan valor a las capacidades que estos demuestran”.
Lo ideal, indica, sería realizar este proceso de forma progresiva, “poco a poco, con una supervisión inicial. Que el menor vaya ganando privilegios hasta conseguir la autonomía”. No es sólo el tiempo que un niño pasa con el móvil, sino de qué manera lo pasa, “el gran kit de la cuestión”. Para Machimbarrena la tecnología no tiene un uso negativo o positivo, “este va variando". "El móvil ha entrado como una herramienta útil pero como toda cuestión tiene sus partes buenas y sus partes negativas. No es bueno demonizar la tecnología pero sí que es muy importante educar en un uso responsable de la misma”, aclara.
En los últimos años, expertos como él han visto que la situación ha cambiado y “aunque siempre ha habido preocupación hacia el uso de la tecnología por los más pequeños, la contundente penetración de estas en los hogares es cada vez mayor y cada vez se hace antes; ese miedo a lo nuevo se junta con el hecho de que está omnipresente, de que ya lo tenemos encima”, asegura. Omnipresencia de estos aparatos que para muchos padres ha llegado “sin estar preparados. Sin tiempo ni ayuda para formarse y educarse en el ámbito tecnológico”.
Ante esta desinformación, este experto incide en que no hay que demonizar la tecnología hasta que esta “no afecte directamente en la vida del menor. El problema se origina cuando este deja de hacer actividades o su única forma de ocio consiste en eso. Cualquier cosa en una adicción desplaza a otras, como dejar de hacer deporte o de ir con amigos. Pero por lo general, la tecnología no es algo a prohibir sino algo a educar y regular".
Además, asegura que la clave del éxito para que no derive en eso es “saber qué es lo que le estimula al menor en el móvil y por qué no hay cosas fuera de él que le estimulen tanto. En definitiva, procurar que tenga otras vías de escape”.
Los teléfonos móviles en el aula… ¿Sí o no?
La preocupación de los padres que se han unido a esta iniciativa de Telegram va más allá y argumentan “consecuencias muy negativas para los niños en el aula”. Un 18,8% de los alumnos ya refiere problemas ocasiones con el uso de la tecnología en el aula. A excepción de Madrid y Galicia -comunidades donde el uso de los móviles está prohibido-, en el resto es el propio centro educativo el que decide sobre su uso. Por regla general, en la mayoría de centros su uso durante las sesiones, tanto en primaria como en secundaria, está prohibido, pero sí que es utilizado en actividades ocasionales y supervisadas.
Con el objetivo de crear una relación sana entre los menores y sus teléfonos móviles surgió No Phone Challenge, un breve proyecto realizado por el profesor Telmo Lazkano con sus alumnos de cuarto de la ESO -16 años- por primera vez en marzo de 2022, pero que, tras su éxito, ha conseguido réplicas en todo el territorio vasco; y que, además, ha sido premiado por el Departamento de Salud con el reconocimiento Elkar Eginez a la mejor práctica en materia de adicciones en Euskadi 2022-2024.
Proyecto que arrojó una realidad que ya se venía advirtiendo: según la encuesta "Jóvenes y Humanismo Digital en Euskadi", el 54% de los jóvenes vascos cree que el tiempo pasado en los dispositivos digitales es un tiempo robado a su vida real. Porcentaje que sube hasta un 60% cuando se declara sentir cada día fatiga mental o física o ansiedad relacionada con su vida digital. Los menores que participaron llegaron a tener síntomas de un cuadro de dependencia, como puede ser comer más de lo normal, dificultades para conciliar el sueño, cierta ansiedad o pensamientos intrusivos.
Síntomas de adicción que están cada vez más presentes en los más pequeños y que preocupan a las familias, que acuden a profesionales para tratarlo. Es el caso de la Fundación Gizakia, que ha visto cómo desde el 2019, tanto en población adulta como joven, está aumentando el número de personas que acuden a sus consultas por problemas derivados del uso del móvil.
“Hay un 8% de personas que consultan por esta problemática porque estamos detectando un uso abusivo del móvil por la población más joven y esto deriva en algunos casos en problemas de comportamiento. La demanda viene por parte de la familia, nosotros hacemos una primera valoración y abordamos la problemática”, asegura Erdoitza Unanue, directora de programas de la asociación.
Aumento considerable desde 2019
Detalla que el perfil de los adolescentes que llegan a sus consultas después de haber desarrollado problemas con el comportamiento tras un uso excesivo del móvil varía en función del género: “Las chicas suelen ser de entre 17 y 18 años y los problemas vienen derivados de las redes sociales, sin embargo los chicos presentan problemas relacionados con videojuegos y apuestas deportivas”. E indica que “nos hemos dado cuenta que esto último se está extendiendo en conducta de grupo y está muy ligado al propio mundo deportivo. Es habitual que los chicos jóvenes después de entrenar, se junten y apuesten”.
Al igual que Machimbarrena, Unanue insiste en que esto es ya una realidad, “la tecnología y su inmediatez están ahí; en muchos momentos estas son muy útiles, el problema es que estamos dando herramientas sin enseñar cómo se usan”. Algo extremadamente peligroso en la adolescencia, una época de cambio y crisis: “Los niños van construyendo su identidad y su seguridad en sí mismos. Por ejemplo, las chicas utilizan las redes sociales y crean su autoestima dependiendo de la reacción de otros, algo que generalmente provoca autoestima más baja e incluso problemas de conductas alimentarias o de gestión de las emociones”.
Educar y sensibilizar, coinciden ambos expertos, para que que esta realidad ya omnipresente no tenga terribles consecuencias en nuestro futuro más próximo.