Euskadi esconde secretos sobre la historia. Siempre se habla de espías y cuando se habla de estos, los artículos se refieren a los hombres. Poco se sabe de las espías vascas y de su papel en la historia. El medio de Euskonews de Eusko Ikaskuntza expone en su artículo Espías vascas que Ramona Arregui creó una red de espionaje "a favor del pretendiente Don Carlos durante el sitio de Bilbao".
María Garay, Menigne Saube-le-Bile, entre otras, "desenmascaró al espía Pedro Muñoz cuando iba a entregar Baiona en 1651. La cabeza del traidor se mantuvo expuesta durante años". Poco a poco, Euskadi fue "proporcionado una amplia nómina de espías". Muchas de ellas no son apenas conocidas.
La espía vasca de Felipe II
La primera de la que se conoce un poco su historia es la señora de Urtubia, perteneciente a la Liga Católica en Baja Navarra, quien trabajaba para el rey Felipe II. Esta se dedicaba a enviar cartas en euskera al palacio del virrey de Navarra "a través del abad de Urdax". Se puede leer una traducida al castellano que dice lo siguiente: "Señor, he recibido la carta de Vuestra Señoría juntamente con la conserva de ordinario y así le beso mil veces las manos por el cuidado que tiene de mí. Desde que le escribí la noticia que corre por aquí es que la mitad de la armada ha ido a la ruta de la flota de Indias y que la otra mitad ha ido a Barcelona. Ninguna otra cosa hay digna de comunicarse a Vuestra Señoría y quedo su humilde servidora".
Otro gran momento histórico de la historia del espionaje vasco fue cuando los liberales infiltraron a algunas agentes "como damas de compañía en la Corte de Estella" durante las guerras Carlistas. Momento en el que Gabriela, 'la roncalesa', trasladaba mensajes en el Pirineo. Las espías vascas trabajaban en otros países además de en España.
"En los servicios secretos argentinos su presencia fue significativa. También en la CIA y su predecesora, la OSS. Así como las vascas han actuado en escenarios lejanos, algunas de las más célebres agentes de información espiaron en Euskal Herria: Micheline Carré la Gata, Mata Hari o Marthe Richard tendieron sus redes en San Sebastián o Baiona", expone la web.
La bailarina Raimunda Amarandain, por su parte, era conocida como Aurora de Bilbao o La Sultana y "puso sus dotes de seducción al servicio del Káiser". Por lo que en 1916 marchó a París junto con Adolfo Guerrero, su marido. París fue el lugar escogido ya que era menos sospechoso para llegar a Inglaterra. Sin embargo, los británicos sospecharon sin pruebas y pidieron a la policía que siguieran a la pareja y la vigilasen. Lo hicieron porque hubo gastos por parte de la pareja que no justificaban su nivel de vida.
En los servicios secretos norteamericanos ingresó una vasca. Esta era Maurina Aldecoa, de Idaho. Esta familia participó en el esfuerzo de guerra. "Su hermano Manuel se alistó como piloto y murió sobre Lille en 1943. A inicios de 1944 Maurina pidió ingresar en la OSS y un mes después se lo concedieron. Tras entrenarla en Washington, la destinaron a Londres. Trabajaba como analista de información: estudiaba los informes secretos y decidía qué era importante y a qué funcionarios y departamento correspondía".