"Me metí sin más. Empecé a sacar a gente, a dejarlos en la calle. Aquello era tan grave, lo que había allí dentro, aquel horno tan atroz. No había nada más que chillidos".
Es el testimonio de Pedro Chicote, el policía en prácticas que hace 50 años, era el primero en socorrer a los heridos de la cafetería Rolando, en Madrid, tras explotar una bomba reforzada con metralla, en la esquina de la calle del Correo con la Puerta del Sol, y que también afectó al Restaurante Tobogán.
Era un punto estratégico, ya que colindaba con la entonces Dirección General de Seguridad del régimen franquista, y el objetivo de ETA eran los policías que, en sus descansos laborales, acudían a esa cafetería. Actualmente este edificio es la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol.
El mediodía del viernes 13 de septiembre de 1974 suponía un antes y un después en la historia de España: el primer atentado ‘indiscriminado’ de ETA. Es decir, una matanza injustificada, caprichosa o indistinta. Un golpe no selectivo y que se diferenciaba de sus precedentes: la organización terrorista nacionalista vasca ya no buscaba un blanco claro dentro del mundo de la política, sino matar a civiles cualesfueran.
Hasta entonces ETA solo había atentado de manera individual, como el del Guardia Civil, José Antonio Pradines, la primera víctima mortal de ETA; o el del policía Melitón Manzanas, el primer homicidio premeditado.
Alrededor de las 14.00 de la tarde, dos jóvenes franceses con nombres y apellidos, Bernard Oyarzabal y María Lourdes Cristóbal, se sentaban en una mesa de la cafetería de la calle del Correo.
Media hora más tarde abandonan el local, pero habiendo dejado este artefacto que se hizo con la vida de más de una docena de personas, el primer atentado en el que la banda utilizó metralla: 1.000 tuercas hexagonales de 2 centímetros que compró Oyarzabal en una ferretería.
Esto deja evidencias de que los dos jóvenes franceses querían matar a, cuántas más personas, mejor. Puso una bomba con 1.000 tuercas, que son 1.000 disparos, justo a la hora de la comida en un comedor lleno de gente.
La cafetería Rolando era un lugar céntrico y barato, donde iban turistas, trabajadores, estudiantes y policías, el blanco de la masacre.
Este día murieron 11 personas y más de 70 resultaron heridas. Sin embargo, el número de víctimas mortales ascendió a 13, ya que dos semanas más tarde falleció un cliente de la cafetería Rolando que trabajaba cerca de ella; y, dos años más tarde lo hacía el inspector Félix Ayuso Pinel, el único policía de la lista.
Era, para entonces -desde su primer atentado en 1957, en plena dictadura-, el atentado que más víctimas mortales causó hasta el atentado de un coche bomba contra el centro comercial Hipercor, en Barcelona, 13 años más tarde, el 19 de junio de 1987, cuando murieron 21 personas y hubo 45 heridos.
Según el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, ETA cometió el 95% de sus 853 asesinatos entre 1976 y 2010.
Alicia Gómez, hija del cocinero fallecido de la cafetería Rolando
“Mi padre tenía 30 años cuando murió, y toda una vida por delante para vivirla. Era alegre, familiar, adoraba a su mujer, y con dos hijas que eran el motor de su vida. Le encantaba su profesión. Era muy buen cocinero y trabajó en varios restaurantes hasta que llegó a Rolando como jefe de cocina”, ha asegurado Alicia Gómez, hija del cocinero de la cafetería, Francisco Gómez, 50 años después.
Francisco Gómez fue una de las 11 víctimas mortales que fallecieron en el momento ya que, a pesar de ser rescatado con vida entre los escombros, falleció ese mismo día en el hospital a causa del derrumbamiento del techo de la cafetería Rolando.
44 años de mentiras de ETA
ETA no se atribuyó esta masacre. Y, además, mintió. La banda le echó la culpa a la ultraderecha y la dictadura franquista. ETA ya lo hizo en más ocasiones: matar y mentir.
No fue hasta el año de la disolución de la organización radical nacionalista, en 2018, que ETA reconoció la autoría del atentado. Alicia Gómez lamenta que «44 años después de aquel viernes 13, salieron los cobardes y dijeron: “He sido yo, ¿y qué?” -y continúa-, siempre hemos contemplado la impunidad en la que han vivido nuestros verdugos».
50 años del atentado Rolando
"Las de las víctimas son historias terribles. ETA les destruye la vida", relata el historiador y responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Gaizka Fernández, en su publicación por el 50 aniversario del atentado ‘Dinamita, tuercas y mentiras’.
Lo escribe junto a Ana Escauriaza quien actualmente también trabaja como investigadora y docente en la Universidad de Navarra.
Asimismo, la publicación está apoyada por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, cuya sede en Vitoria acoge, asimismo, una exposición sobre el atentado: “50 años de la primera masacre de ETA”.
“Hemos vivido en soledad, teniendo la rotunda sensación de ser las víctimas olvidadas. No fuimos amparados por ninguna institución, nunca nadie llamó a nuestras puertas. Tuvimos que gestionar solos el dolor y las carencias”, ha lamentado Gómez, añadiendo que con este homenaje “hoy nos sentimos un poco menos solos”.