El País Vasco se ha consolidado como una de las comunidades autónomas con mayores índices de intoxicaciones etílicas en el último año, alcanzando un preocupante 23,8 %. Esto coloca a Euskadi en el segundo puesto a nivel nacional, solo superada por Castilla y León (26,4 %), y muy por encima de la media española, que se sitúa en el 14,3 %, según los datos, extraídos de la reciente Encuesta sobre Alcohol y Otras Drogas en España (Edades 2024).
Aunque, según EFE, el consumo de alcohol en España sigue siendo generalizado, con el 76,5% de la población de entre 15 y 64 años reportando haber bebido en el último año, las cifras en Euskadi destacan negativamente por la alta prevalencia de intoxicaciones agudas. Este fenómeno pone en relieve el impacto del consumo excesivo en un corto período, lo que implica no solo riesgos inmediatos para la salud, sino también una potencial puerta de entrada a otras conductas de riesgo.
El perfil del consumo en el País Vasco
En términos generales, los vascos no lideran en cantidad de alcohol ingerido, pero el porcentaje de episodios de intoxicación etílica aguda sí destaca. Esta diferencia sugiere un patrón de consumo más relacionado con el consumo episódico excesivo que con el consumo diario.
Por otro lado, la edad de inicio en el consumo de alcohol en España es de 16,4 años, y aunque no se desglosan cifras específicas para Euskadi, las tendencias nacionales muestran que el primer contacto con esta sustancia ocurre a edades cada vez más tempranas.
En contraste con Euskadi, comunidades como la Comunidad Valenciana y Aragón lideran el consumo total de alcohol en el último año, mientras que otras, como Extremadura, se sitúan a la cabeza en consumo de tabaco y cannabis. Estos contrastes entre autonomías subrayan la diversidad de los problemas asociados a las sustancias psicoactivas en España, donde cada región enfrenta retos particulares.
Estrategias para abordar el problema
El alarmante lugar que ocupa Euskadi en el ranking de intoxicaciones etílicas plantea la necesidad de intensificar las campañas de concienciación y educación, especialmente dirigidas a los jóvenes, quienes son más vulnerables a desarrollar hábitos de consumo nocivos.
Asimismo, los datos destacan la importancia de implementar medidas preventivas, como la regulación de la venta y promoción de alcohol, así como el fortalecimiento de programas de intervención temprana.