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De policía local a cómico de éxito, Juan Dávila es el claro ejemplo de que nunca es tarde para reinventarse. Con una carrera marcada por la improvisación, el humor sin filtros y un carisma arrollador, ha logrado convertirse en uno de los humoristas más seguidos del momento.

El Palacio del Pecado, su espectáculo más reciente, ha sido un fenómeno en toda España, llenando teatros y conquistando al público con su irreverencia y su capacidad de hacer reír a cualquiera.

Las redes sociales han sido clave en su ascenso, pero su éxito no ha estado exento de polémicas y momentos difíciles. Sin miedo a traspasar límites, Dávila defiende la comedia como herramienta de inclusión y un vehículo para abordar cualquier tema. En una charla con Crónica Vasca, nos habla sobre su transformación profesional, la importancia de la risa y lo que pueden esperar sus seguidores de su próxima presentación en San Sebastián.

P: Juan, vienes de llenar teatros en toda España con El Palacio del Pecado. ¿Qué puede esperar el público de San Sebastián de este espectáculo?
R: Pues puede esperar lo inesperado, porque el público del norte es muy sorpresivo y ellos mismos se sorprenden de lo que sacan. Lo que pasa es que en el norte hace frío y hay que encontrar el calorcito. En cuanto están calientes, la risa sale.
P: Tu trayectoria es bastante singular: de policía local a cómico de éxito. ¿Cómo fue ese cambio de rumbo en tu vida?
R: Decidí ser policía local porque tenía 26 años y buscaba estabilidad y seguridad económica, simplemente por eso. No era vocacional para mí. Pero entre ser policía y cómico de éxito hubo 12 años de "cómico de fracaso". Mientras trabajaba en la policía, me apunté a una escuela de interpretación porque era lo que realmente me gustaba. Cuando vi que por ahí iba mi camino, me costó tomar la decisión, pero tuve que dejar el funcionariado.
P: ¿Y ha influido tu experiencia como policía en tu faceta como cómico?
R: Sí, muchos piensan que mi actitud en el escenario es un poco policial... pero soy el "poli bueno". Mi espectáculo está abierto a todo el mundo y en él la risa lo une todo, en especial las miserias, porque todos tenemos muchas. Además, ser policía me ayudó mucho con la observación, y el humor tiene mucho que ver con eso.
P: Si miras atrás, ¿qué le dirías a aquel Juan Dávila que patrullaba las calles?
R: Que no se deje hipnotizar por la seguridad.

Juan Dávila empleando el teléfono móvil en su show Ernesto Gonca

P: Las redes sociales han sido clave en tu popularidad. ¿Cómo han cambiado tu carrera?
R: Empecé a usar redes con 43 años, siendo de una generación que estaba fuera de eso. Pero vi que o las usaba o el humor no iba a llegar a nadie. Llevaba 10 años haciendo humor, pero cuando lo puse al servicio de las redes sociales, todo se disparó. Para mí, las redes lo han llenado todo.
P: ¿Cómo manejas el equilibrio entre lo que muestras en redes y lo que ofreces en el escenario?
R: Bueno, después de que Meta e Instagram me cerraran la cuenta durante tres meses, he aprendido a saber qué subir y qué no.
P: En el humor se supone que no hay límites, pero en ocasiones la sociedad parece marcarlos. ¿Cómo manejas temas que podrían considerarse sensibles?
R: Precisamente los temas sensibles son los que más necesitan del humor, porque es una forma de inclusión. La gente que asiste a mis shows viene a reírse porque, sin humor, no sobrellevaría ciertas situaciones. El problema es la gente de fuera, que desde su soberbia dice: "No te rías de eso", porque lo ven desde la pena. Para mí, el humor es una buena forma de igualdad e inclusión.
P: ¿Te arrepientes de algún momento concreto o consideras que has metido la pata?
R: Sí, porque si solo ves un trocito del espectáculo fuera de contexto, puedes malinterpretarlo. Me han llegado muchos haters que ven un fragmento de un reel y dicen: "Madre mía, qué brutalidad". Pero en el show es otra cosa.

Juan Dávila en su show interactuando con el público Ernesto Gonca

P: En tus espectáculos, la interacción con el público es clave. ¿Alguna anécdota memorable que puedas compartir?
R: No sé si fue en Donosti la última vez que estuve, pero me regalaron una botella de sidra. Como no tenía un vaso para escanciarla, una espectadora se quitó la prótesis de la pierna y me la dejó para escanciar la sidra. Ese es el nivel de humor al que viene la gente.
P: ¿Cómo manejas la improvisación en un espectáculo tan dinámico?
R: Llevo improvisando desde 2012, ya van 13 años. La improvisación es estar presente y abierto a que todo lo que ocurra sea un regalo.
P: ¿Qué mensaje te gustaría transmitir al público que asistirá a tus funciones en San Sebastián?
R: Que venga con la mentalidad y el cuerpo abiertos.
P: Si tuvieras que definir tu carrera en una sola palabra, ¿cuál sería y por qué?
R: Imprevisible, porque ni yo sé lo que va a pasar en cada espectáculo ni lo que pasará la semana que viene en mi vida.

Juan Dávila entregado a su público Ernesto Gonca

Y tras El Palacio del Pecado, el futuro sigue abierto: “Estoy preparando cositas de cine”. Juan Dávila ha demostrado que la vida, como su comedia, está llena de giros inesperados. Su capacidad de transformar la realidad en risa es lo que lo ha convertido en un referente del humor actual.