El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCYL) ha ratificado la pena de 30 años de cárcel para un hombre que golpeó con un martillo a dos mujeres, elegidas al azar en Miranda de Ebro (Burgos), para despistar a los agentes encargados de investigar el asesinato de su esposa, que se produjo en Lantarón (Álava) aunque el hombre trasladó el cadáver a esa localidad burgalesa.
Según informa la Agencia EFE, se ratifica, por tanto, su condena por dos delitos de asesinato, en grado de tentativa con las agravantes específicas de alevosía, y evitar ser descubierto; con una pena de 15 años por cada uno de ellos.
El hombre, de 30 años en el momento de los hechos, octubre del 2017, reconoció el asesinato de su esposa, que había manifestado su intención de separarse de él, por lo que fue condenado por la Audiencia Provincial de Álava a 21 años de cárcel por asesinato con las agravantes de alevosía y género, una pena que tiene recurrida ante el Supremo. Pero negó las otras dos agresiones y aseguró que estaba lejos de los lugares donde se produjeron.
La defensa argumentó que la sola circunstancia de que el acusado se encontrara en Miranda de Ebro cuando se cometieron las agresiones a las dos mujeres en dicha localidad no constituía un indicio de la suficiente entidad para desvirtuar la presunción de inocencia, puesto que su presencia allí no era insólita o extraordinaria, sino habitual, dado que el acusado se desplazaba con frecuencia a dicha localidad burgalesa desde su domicilio en un pueblo de Álava por motivos tanto profesionales como familiares.
Sin embargo, el TSJCYL argumenta en su fallo que la investigación de la Policía Nacional situó al agresor en los lugares de las agresiones en torno a esos momentos, gracias al seguimiento de la señal de su móvil y varias cámaras de vigilancia.
Un crimen "meticulosamente" urdido
Como explica EFE, el Tribunal ratifica que el condenado agredió a una de las mujeres seis días antes de asesinar a su mujer. La víctima, de 64 años, recibió un martillazo en la cabeza por el que lleva una placa de titanio en el cráneo y sufre ataques epilépticos y problemas de visión.
La otra agresión tuvo lugar dos horas antes de asesinar a su esposa, cuando el hombre atacó, también con un martillo, a otra mujer de 55 años, que como consecuencia anda con muletas, pierde con frecuencia el equilibrio y tiene problemas de concentración. Los informes forenses de ambas ratifican que el golpe que recibieron en la cabeza pudo haberlas ocasionado la muerte.
El TSJCYL relaciona las agresiones con el asesinato de su mujer, al considerar que formaban parte de una estrategia, porque el condenado “urdió meticulosamente el crimen”. En este sentido, la resolución señala que el hecho de que el acusado transportase "el cadáver de su esposa y lo dejase dentro del vehículo de la misma en el mismo lugar, o muy próximo, a donde se habían cometido anteriormente las otras agresiones, circunstancia respecto de la cual el acusado no proporciona una explicación, ni siquiera una que sea mínimamente creíble, enlaza perfectamente las tres agresiones".
"Siendo evidente que el acusado cometió primero las dirigidas a mujeres con las que no tenía relación con el único fin de proporcionarse una coartada para la muerte que proyectaba de su esposa y que acabó ejecutando", recoge el TSJCL.