La situación ridícula que se vivió con la visita exprés de Carles Puigdemont a Barcelona para intentar dinamitar la investidura de Salvador Illa -por suerte, no lo consiguió- tiene responsables con nombres y apellidos. Y uno de ellos es el vasco Fernando Grande-Marlaska, titular de Interior en el Gobierno.
Lo ocurrido es simple y llanamente inaceptable. El desastre es ante todo responsabilidad de los Mossos d'Esquadra, cuyos responsables pronto serán relevados, tal y como ha informado Crónica Global. Pero los agentes catalanes no son los únicos culpables de que todo un ex president buscado por la justicia entrase y saliese de España, con mitin en Barcelona incluido, como por arte de ensalmo. ¿Nadie en el CNI, la Policía o la Guardia Civil supo o pudo vigilar o detectar al prófugo?
Esta segunda huida de Puigdemont retrata al propio personaje, cuya desaparición de la primera línea es cuestión de tiempo, pero debe tener responsabilidades políticas.