El pasado lunes en Vitoria se vivieron unos hechos lamentables: en el barrio de Judimendi se quemó un muñeco con el rostro de la portavoz del PNV en la ciudad, teniente de alcalde y exconsejera del Gobierno vasco, Beatriz Artolazabal.
Todos los grupos del Ayuntamiento menos EH Bildu condenaron lo sucedido. Esa negativa de la coalición abertzale a sumarse a una declaración del resto de los grupos recuerda a tiempos pasados y no tiene justificación posible.
Hay que condenar ese ataque a Artolazabal. Así de simple. Eso es lo que debería haber hecho, por solidaridad y sororidad, el grupo dirigido por la portavoz de Bildu, Rocío Vitero.
La violencia, y esto es un ataque violento sin duda alguna, no tiene cabida en democracia. Es algo demasiado simple como para que esa declaración del Ayuntamiento vitoriano no contase con consenso.