La falta de unión en la Denominación de Origen Calificada Rioja se ha hecho más palpable ahora con la salida de las mesas de gestión de Bodegas Familiares de Rioja. La asociación, que aglutina a 216 empresas bodegueras de pequeño y mediano tamaño, muestra su contrariedad ante la evolución del vino de Rioja siguiendo las directrices del Consejo Regulador de la DOCa Rioja y de la Organización Interprofesional del Vino de Rioja (OIPVR), ambas presididas por Fernando Ezquerro.
A pesar de que desde estas instituciones han emitido un comunicado en el que han reflejado su compromiso para trabajar en la búsqueda de un modelo de representatividad que se aproxime todo lo posible a la facturación económica real de los operadores y que evite la doble representatividad entre sectores, no han respondido a las demandas de Bodegas Familiares de Rioja, que dio dos años como plazo para revisar los estatutos de ambas mesas al no sentirse representados.
No obstante, en opinión de Ezkerro, “la revisión de algo tan elemental y sustancial como son los estatutos de la OIPVR, que representa tanto y a tantos, no se puede llevar a cabo de manera precipitada; requiere de tiempo, diálogo y, sin duda, voluntad de colaborar y de alcanzar un acuerdo”.
A pesar de esta escisión, el presidente de la DOCa Rioja defiende la importancia de "unir fuerzas y buscar soluciones conjuntas", que ayuden a la denominación "a salir adelante" y fortalezcan su posición de mercado. Por ello, se reafirma en que "el compromiso de revisión de la normativa interna sigue vigente" y desde el Consejo seguirán trabajando "por el futuro de Rioja y su excelencia”. Esperemos que lleguen a un consenso que permita a la marca recuperar todo su esplendor.