La decisión de Bodegas Familiares de Rioja de abandonar las mesas de gestión de la Denominación de Origen Calificada Rioja -la Organización Interprofesional del Vino de Rioja (OIPVR) y el Consejo Regulador- ha supuesto un nuevo torbellino en la insignia de caldos más internacional de España. Una decisión que esta asociación, que agrupa a 216 empresas bodegueras, ha sido tomada por su "desacuerdo" con una política estratégica que consideran que "va en contra del modelo de negocio de las pequeñas y medianas bodegas".
“Somos Rioja, y vamos a seguir siéndolo, porque tenemos todas nuestras inversiones en esta tierra y porque seguimos creyendo en ella y en su potencial para hacer grandes vinos, pero no podemos continuar formando parte de un sistema de gestión en el que se toman decisiones en contra de nuestros intereses y en el que, pese a haberlo intentando desde nuestra fundación en los años 90, no tenemos capacidad de encaminar el rumbo de Rioja hacia un modelo de valor, de calidad”, lamenta el presidente de Bodegas Familiares de Rioja, Eduardo Hernáiz.
Desde Bodegas Familiares de Rioja apuestan por una viticultura sostenible para la elaboración de vinos artesanales. "Estamos convencidos de que la situación actual de Rioja, de sus bodegas y viticultores, sería muy distinta si la política seguida en los últimos años se hubiera preocupado más de proteger el valor de las uvas, de los vinos y del territorio, que de producir más cantidad de uvas y vino", critica Hernáiz.
Crisis de excedente
La filosofía seguida en los últimos años por los órganos de gestión de la DOCa Rioja a es responsable, a su modo de ver, de provocar "una de las mayores crisis de excedentes de su historia", de forma que por primera vez los bodegueros se ven obligados a enviar vinos para su destilación. Sin embargo, advierten, “pese a que llevamos desde 2017 produciendo claramente más uva de la que somos capaces de vender, las grandes compañías seguían pidiendo nuevas plantaciones hasta hace muy poco”. Y es que a ellas "les siguen saliendo las cuentas, entre otras cosas porque venden vinos de numerosas procedencias, no sólo Rioja, además de licores y espirituosos", critica el presidente de la asociación.
En ese sentido, Bodegas Familiares de Rioja rechaza "la proliferación en la zona de producción de Rioja de bodegas destinadas a vino de mesa y que indudablemente están vinculadas a bodegas de la denominación, porque terminan siendo el sumidero de los excedentes de Rioja, generando una grave competencia desleal".
Y solicitan una "paralización indefinida de las nuevas plantaciones de viñedo". Además, solicitan que "las replantaciones de viñas se realicen en suelos que permitan desarrollar una viticultura de calidad", para evitar, como hay ahora, denuncian, "viñedos en suelos donde nunca deberían haberse plantado".
Devaluación del vino de Rioja
La gestión de la DOCa Rioja se encuentra bajo el foco en estos momentos a raíz de la salida de Bodegas Familiares de Rioja. Y es que mientras que los precios no han dejado de subir, los caldos de Rioja, por el contrario, no han visto actualizado su valor al ritmo que lo hacía la economía. Mientras que con la entrada en funcionamiento del modelo interprofesional, en 2003, el precio medio de un litro de vino de Rioja era de 4,37 euros, a finales de 2022 era de 5,13 euros. Es decir, en dos décadas, ha tenido una revalorización del 17,8 %, frente a una inflación que en ese mismo periodo ha sido del 51,8 %.
Por todo ello, la asociación se muestra contraria, por tanto, a un modelo de negocio "basado en la producción de vino para lineales de alimentación a precios con los que las pequeñas y medianas bodegas no podemos competir", concluyen.