Publicada

Anda muy ufano el cantante Fermín Muguruza, mito del rock vasco tan idolatrado, porque el otro día actuó en la cárcel de Martutene (San Sebastián), donde por supuesto interpretó su famosa canción "Sarri, Sarri", que homenajea la fuga del terrorista Joseba Sarrionaindia y del también etarra Kepa Pikabea precisamente de dicho centro penitenciario. 

La historia es conocida. Tras fugarse y refugiarse al calor de la dictadura comunista de Cuba, Sarrionaindia se hizo después escritor de referencia en euskera. Y la canción de Muguruza se convirtió en un himno de masas que todavía hoy suena a cualquier hora en cualquier bar o taberna de Euskadi. Todo muy bonito, sino fuera porques es inmoral, claro

Por mucho que Muguruza, sus acérrimos seguidores o quienes prefieren mirar a otro lado justifiquen la fama de la canción, lo cierto es que cada vez que suena, lo sepan o no quienes la bailan, se está homenajeando a un miembro de ETA. Una banda que, no está de más recordarlo, asesinó a casi 900 personas, dejó a miles de heridos y hostigó a todos los que pensaban diferente. 

El lehendakari, Imanol Pradales, afeó la actitud de Muguruza esta semana y hasta le invitó a Ajuria Enea para hablar de memoria, pero sólo obtuvo como respuesta unas palabras grueasas del músico

"Sarri, Sarri" seguirá sonando, acaso despojada ya de su sentido primigenio. Pero ese sonido pegadizo seguirá siendo, como ha denunciado Covite, una humillación, una más, a las víctimas del terrorismo. 

Noticias relacionadas