La apuesta de la anterior consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, por el despliegue renovable era clara -y así se reflejó con la aprobación del gran objetivo de su legislatura: la Ley de Transición Energética y Cambio Climático-; y así lo está siendo también con su predecesor, Mikel Jauregi.
No tiene un papel fácil, y es que la necesidad de energía verde en el territorio -actualmente cuarta comunidad con menos energía renovable de España- choca con el rechazo social actual, que llegó a aunar 4.000 alegaciones al borrador del PTS.
Los vascos lo tienen claro: tres de cada cuatro considera que avanzar hacia la autosuficiencia energética debería ser una "prioridad", la gran incógnita es cómo; porque de ellos el 67% no tiene inconvenientes en que se instalen paneles solares cerca de sus hogares, pero solo el 54% está de acuerdo en el caso de los parques eólicos.
Y precisamente en consonancia con el parecer social van las resoluciones del Ejecutivo vasco hacia las instalaciones proyectadas: esta semana se ha dado el visto bueno a dos fotovoltaicas y el 'no' a otras dos eólicas. De esta manera, son pocos los parques eólicos que cogen vuelo en el territorio, como es el caso de Labraza -el primer parque eólico después de casi dos décadas-, cuyas obras arrancarán a finales de año y será un proyecto con 'sello vasco'.