Castrojeriz es, ya oficialmente, uno de los pueblos más bonitos de España. La localidad burgalesa recibió ese título el pasado 1 de enero, pero los méritos eran previos. Previos eran también los compromisos de los castreños para mantener y recuperar el inmenso patrimonio de distintos periodos históricos de la localidad atravesada por km y medio del Camino de Santiago.
Castrojeriz: fin de la decimocuarta etapa del camino francés
Aunque en la actualidad están censadas unas 700 personas, llegó a ser la localidad más poblada después de Burgos, la capital. Quedan en pie 3 de las 5 iglesias que llegó a tener y las ruinas del castillo en el que fue asesinada Leonor de Castilla, cuyo sepulcro y pila bautismal se encuentran en la Colegiata Santa María del Manzano (S.XIII), actual museo de arte sacro que puede visitarse previo pago de 1 euro. Muchos son los elementos ya restaurados que allí se exponen y, más aún, los que aguardan su turno, como el órgano al que durante la guerra civil quitaron las 90 trompetas para elaborar balas para la contienda.
En su interior está la talla policromada Virgen del Manzano a la que se le dedicaron una serie de cantinas / A. VIRI
A apenas 500 metros se encuentra la iglesia de San Juan (S.XIII) con un magnífico claustro de artesonado policromado y una exhibición de los tapices recuperados tras el robo de Eric el Belga, un ladrón de arte sacro que acostumbraba a “trocear” las piezas para facilitar su venta. Por fortuna, solo queda pendiente de restauración un fragmento del tapiz “La apoteosis de las 7 artes liberales”. Tanto los tapices como el órgano de esta iglesia fueron sustraídos de la de Santo Domingo (S.XV), convertida actualmente en centro de interpretación del Camino de Santiago y oficina de turismo pero que conserva los retablos entre las columnas y arcos ligeramente desviados por el terremoto de 1755.
La pieza del S.XVII fue tejida en la ciudad belga de Brujas con la que Castrojeriz mantenía relaciones comerciales con la lana / A. VIRI
Del de San Anton, uno de los 7 hospitales de peregrinos que había en Castrojeriz, apenas quedan muros a cielo abierto lo que lo convierte en propicio para que en unos meses, con la instalación de un telescopio, se convierta en observatorio de estrellas. El retablo que un día presidió el altar de este convento fue trasladado a la iglesia de San Juan pero, en medio de las impresionantes ruinas, se alza ahora el Cristo de la Escoria, realizado con la escoria sobrante de los Altos Hornos de Bizkaia. No fue el terremoto de Lisboa sino el declive de la orden y abandono el causante del deterioro. El seísmo, en cambio, sí derruyó el Castillo, la iglesia de San Esteban y la de Santiago de los Caballeros.
El artesonado policromado y el propio claustro de la iglesia de San Juan han sido restaurados; pueden visitarse en los minutos previos a la celebración de misa / A. VIRI
Algunas curiosidades
- Al Castillo, ubicado en el denominado Cerro Testigo, se puede llegar caminando o en coche. Andando son unos 25 minutos por un camino empinado y estrecho.
- En un extremo de la alargada y porticada Plaza Mayor se encuentra el ayuntamiento, que fue la antigua cárcel.
No son frecuentes las plazas mayores con forma alargada; la de Castrojeriz es una de esas excepciones / A. VIRI
- En 974, Castrojeriz recibe el primer Fuero de Castilla que otorgaba privilegios a aquellos campesinos que, con su propio caballo, luchasen contra los musulmanes.
- Existe una casa del silencio, de entrada libre, en la que el único requisito es permanecer callado.
- Al frente de una tienda de avituallamiento para los peregrinos se encuentra un hombre de 92 años.
- Menos de una veintena de clarisas siguen elaborando dulces en el convento, donde venden al público.
Todo parece indicar que el terreno donde se ubica el convento, a las afueras de Castrojeriz, fue donado por Alfonso X “El sabio” / A. VIRI
Alojamientos
Existen muchas alternativas, desde cama a cambio de donativo, albergues, posadas, casas rurales… La última incorporación es el Hotel Quinta San Francisco emplazado en las ruinas del convento de San Francisco, del S.XIV.
El actual hotel fue una casa de caza, cuya estructura han mantenido los socios vascos que la adquirieron para transformarla en establecimiento sostenible, sin plástico, con huerto y placas solares propias.
Un hotel para turistas y peregrinos que, además de cómodos colchones, encuentran un pediluvio, lavadora, amplia mesa en la que compartir café o sala para socializar. Y, si lo desean, espacio wellneness, “honesty bar” o bodega restaurante.
El hotel, que en setiembre cumplirá 2 años, nace de la idea del empresario vasco José Galíndez, quien durante su camino a Santiago tras días de peregrinación buscaba un hotel similar que sabe no es asequible para todos los peregrinos / A. VIRI
Lo que hoy es un terreno sembrado de árboles con frutos que se sirven en distintas elaboraciones en desayunos o cenas, fue coto de caza de la Sociedad Bilbaina. La finca de antaño es hoy un hotel de 20 habitaciones decoradas con pinturas, dibujos y libros; una práctica que se extiende a todo el establecimiento. Pocos jardines impresionan tanto con sus plantas aromáticas autóctonas sembradas de manera “casual” esparciendo su olor al interior del edificio.