A veces turquesa, otras aguamarina. Como el ingenuo azul de las pinturas Alpino con las que, en nuestra infancia, coloreábamos el mar. Así es el color del mar en Bodrum; un azul que, en ocasiones, se torna en verde y al que hipnóticamente, te rindes.
El sol en lo alto, también del color de nuestros primeros dibujos. Brillando, como si siempre fuera verano; como si las vacaciones fueran eternas. No lo son, pero lo desearás. Aquí se llega buscando el sol y el mar.
Bodrum, cuna de festivales
Caminaban a ritmo acompasado en una marcha armónica calle a bajo. No era de extrañar, ahora lo sé, porque se dirigían al último de los ensayos de Don Quijote la obra de ballet que, en la versión de la Ópera y Ballet de Estambul, representaban esa noche en el Castillo de Bodrum. Sólo reconocí sus caras al final, mientras aplaudía la actuación una vez superada la sorpresa inicial de la actuación.
Aysem Sunal, la directora, ha aunado con sorprendente buen resultado final todos los manidos tópicos españoles: guitarra, toreros y flamenco, lo que en los primeros momentos uno se cuestiona porque no lleva por título “Tarde de toros” o “El barbero de Sevilla”. Una imagen del patio de la Alhambra de Granada tapiza el fondo del escenario mientras la música evoca de manera alternativa a la Carmen de Merimee o a la salida del astado del toril. Solo 40 minutos después del arranque aparecen en el escenario el clásico atuendo de tutu y zapatillas de punteras, arrinconando los zapatos de tacones, volantes, abanicos, gitanas, leedoras de cartas o bolas de cristal, pese a que los “oles” se alternan para acompañar a loco más cuerdo de la literatura española. Sin embargo, toda esta extraña amalgama, en la que la presencia de los molinos de viento sea tan efímera como las apariciones de D. Quijote, prácticamente ausente hasta a segunda parte de la obra. Pero, de principio a fin, todo esta perfectamente coordinado y magníficamente entrelazado. Sunal y los bailarines saben lo que hacen, y lo hacen bien.
Existe toda una ruta de festivales culturales en Turquía que pasan por el cine, la música, la ópera, teatro o la danza. Una magnífica idea para recorrer el país.
Ancient city, ensalada de culturas
Al día siguiente volví a reconocer la cadencia de los suaves pasos de los bailarines mientras recorríamos las ruinas de Stratonikeia, a una hora de la ciudad de Bodrum. Bajo un sol abrasador de un mes de agosto, todos, incluidos los bailarines, mirábamos asombrados la ciudad en la que se entrenaban los gladiadores y que, sin fisuras, amalgama estructuras romanas, bizantinas, helenísticas, selyucidas u otomanas. Más de las que recordaba haber estudiado en mis clases de historia. Si ya Heródoto, padre de la Historia, ponderaba a esta ciudad, nada mejor que él puedo yo escribir y poco más añadir . O, quizás sí. Quizá no sólo pueda, sino deba resaltar que tiene un teatro con capacidad para 12.000 personas y recordar que, en la actualidad, con la cuarta parte de capacidad, el Metropolitan de Nueva York y el de la Ópera de Varsovia pasan por ser los más grandes del mundo.
Mis recientemente descubiertos bailarines miraban incrédulos la ladera sobre la que se construyó ese inmenso teatro tantos siglos atrás. Stratonikeia, fundada en el siglo VIII a. C., ha sido gobernada por varios imperios y mantiene aún en pie edificaciones como gimnasio, Parlamento, templos, avenidas, local de oficios, baños, distintos monumentos religiosos o, incluso, una necrópolis. Habitada hasta 1952 prosiguen ahora los trabajos de rehabilitación de antiguas viviendas y monumentos, por lo que siglos de historia se codean ahora con grúas y decenas de operarios.
Tras la visita, recuperarse del agotamiento se me antojó harto complicado para los bailarines que en cambio volvieron fieles a su actuación esa misma noche. No pude evitar brindar por ellos en Karnas, una bodega cercana que ofrece clases de cocina y comidas y cenas de maridaje. No solo cultivan sus propios viñedos y olivos, sino que produce y venden buen vino y aceite espectacular.
Costa turquesa
Nuevamente creí reconocer el caminar de los bailarines cuando un grupo avanzaba por el pantalán de Gumbet, pero les perdí definitivamente de vista cuando nuestro barco se adentraba primero en Bahía Aquario y luego tornaba hacia Rabit Island. Las ubicaciones de los barcos varían en función de si se busca más o menos animación, lo que nunca faltan son embarcaciones que se alquilan por horas o días. A más tamaño y tiempo, mayor precio que comienza en torno a los 400 euros hora para unas 7/8 personas.
Nadar y navegar a caballo entre las aguas del Mediterráneo y el Egeo atrae cada año a miles de turistas lo que ha elevado los precios en Bodrum que prosigue obteniendo riqueza del mar, aunque en modo muy diferente al que lo hacían originariamente los pescadores.
Construyendo paraísos: Yalikavav
El atractivo turístico más elitista de la península de Bodrum tiene menos años que el actual siglo. Yalikavav ha convertido el mar del que sus pescadores extraían esponjas en el puerto en el que atracan ordenadamente yates de todas las esloras posibles. El lujo se exhibe en hileras de altos mástiles y banderas, sobre todo británicas, ondeando en la proa de las embarcaciones que algunos usan como vivienda de temporada.
Ahora es Yalikavav Marina, compuesto también por un enorme centro comercial en el que las marcas de lujo se codean con docenas de restaurantes y algún que otro hotel.
La elegancia de mis danzantes no hubiera desentonado allí en absoluto. Pero no les vi en YalikYalik. Ni siquiera en la visita Pilevneli, una galería en lo alto de una colina como casi todo en Bodrum. Ese emplazamiento ha llevado a construir los jardines y 5 edificios de piedra que conforman esta galería de arte en 5 niveles distintos.
Castillo y Museo
Allí les vi por primera y última vez. Los bailarines terminaban ese día sus actuaciones y yo ponía fin a mis vacaciones con la visita al Castillo de Bodrum construido con piedras provenientes del Mausoleo de Halicarnaso, una de las 7 maravillas del mundo destruido por los terremotos. Del mausoleo apenas unas piedras recuerdan lo que allí hubo un día, sin embargo el castillo, tras su restauración en 1960 y la inclusión en el del Museo de arqueología subacuática, se ha convertido en la imagen de la ciudad.
Dónde comer
Sí, hay decenas de hoteles y centenares de restaurantes y bares.
Günaydin, en YALIKAVAK Marina es especialista en carne. Encontrarás desde kebak a hamburguesas. También buenas pizzas. Si prefieres el pescado, en Bodrum (ciudad) el restaurante Memedof es especialista en producto del mar. Si se busca la vista perfecta al caer la noche, es sitio ideal es Marina Yacht Club Bodrum.
Cómo llegar
No hay vuelos directos a Bodrum, se necesita hacer escala en Estambul. En el aeropuerto de Bilbao opera Turkish Airlines que realiza ambos trayectos. En el primero, de una duración aproximada de 4 horas, la compañía sirve comida. En el segundo, de apenas una hora y cuarto, bocadillo caliente y bebida. Similar servicio en el regreso. Hablamos de economy class.
Dónde alojarse
Hay docenas de alojamientos para todos los gustos y casi todos los bolsillos. Los precios son tan variados como los servicios que ofrecen o estrellas tienen.
Hillstone Bodrum Hotel & spa: hotel de menos de 100 habitaciones con inmensas instalaciones. Ubicado en un alto desde el que se divisa el mar y el castillo. Además de piscinas al aire libre y cubierta, dispone de spa e instalaciones deportivas.
Tips
1. Aprovecha las horas de luz. En verano amanece temprano pero, pero a las 9 hora local, es noche cerrada. Es un buen momento para disfrutar de la imagen de los lujosos yates iluminados balanceándose en el mar o de la fiesta nocturna.
2. Trae calzado cómodo, te será útil para caminar entre ruinas, sobre adoquines y desplazarte por las interminables cuestas de Bodrum.
3. No olvides un repelente de mosquitos. Este año parecen haberse propuesto batir récords de permanencia.
4. Desempolva tus clases de inglés, salvo que sepas turco. No es probable que aquí encuentres a alguien que hable español.
5. Disfruta de un baño en el mar y, si puedes, de un hamman.
6. Si no quieres alquilar una, haz una excursión programada en goleta. Incluso puedes acercarte a la isla griega de Kos.
7. No es necesario el pasaporte, pero si más útil que el DNI. Con él, podrás tener WiFi gratis en el aeropuerto de Estambul. Además, aunque podrás hacer el ckeck-in, algunas aerolíneas te lo pedirán para la tarjeta de embarque online.
8. De la misma manera que anochece temprano, amanece muy pronto. A las 6, e incluso antes, ha amanecido.. Programa el día.
9. No olvides cambiar la hora de tu rejoj; en Turquía es una hora más tarde que en España.
10. Y no, cuando veas escrita la palabra giris, no se refieren a ti o a ningún extranjero. Giris significa entrada. Que lo hagas con buen pie en Turquía.