Una visita a San Vicente de la Sonsierra es suficiente para comprobar que el vino lleva corriendo por las venas de esta población riojana desde hace siglos.
En distintas necrópolis se conservan pequeños lagares excavados en roca que aprovechando el desnivel servían a las familias en los siglos XIV-XV para elaborar vino.
Uno de esos lagares, aunque no el más grande ni destacado pese a lo curioso, se sitúa junto a la ermita de Santa María de la Piscina, el edificio románico pleno más completo y conservado en La Rioja.
A pocos metros de la fachada sur de la iglesia, los huecos excavados en la pared de piedra caliza hacen presuponer que allí hubo un poblado y, aunque no existen documentos que lo acrediten, la necrópolis de repoblación en el lado este podría ser la evidencia.
Rodeado de viñedos, este conjunto arquitectónico declarado bien de interés cultural en 1931, se alza sobre una leve colina que, probablemente, ayudó a su buena conservación. Fueron los trabajos de restauración, llevados a cabo a mediados del pasado siglo, los que lograron que aflorasen el poblado y la necrópolis.
Castillo de mazmorras
Siempre con el Ebro en el horizonte. El Castillo de San Vicente, que fue la fortaleza navarra de más envergadura en las inmediaciones del torrente del Ebro, se alza sobre un cerro. Una posición que, junto con sus sólidos muros, fueron la inexpugnable línea defensiva de Laguardia y Labastida.
El ayuntamiento ha diseñado una visita guiada y gratuita mediante una audioguía descargable en el móvil.
Al contrario que lo ocurrido con la ermita de Santa María, el castillo, ocupado con fines bélicos, sufrió distintas modificaciones entre los siglos IX y XIX.
El recorrido por el castillo permite acercarse a uno de los eventos que, al igual que el vino, ha cruzado fronteras: los "picaos", un rito penitencial mediante la flagelación.
Aunque el castillo se pueda visitar cualquier día del año, las procesiones de los "picaos" se centran en Jueves y Viernes Santo, extendiéndose a las celebraciones de La Cruz de Mayo y Septiembre.
No tendría sentido una visita a San Vicente sin explorar el vínculo de sus habitantes, los macanes, con el vino. Una población de apenas un millar habitantes, una veintena de bodegas, y millones de vides.
Bodega Hacienda López de Haro
No es la casa del fundador de la Villa de Bilbao, pero el nombre de esta bodega si tiene relación con él. El propietario compró viñedos de la familia, originaria de Nájera.
En esa bodega, que ofrece una vista privilegiada del valle, del Castillo y del Ebro, delimitando la Rioja Alavesa con La Rioja Alta, se elaboran vinos como el Classica Gran reserva rosado que, recientemente, ha sido catalogado como el mejor rosado del mundo.
Pertenece a la colección de Grandes reservas de añadas singulares, unos vinos finos y elegantes que rinden con su etiquetado un homenaje a la Historia de La Rioja.
Las distintas opciones de visita a la bodega ofrecen cata de sus vinos que aquí, a diferencia de otros lugares, se hace directamente de la barrica.
Vintae
El germen hay que buscarlo a finales de los 90, cuando Pepe Arambarri, al que acompaña Raúl Acha como etnólogo, decide recuperar la variedad de moscatel de grano menudo en la zona de Calahorra. De forma paralela inicia la compra de viñedos en la denominada "milla de oro del tempranillo". La actual Hacienda López de Haro, se constituye en 2006 haciéndose cargo, dos años más tarde, sus hijos que ya habían explorado con Ribera de Duero y Toro, donde también elaboran actualmente. Sus vinos se pueden probar en 70 países.
La colección de Matsu, de vino de Toro, sorprende al mercado con sus impactantes etiquetas.
El proyecto Garnacha, vuelve a sorprender por ser un proyecto multi-denominación de vinos monovarietales con viñedos de garnacha recuperados del valle del Ebro. No menos sorprendente es Libalis que en la parte posterior de la etiqueta incluye un rasca que libera el aroma del vino.
Asentados ya, se centran en sus proyectos importantes que, en La Rioja, son Hacienda López de Haro y Viñedos El Pacto, con el firme propósito de poner en valor el Alto Najerilla. Los tentáculos de Vintae se extienden a Navarra y a Castilla y León.
Wine Fandango
¡Y olé!
Wine Fandango abrió sus puertas hace ahora 10 años, una apertura que además de suponer una nueva propuesta culinaria en Logroño permitió recuperar los bajos del palacete de Vara de Rey.
La cocina de Wine Fandango (y ¡ole!) proviene de la creatividad de Luis Arrufat y Sugai Larrazabal que transforman los mejores productos de la huerta riojana y de la ganadería de proximidad en platos que antes de comerse con la boca, se devoran con los ojos, incluso, mientras se sigue la elaboración en la cocina vista.
Más de 100 vinos disponibles para acompañar o maridar esos platos que cambian al ritmo que lo hace la huerta.
Obvia decir que Fandango (y ¡olé!) es uno de los sueños de Vintae. Un sueño que hace dos años cruzó el mar para llegar a Formentera y recientemente se ha hecho un hueco en Baqueira.